10 / LA LECCIÓN DEL JUEGO (5)
DK
(1)
Jacob Glass es escritor y
conferenciante de temas espirituales. Una tarde me encontraba charlando en un
bar con este viejo amigo, que me contaba que con frecuencia empezaba el día en
aquel lugar, leyendo, disfrutando de su café y reuniéndose con amigos. Vive
cerca de allí, en una casa sencilla que satisface muy bien sus necesidades.
Mientras hablábamos de
sus escritos y conferencias, lo animé a que trabajara más y le expliqué cómo
podía ampliar su horario de trabajo.
-¿Y qué conseguiría con
eso? -me preguntó.
-Podrías dar más
conferencias por semana, alcanzarías el sueño americano y algún día podrías
retirarte.
-¿Y entonces tendría
tiempo para sentarme en el bar, relajarme y leer?
-Desde luego, podrías
hacer lo que quisieras.
-Pero si ahora ya lo
hago. Dispongo de días libres y de tiempo para disfrutar de la vida, pasear, ir
al teatro y comer sin prisas. ¿Por qué habría de dedicar todo mi tiempo a ser
productivo y así poder disfrutar de la vida si ya la disfruto ahora?
Había pasado por alto que
Jacob ya tenía la vida que podría disfrutar algún día si trabajaba más. Y me di
cuenta de que, en lugar de estar relajado y disfrutar del café, había caído en
la trampa de pensar en la productividad y dar más importancia al trabajo que a
la diversión.
El trabajo y la diversión
no tienen por qué ser actividades totalmente separadas. Divertirse en el
trabajo es bueno, y disfrutar mientras se realizan las tareas diarias nos ayuda
a pasar el día y la vida. Lamentablemente, resulta muy fácil centrarse sólo en
alcanzar metas y sentirse desgraciado cuando no se consigue.
Debemos buscar la
diversión en el trabajo, pero también debemos separar el trabajo de la
diversión. Por ejemplo, un hombre preguntó:
-¿Qué os parece mi
solución? En lugar de trabajar todo el sábado y no pasar ningún momento con mi
esposa, saco el ordenador portátil al jardín y trabajo allí cuatro o cinco horas.
Así estamos juntos e integro el trabajo y la diversión en mi horario.”
La esposa de aquel hombre
seguramente estará de acuerdo en que su marido no se divierta mucho y es
probable que se sienta desatendida. Si bien es cierto que está con su cuerpo,
no está con su mente ni con su corazón. ¿La mente y el corazón de aquel hombre
están divirtiéndose en el jardín o están concentrados en planificar a la
reunión del lunes? Aquel hombre no se divierte: trabaja en un entorno distinto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario