FOFETO FULERO
A
Héctor Larrea.
Hombre que supo ser miedoso, aura que dice, Fofeto
Fulero, casau con naides porque nunca se quiso acollarar. Era un hombre de lo
más soltero.
Si una mujer se le quería
quedar en el rancho, él se mudaba. Como siempre alguna se le quería quedar, la
mayor parte del tiempo se la pasaba en mudanzas. Miedoso pa las mujeres y pa
todo, por miedoso agarró fama de cantor.
Si de noche el viento le
sacudía el rancho, él pegaba unos gritos que venía gente de lejos pa ver qué le
pasaba. Cuando Fofeto Fulero los veía venir, pa disimular seguía gritando pero
haciendo ver como que cantaba.
Hasta que un día montó a
caballo, se le desbocó el caballo, y no supo cómo sofrenarlo al caballo. Nunca
había sido buen jinete de puro miedoso nomás. Le gustaba, pero cuando estaba
arriba le entraba el chucho. Según él, era porque de arriba al caballo no se le
ve la cara y uno nunca sabe qué estará por hacer. Y no es cuestión tampoco de
andarse bajando a cada momento a verle la cara pa tratar de adivinarle las
intenciones.
Se le desboca el caballo,
y allá va Fofeto Fulero… ¿Allá va… allá va Fofeto Fulero de caballo debocau y
en un solo grito! Sin poder sofrenarlo, Fofeto Fulero trepó a los cerros,
galopió por los llanos, se salpicó en los bañados, bajó por las lomas, trepó
por las cuchillas, cruzó los arroyos, se metió por los montes, salió de los
montes, se tajió en las espadañas, y anduvo de pago en pago y en ninguno se
quedó.
Lo vieron pasar las
mozas, los gurises en patas, los viejos alambradores, esquiladores y troperos,
las víboras y los pumas, las lechuzas, los aperiases y los estancieros. Y cada
vez que pasaba cerca de un rancho acomodaba la voz, pa hacer creer que en lugar
de gritar galopaba cantando.
Desde los rancheríos lo
aplaudían al pasar, y más de una china querendona le agitó un pañuelo como una
invitación pa que se abajara. Pero él no se abajaba nada porque tenía el
caballo desbocau. ¿Y allá va Fofeto Fulero en un solo grito… allá va!
Y allá pasando frente al
boliche El Resorte. Salen todos pa verlo. La Duvija lo saluda con el barcino en
los brazos, el tape Olmedo lo saluda levantando una damajuana e vino, el pardo
Santiago revoliando el sombrero, Rosadito Verdoso tirando higos pa arriba, y
otros a las risas, a los chiflidos y ¿Abajajaiiinomás!... y allá va Fofeto
Fulero de caballo desbocau y en un solo grito… y allá se pierde atrás de una
loma y el grito queda como un canto colgado en la tarde.
A estas horas sabe Dios
por dónde andará Fofeto Fulero, de caballo desbocau y en un solo grito.
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