Hay que entender el
término "metafísica", segúnlo define la RAE en su cuarta definición, como “parte de la filosofía que trata del ser en cuanto tal, y de sus
propiedades, principios y causas primeras”.
En filosofía, la metafísica estudia los aspectos de la realidad que son
inaccesibles a la investigación científica. Según Kant, una afirmación es
metafísica cuando afirma algo sustancial o relevante sobre un asunto (“cuando emite un juicio sintéticosobre un asunto”) que por principio escapa a toda
posibilidad de ser experimentado sensiblemente por el ser humano. Algunos
filósofos han sostenido que el ser humano tiene una predisposición natural
hacia la metafísica. Kant la calificó de “necesidad inevitable”. Arthur
Schopenhauer incluso definió al ser humano como “animal metafísico”.
El problema histórico: los ascendentes y los descendentes
La razón a través de la historia del pensamiento, siempre ha indagado sobre las
cuestiones metafísicas que han preocupado al ser humano desde tiempos
inmemoriales. Sin embargo, histórica y psicológicamente, esa genuina actitud de
hacer metafísica ha sido obnubilada por el materialismo científico (1). La filosofía se escindió así en dos senderos
cognitivos: la epistemología de lo
conmensurable y la hermenéutica de lo inconmensurable, es decir, una divergencia entre ciencia y
espiritualidad, y esta última en mano de las
religiones.
Según Wilber (2005a) en Breve historia de todas las cosas, las grandes tradiciones espirituales del mundo caen bajo dos campos
muy amplios y diferentes, dos tipos diferentes de espiritualidad que denomina
la espiritualidad ascendente y espiritualidad descendente. Existe dos grandes
direcciones posibles: ascender desde la materia hasta el Espíritu o descender
desde el Espíritu hasta la materia. La primera es una dirección trascendente o
ultramundana, mientras que la segunda es inmanente o intramundana. Uno de los mitos al uso de la
tradición occidental es Platón y, aunque la
mayor parte de la gente cree que es un filósofo ascendente, en realidad, es un
filósofo que reconoce los dos tipos de movimientos, el ascendente (el Bien que
nosotros aspiramos a comprender) y el descendente (una manifestación del Bien).
Sin embargo, a lo largo de la historia, estas dos facetas se vieron brutalmente
separadas y tuvo lugar una violenta ruptura entre los partidarios de lo
meramente ascendente y los defensores de lo meramente descendente, pues se
consumó la escisión entre ambas.
Irremediablemente, hay una contienda ideológica que puede remover los cimientos
de nuestra civilización, pues se hallan en disputa dos pesos pesados de la
historia: la ciencia y la religión (espiritualidad), el saber empírico y el saber revelado, la razón y el espíritu. Desde el surgimiento de la física cuántica, esa divergencia cognitiva
se presenta como dos modos de saber (2): el conocimiento simbólico (dualidad sujeto-objeto) y el misticismo contemplativo (no dualidad entre sujeto-objeto).
Los cuatro cuadrantes y las intuiciones transpersonales
Wilber, mediante su teoría de los “cuatro cuadrantes”, reivindica el camino hermenéutico de la conciencia. Según Ken Wilber
en Breve historia de todas las cosas (p.141): “el conocimiento
interpretativo es tan importante como el conocimiento empírico y, en cierto
sentido, más importante todavía. Pero, evidentemente, es más complejo y
requiere más sofisticación que las obviedades a que nos tiene acostumbrados la
observación monológuica”. Para Wilber (p.142): “toda interpretación depende del
contexto, que a su vez está inmerso en contextos mayores y así sucesivamente
mientras nos vamos moviendo dentro de un círculo hermenéutico". Es así,
pues, que la interpretación desempeña un papel muy importante en las
experiencias espirituales, probablemente el contexto más complejo a desentrañar
por nuestra actual civilización.
Según Wilber (p.401-403), ninguno de los idealistas comprendió realmente los
"cuatro cuadrantes", principalmente, por dos motivos. El primero de
esos motivos fue el fracaso en desarrollar una práctica auténticamente
contemplativa, un verdadero paradigma, un modelo reproducible, una práctica
realmente espiritual. Dicho en otras palabras, carecían de un yoga, de
una disciplina meditativa, de una metodología experimental que les permitiera reproducir en la
conciencia las intuiciones transpersonales. De ese modo, el idealismo tendió a degenerar en metafísica monológuica
sin proporcionar la tecnología interior necesaria para transformar el
cartógrafo. Así, pues, el primer error del idealismo fue el de no haber
desarrollado una especie de yoga, una práctica transpersonal que le permitiera
reproducir sus intuiciones; carecían de un camino para reproducir la conciencia transpersonal en el seno de una comunidad de practicantes, carecían de un
sistema que les permitiera desplegar un yo más profundo (“yo” o Buda) en el
seno de una comunidad más profunda (“nosotros” o Sangha), que expresara una
verdad más profunda (“ello” o Dharma).
El segundo motivo del fracaso del idealismo, es que las intuiciones profundas
de los dominios transpersonales, y sus comprensiones, se expresaron casi
siempre en términos de visión-lógicos, imponiendo de ese modo a la razón un objetivo que jamás podía alcanzar.
Hegel, en particular, identificó al Espíritu transpersonal y transracional con
el estadio visión-lógico, con la razón madura, condenando, de ese modo, a la
razón a desplomarse bajo un peso que no pudo llegar a soportar. “Lo real es
racional y lo racional es real”, decía Hegel, y por “racional” quería decir
visión-lógico. Pero esto nunca puede funcionar porque la estructura
visión-lógica no es más que la forma que asume el Espíritu en el estadio del centauro. Y a pesar de que Hegel sabía de la pobreza de las palabras, decidió,
no obstante, que la razón podía y debía desarrollar el lenguaje de los ángeles.
Y esto no hubiera sido un error en el caso de que Hegel se hubiera ocupado de
diseñar prácticas para el desarrollo evolutivo de los estadios transpersonales superiores. Pero los idealistas no disponían de una metodología de meditación que les permitiera asentar sus intuiciones en criterios experimentales, públicos, reproducibles y falsables,
por lo cual terminaron siendo despreciadas como “mera metafísica”, perdiendo
así Occidente la oportunidad más preciosa que ha tenido de albergar el futuro
descenso del Alma del Mundo.
El camino ascendente
hacia la sabiduría
Concluyendo, es en nuestro interior mediante el camino ascendente hacia la
sabiduría, donde debemos hallar las respuestas,
donde se nos está permitido contemplar el Rostro de lo Divino según Wilber,
algo que los modernos investigadores desdeñan como “mera metafísica” porque no
puede ser demostrado. Una cuestión que Wilber en Breve historia de
todas las cosas (p.292) rebate con la siguiente argumentación:
"Pero el hecho es que, para ello [contemplar el Rostro de lo Divino mediante los arquetipos], usted debería llevar a cabo el experimento y descubrir los datos por sí mismo y luego tendría que interpretarlos. Si no lleva a cabo el experimento –la meditación, el modelo, el paradigma- carecerá de los datos necesarios para llevar a cabo la interpretación. Si usted trata de explicarle a alguien que se halle en la visión mágica o mítica del mundo que la suma de los cuadrados de los catetos de un triangulo rectángulo es igual al cuadrado de la hipotenusa, no llegará muy lejos, porque se trata de un algo ajeno al mundo empírico y que carece, en consecuencia, de localización simple. Y no por ello, sin embargo, su afirmación dejará de ser completamente cierta. Usted está realizando un experimento matemático en el interior de su conciencia, una experiencia cuyos resultados pueden ser verificados por quienes lleven a cabo el mismo experimento. Se trata de algo público, reproducible y falseable, de un conocimiento comunal cuyos resultados existen en el espacio racional del mundo y pueden ser fácilmente corroborados por todos aquellos que realicen el experimento. Y esto mismo es aplicable para cualquier otro tipo de experiencia interior de la conciencia, de los cuales la meditación es uno de los más antiguos, estudiados y reproducidos. Mantener, pues, una actitud escéptica es sumamente saludable, pero yo le invito a llevar a cabo ese experimento interior conmigo, a descubrir los datos por sí mismo, y luego le ayudaré a interpretarlos. Pero, en el caso de que no quiera llevar a cabo el experimento, no deberá reírse de quienes sí lo hacen."
Filosofía
transpersonal y educación transracional
Para finalizar, en mi opinión, el gran mérito de Wilber es haber puesto en el
contexto histórico la reivindicación de la filosofía transpersonal, una cuestión que intento demostrar en sendos artículos:
-La evolución de la conciencia desde un análisis político, social y filosófico transpersonal (artículo epistemológico).
-El mándala epistemológico y los nuevos paradigmas de la humanidad (artículo hermenéutico).
La justificación
epistemológica de la metafísica aquí argumentada puede consultarse en mi
obra La educación cuántica (gratis en pdf) y, consecuentemente, permite también la
argumentación de una antropología revisionista de nuestra cultura y de la
necesidad de una ética epistémica como intuición moral básica, para enseñar bien ello mediante una filosofía transpersonal y una
educación transracional.
La sanación trascendental del ser humano
En definitiva, la metafísica no es más que ese Mundo de las ideas dividido
entre las sombras y la Luz. Los esclavos del sistema llaman
"metafísicos" a los que han sufrido un despertar de la conciencia. Y digo "sufrido" porque el sufrimiento es también causa de
iluminación metafísica para discernir el mundo de las sombras de la Luz, un
proceso psicológico de trascendencia desde la conciencia personal (razón-egoica) a la conciencia transpersonal (compasiva). Sin embargo, son los genios y sabios, muchos de ellos
científicos y filósofos, quienes abanderan las ideas metafísicas que hacen
progresar a la cultura humana, ahora en claro declive. ¿Qué lugar ocupa hoy la metafísica en nuestra
cultura? He ahí quizá el escollo más difícil por transcender, pues la humanidad
se halla ante nuevos paradigmas invisibles aún para la mayoría de mis coetáneos.
Consecuentemente, la iluminación metafísica no está al alcance de todos pues, como argumenta Platón en el Mito de la Caverna, la mayoría se halla todavía en el mundo de las sombras, y será bien
difícil alumbrarles con la llama del conocimiento metafísico, al contrario,
podrián lincharme por intentar argumentar una metafísica que apunta hacia la experiencia mística. Sin embargo, hay que insistir en que la sanación trascendental del ser
humano está en su interior, de ahí el
sabio aforismo griego "conócete a ti mismo", un conocimiento
introspectivo para conectar con el Espíritu que vive en nosotros y que puede
vislumbrarse mediante la conciencia de unidad.
REFERENCIAS:
(1) Por definición,la
metafísica es un conocimiento de algo que está más allá de las ciencias
naturales. Es por eso que el biológo Bruce Lipton habla de "La biología de la creencia" (libro), y el también biólogo Rupert Sheldrake defiende su teoría
de los "campos mórficos" en sus diversas obras. Por otro lado, la
neurociencia confirma que el subconsciente toma las decisiones antes de que
seamos conscientes de ello desde 0,5 hasta en 6 segundos. Y en física cuántica
también se habla del "entrelazamiento cuántico", lo cual implica la
"no-localidad", en contra del determinismo causa-efecto tan querido
por Einstein.
Lo que indican las anteriores investigaciones desde la biología, las neurociencias y la física cuántica, es que los materialistas científicos han agotado su metodología empírica basada en el "ver para creer" y, como apuntan los citadas ciencias, hay un cambio de paradigma hacia el "creer para ver", es decir hacia la metafísica.
Lo que indican las anteriores investigaciones desde la biología, las neurociencias y la física cuántica, es que los materialistas científicos han agotado su metodología empírica basada en el "ver para creer" y, como apuntan los citadas ciencias, hay un cambio de paradigma hacia el "creer para ver", es decir hacia la metafísica.
Consecuentemente, las
ciencias naturales pueden dar explicaciones sobre los fenómenos naturales,
peros son incapaces de dar una explicación de la subjetividad, de la conciencia
y de la espiritualidad, pues dichos conceptos caen, obviamente, en el campo de
la metafísica, es decir, más allá de los sentidos físicos.
La metafísica es, por tanto, el reto que tiene la humanidad por delante, para hallar un conocimiento más allá de las ciencias naturales.
(2) Wilber (2005b) en su obra El espectro de la conciencia , aborda de un modo epistemológico dos modos de saber: el conocimiento simbólico (dualidad sujeto-objeto) y el misticismo contemplativo (no dualidad entre sujeto-objeto), dos modos de saber diferentes pero complementarios. Según Wilber: “Esos dos modos de conocer son universales, es decir, han sido reconocidos de una forma u otra en diversos momentos y lugares a lo largo de la historia de la humanidad, desde el taoísmo hasta William James, desde el Vedanta hasta Alfred North Whitehead y desde el Zen hasta la teología cristiana. (…) También con toda claridad en el hinduismo”.
Sin embargo, la civilización occidental es la historia del primer modo de saber que ha evolucionado hasta la extenuación de su “rígida estructura” dualista con el surgimiento de la mecánica cuántica. Esos dos modos de saber también son contemplados por los padres fundadores de la relatividad y de la física cuántica -véase Wilber (2013) en Cuestiones cuánticas- y, correlativamente, aluden los mundos antagónicos entre la ciencia y la religión, respectivamente, entre el saber racional y el metafísico, ambos aunados por los “místicos cuánticos” en un racionalismo espiritual adoptado como filosofía transpersonal, y convirtiéndose en un fundamento epistemológico para un nuevo paradigma de conocimiento integrador de la filosofía con la espiritualidad.
BIBLIOGRAFÍA:
Wilber, Ken. Breve historia de todas las cosas. Barcelona: Kairós, 2005a.
Wilber, Ken. El espectro de la conciencia. Barcelona: Kairós, 2005b.
(CAPÍTULO 7 DE LA SEGUNDA PARTE DE LA OBRA FILOSOFÍA TRANSPERSONAL Y EDUCACIÓN TRANSRACIONAL / ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA / 18-8-2016)
Wilber, Ken. Breve historia de todas las cosas. Barcelona: Kairós, 2005a.
Wilber, Ken. El espectro de la conciencia. Barcelona: Kairós, 2005b.
(CAPÍTULO 7 DE LA SEGUNDA PARTE DE LA OBRA FILOSOFÍA TRANSPERSONAL Y EDUCACIÓN TRANSRACIONAL / ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA / 18-8-2016)
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