11 / Esta voz oyó San Juan en el
Apocalipsis (14,2), y dice que la voz que oyó de el cielo “erat tamquam vocem
aquarum multarum et tamquam vocem tonitrui magni”; quiere decir que “era la voz
que oyó como voz de muchas aguas y como la voz de un grande trueno”. Y por que
no se entienda que era esta voz, por ser tan grande, era penosa y áspera, añade
luego diciendo que esta mesma voz era tan suave, que “erat sicut citharedorum
in citharis suis”; que quiere decir: “Era como de muchos tañedores que
citarizaban en sus cítharas.” Y Ezequiel dice que este sonido como de muchas
aguas era “quasi sonum sublimis Dei”, es a saber: “Como sonido de el Altísimo
Dios” (1,34); esto es, que altísima y suavísimamente en él se comunicaba. Esta
voz es infinita, porque (como decíamos) es el mesmo Dios que se comunica,
haciendo voz en el alma; mas cíñese a cada alma, dando voz de virtud según le
cuadra limitadamente, y hace gran deleite y grandeza al alma. Que por eso dijo
la esposa en los Cantares: “Sonet vox tua in auribus meis, vox enim tua dulcis;
que quiere decir: “Suene tu voz en mis oídos, porque es dulce tu voz” (2,14).
Síguese el verso
El
silbo de los aires amorosos.
12 / Dos cosas dice el alma en el
presente verso, es a saber: “aires” y “silbo”. Por los “aires amorosos” se
entienden aquí las virtudes y gracias del Amado, las cuales mediante la dicha
unión de el Esposo embisten em el alma amorosísimamente se comunican y tocan en
la substancia de ella. Y al silbo de estos aires llama una subidísima y
sabrosísima inteligencia de Dios y de sus virtudes, la cual redunda en el
entendimiento de el toque que hacen estas virtudes de Dios en la substancia de el alma. Y este es el más
subido deleite que hay en todo lo demás que gusta el alma aquí.
13 / Y para que mejor se entienda lo
dicho, es de notar que, así como en el aire se sienten dos cosas, que son toque
y silbo o sonido, así en esta comunicación de el Esposo se sienten otras dos
cosas, que son sentimiento de deleite e inteligencia. Y así como el toque de el
aire se gusta con el sentido de el tacto y el silbo de el mesmo aire con el
oído, así también el toque de las virtudes de el Amado se sienten y gozan con
el tacto de esta alma, que es en la substancia de ella, y la inteligencia de
las tales virtudes de Dios se sienten en el oído del alma, que es en el
entendimiento. Y es también de saber que entonces se dice venir el aire amoroso,
cuando sabrosamente hiere, satisfaciendo el apetito de el que deseaba el tal refrigerio;
porque entonces se regala y recrea el sentido de el tacto, y con este regalo de
el tacto siente el oído gran deleite en el sonido y silbo de el aire, mucho más
que el tacto en el toque de el aire; porque el sentido de el oído es más
espiritual, o, por mejor decir, allégase más a lo espiritual que el tacto, y
así el deleite que causa es más espiritual que el que causa el tacto.
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