4 / LA RECONCILIACIÓN CON EL PADRE
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La “pura complacencia de Dios”
que defiende al pecador de la flecha, del agua, de las llamas, es lo que se
llama en el vocabulario tradicional del cristianismo “misericordia” de Dios; y
la “poderosa fuerza del espíritu de Dios” que tiene poder de cambiar los
corazones, es la “gracia” de Dios. En la mayor parte de las mitologías, las
imágenes de misericordia y de gracia, se dan en forma tan víviva como las de la
justicia y la ira, de manera que se mantiene el equilibrio y el corazón recibe
más apoyo que castigo en su camino. “¡No temáis!”, dice el gesto de la mano del
dios Shiva, mientras baila ante sus devotos la danza de la destrucción
universal. (46) “No temáis porque todo permanece en Dios. Las formas que vienen
y van, una de las cuales es vuestro cuerpo, son los reflejos de mis miembros
que bailan. Conocedme totalmente, y nada habréis de temer.” La magia de los
sacramentos (hecha efectiva por la pasión de Jesucristo o en virtud de las mediaciones
del Buddha), la fuerza protectora de los amuletos y encantos primitivos y los
ayudantes sobrenaturales de los mitos y cuentos de hadas del mundo, son las seguridades
que recibe el hombre de que la flecha, las llamas y la corriente no son tan
brutales como parecen.
Pero el aspecto de ogro
del padre es un reflejo del propio ego de la víctima, derivado de la
sensacional escena infantil que se ha dejado atrás, pero que ha sido proyectada
para el futuro; y la fijación idólatra de esa pedagógica no-cosa es en sí misma la falta que hace permanecer al individuo
penetrado de la esencia del pecado, impidiendo que su espíritu potencialmente
adulto llegue a tener una visión más realista y más equilibrada del padre, y
por ende del mundo. La reconciliación no consiste sino en el abandono de ese
doble monstruo generado por el individuo mismo; el dragón que se piensa como
Dios (superego) (47) y el dragón que se piensa como Pecado (el id reprimido).
Pero esto requiere abandonar la unión al yo mismo y eso es lo difícil, El
individuo debe tener fe en la misericordia del padre y debe confiar en esa misericordia.
Por lo tanto, el centro de la creencia se traslada fuera del apretado anillo
del dios demoníaco, y los ogros temibles desaparecen.
Notas
(46) Lám. IX. El
simbolismo de esta elocuente imagen ha sido bien expuesto por Ananda K. Coomaras
wamy, The Dance of Shiva (Nueva York,
1917), pp. 56-66, y por Heinrich Zimmer, Myths
and Symbols in Indian Art Cibilization, pp. 151-175. En resumen: la mano
derecha extendida sostiene el tambor, cuyo batir es el batir del tiempo, el
tiempo es el primer principio de la creación. La mano izquierda extendida sobre
la llama, que es la llama de la destrucción del mundo creado; la segunda mano
derecha asume la actitud de “no temaís”, mientras que la segunda mano izquierda
señala al levantado pie izquierdo y está en la “posición del elefante” (el
elefante es el que abre los caminos a través de la “selva del mundo”, esto es,
el guía divino); el pie derecho está plantado en la espalda de un enano, el
demonio del “no conocer” que significa el paso de las almas del Dios a la materia,
pero el izquierdo está levantado mostrando la libertad del alma; el izquierdo
es el pie al cual señala la “mano
elefante” y proporciona la razón de asegurar “no temáis”. La cabeza del dios se
mantiene en equilibrio, serena y quieta, en medio del dinamismo de creación y destrucción
que está sinbolizado por los brazos arrulladores y el ritmo lento del talón
derecho. Esto significa que en el centro todo está en calma. El arete derecho
de Shiva es de hombre, el izquierdo es de mujer, porque el dios incluye y está
por encima de las parejas de contrarios. La expresión del rostro de Shiva no es
de congoja ni de júbilo, sino que es el aspecto del Motor Inmóvil; detrás y
adentro de ella está la felicidad y el dolor del mundo. Los mechones de
cabellos revueltos representan el pelo desarreglado de antiguo del yogui hindú,
que ahora se revuelven en la danza de la vida; pues la presencia conocida en
los júbilos y en las tristezas de la vida, y aquella que se conoce por medio de
la meditación en la soledad no son sino dos aspectos del mismo
Ser-Conciencia-Bendición, que es universal y no dual. Los brazaletes de Shiva,
los aros de sus brazos, los de sus tobillos y el cordón (y, más adelante) brahmínico
son serpientes vivas. Esto significa que él ha sido embellecido por el Poder de
la Serpiente: la misteriosa Energía Creadora de Dios, que es la causa material
y formal de su propia manifestación en y como el universo con todos sus seres.
En el cabello de Shiva se ve un cráneo, símbolo de la muerte, que es el
ornamento de la frente del Señor de la Destrucción, así como también una luna
en creciente, símbolo del nacimiento y del crecimiento, que son sus otras dádivas
para el mundo. También hay en su cabello la flor de estramonio, planta con la
cual se prepara un tóxico (compárese con el vino de Dionisios y el vino de la
misa). Una pequeña imagen de la diosa Ganga está escondida en sus cabellos;
porque es él quien recibe en su cabeza el choque del descendimiento del divino
Ganges desde los cielos, y quien permite que las aguas que dan la vida y la
salvación corran suavemente a la Tierra para refrescar física y espiritualmente
a la especie humana. La posición de danza del Dios puede visualizarse como la sílaba
simbólica AUM que es el equivalente verbal de los cuatro estados de la conscienda
y su campo de experiencia. A: conscienda despierta; U: conscienda en el sueño;
M: dormir sin sueños; y el silencio alrededor de la sílaba sagrada es lo
Trascendente no Manifiesto. Para el estudio de esta sílaba véase infra, pp. 242-243 y nota 16, p. 243).
El Dios está así adentro del que lo adora y también afuera.
Dicha figura ilustra la
función y el valor de la imagen esculpida y muestra por qué los sermones largos
son innecesarios para quienes adoran ídolos. Se permite al devoto penetrar el
significado del divino símbolo en profundo silencio y oportunamente. Lo que es
más, así como el Dios lleva aros en los brazos y en los tobillos, así los lleva
el devoto; y significan lo mismo que los del dios. Están hechos de oro en vez
de serpientes (oro, metal que no se corroe) y que simboliza la inmortalidad: la
inmortalidad es la misteriosa energía creadora de Dios que es la belleza del
cuerpo.
Muchos otros detalles de
la vida y de las costumbres locales están duplicados en forma similar,
interpretados y así hechos válidos, en los detalles de los ídolos
antropomórficos. De esta manera, toda la vida es el apoyo de la meditación.
Cada hombre vive siempre en medio de un silencioso sermón.
El cordón brahmínico está
hecho de algodón tejido por los miembros de las tres castas superiores (los
llamados “dos veces nacidos”) de la India. Se pasa sobre la cabeza y el brazo
derecho, de modo que descansa en el hombro izquierdo y rodea el cuerpo (pecho y
espalda) hasta la cadera derecha. Esto simboliza el segundo nacimiento de los
dos veces nacidos, el cordón mismo representa el umbral, o puesta del sol, así
que el que ha nacido dos veces habita a la vez en el tiempo y en la eternidad.
(47) O “interego” (ver supra, p. 81, nota 45).
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