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LA
PUESTA EN ESCENA Y LA METAFÍSICA (7)
El teatro contemporáneo
está en decadencia porque ha perdido por un lado el sentimiento de lo serio, y,
por otro, el de la risa. Porque ha roto con la gravedad, con la eficacia
inmediata y dolorosa: es decir, con el peligro.
Porque ha perdido además
el verdadero sentido del humor y el poder de disociación física y anárquica de
la risa.
Porque ha roto con el
espíritu de anarquía profunda que es raíz de toda poesía.
Es necesario admitir que
en la destinación de un objeto, en el significado o en el empleo de una forma
natural, todo es convención.
Así como la naturaleza
dio a un árbol la forma de un árbol, hubiera podido darle perfectamente la
forma de un animal o de una colina, y ante el animal o la colina hubiéramos
pensado árbol, invirtiéndose así todo
un orden.
Se presume que una
hermosa mujer tiene una voz armoniosa; si desde que el mundo es mundo las
mujeres hermosas nos hubieran llamado con trompetazos y nos hubieran saludado
con bramidos, hubiésemos asociado para siempre la idea de bramido a la idea de
mujer hermosa, y una parte de nuestra visión interna del mundo se hubiera
transformado así radicalmente.
Se comprende entonces que
la poesía es anárquica en tanto cuestiona todas las relaciones entre objeto y
objeto y entre forma y significado. Es anárquica también en tanto su aparición
obedece a un desorden que nos acerca más al caos.
No daré otros ejemplos.
Podría multiplicarlos hasta el infinito, y no sólo con ejemplos humorísticos
como los que acabo de utilizar.
Teatralmente, esas inversiones
de formas, esos desplazamientos de significado podrían llegar a ser el elemento
esencial de esta poesía humorística en el espacio que es dominio de la puesta
en escena.
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