DOS: ME SOBRA CORAZÓN
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La mujer-hombre de traje con chaleco y corbata chillona se acercó a los árboles del fondo donde Senel ya estaba sellando los pulpones y sonrió ásperamente:
-Me dijo Poli que tu padre sabe hasta explicarles a los carniceros vieneses cómo se cortan los costillares a la criolla y todo.
-Bueno, yo no sé tanto. ¿Un mate?
Entonces Karla se sentó a contemplar la avalancha todavía áurea del atardecer sobre los viñedos y devolvió el porongo murmurando:
-Hay días que la vida no parece un infierno. Y hoy parece un paraíso.
Ya había llegado mucha gente que comía sofisticados hors d’oeuvre bajo los parrales y al rato los recién casados se acercaron a la barbacoa y Beto anunció:
-Me acaba de decir mamá que nos tiene una sorpresa preparada para cuando anochezca y quiere que en ese momento vos des un sermón.
Senel agarró una de las copas de espumante que traía Poli en una bandeja y chistó:
-Ni mamado. Yo hoy no corto ni pincho nada más que pulpones.
-Pero carajo -recogió su copa Karla parpadeando hacia la horizontalidad anaranjada que invadía la colina. -Y yo que tenía la esperanza de escuchar una homilía como la gente después de tantos años de no ir a misa. Porque dicen que sos un supercura.
-Y además se va pa arriba como pedo de buzo -carcajeó la novia que había elegido combinar una iridiscente pollera lila con una blusa nacarada sin escote y sin mangas. -Ahora lo acaban de nombrar Vicario General de Montevideo.
-Qué ordinaria que sos, Misobaco -brindó con la mujer encorbatada el cura. -¿Cuándo vas a aprender que en reunión se dice te vas pa arriba como eructo de almeja?
-Shhhh -descargó sus dos clásicos golpecitos de bastón Beto. -¿Cuál era la novela donde Seymour Glass se olvida de cobrar los bochones que gana cuando chanta? ¿Levantad carpinteros la vida del tejado o Franny y Zooey?
-En ninguna de las dos, mi amor.
-Están hablando de las novelas de J. D. Salinger -le aclaró Senel a Karla. -A mi tío Jerónimo lo obsesionaban tanto que después del segundo whisky empezaba a tomarnos exámenes con los episodios de los hermanos Glass. Y yo me sé de memoria la Biblia pero nunca pude embocar uno solo de aquellos acertijos.
-Yo de Salinger leí nada más que The Catcher in the Rye, cuando estuve en la cana: la del pibe que se escapa del colegio y termina en el manicomio después de comer una tonelada de mierda vagabundeando por Nueva York.
-Ah, yo embocaba siempre los acertijos -se le humedeció la nostalgia a Poli. -La anécdota que nombraste está en Seymour / Una introducción, mi amor.
-Bueno, en este momento me siento igual que Seymour. Porque ya hace una hora que la gente choca las copas y cuando hay tantas almas tocándose gritaría de contento.
-¿Ven por qué cuando yo digo que el pobre Jeronimito no nos puede salir muy equilibrado tengo mis fundamentos? -se tanteó la barriga resignadamente la mujer-chiquilina.
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Doris esperó a que los invitados se sirvieran de las distintas tortas que había adentro de la bodega para pedirle a Brenda que la ayudara a cargar las cajas de candilejas, pero antes la mujer-cisne se encerró a maquillarse la boca en el baño.
-Creo que nadie se dio cuenta de tu zinnoberrot, todavía -le hizo una guiñada la matrona del Osttirol cuando llegaron al espacio de pasto que había atrás de la barbacoa.
-El que me vio fue Senel, pero siguió mirando las estrellas y tomando espumante.
-Va a terminar borracho.
-Eso no me preocupa. Lo malo es que yo sé que en este momento está rezando y sudando sangre, solo.
-¿Lo qué?
-Después te explico. ¿Y ahora qué hacemos?
-Ahora hay que formar un corazón en el suelo con las lucecitas y hacer sentar a los novios adentro.
-Qué lindo. ¿Es una tradición vienesa?
-Puede ser. O a lo mejor lo inventaron mis abuelos. Pero te puedo asegurar que allí el diablo no se mete. Lo que te pido es que me hagas el favor de atajar un poco a la gente que sale a comer torta mientras yo armo el corazón. Demoro diez minutos.
Pero Brenda casi corrió hasta los viñedos y le acarició el cuello a Senel, que ni siquiera la miró.
-Cuando llegaste a la bodega pensé que se te había pasado la hematohidrosis invisible, hijito.
-Es que ahora no estoy sudando sangre por tener que abandonar la parroquia.
-Ah, ya entiendo: es por mí. Tenés miedo que esté loca del todo. Lo que vos no sabés es que cuando era chica jugábamos con mis amigas a tomar la comunión con los labios pintados. Por eso me maquillé.
-A mí hace muchos años que lo que más me importa en el mundo es que dejes de maldecir al alto cielo, mamá. Y hoy parece que estuvieras jugando a tener fe.
Pero la mujer-cisne no contestó porque justo en ese momento vio llegar a los novios y cuando les explicó qué era lo que estaba haciendo Doris en la barbacoa a Poli le rielaron plateadamente los ojazos:
-Qué regalo más divino, por Dios. Comparalo con los tres mil euros que me zamparon en la trompa los patos lindos.
-Sin odio, por favor -sonrió Brenda. -Vamos a terminar de una vez con el odio.
-¿Y adentro de ese corazón podremos chuponear como en el Standesamt? -trató de prevenir el desencadenamiento de un round familiar Beto.
-Por supuesto -agarró la conversación a la pasada el Chacho, que ya se tambaleaba de tanto tomar cerveza mezclada con scotch. -Pero sin sacarse la ropa.
Y terminaron todos carcajeando aliviados mientras Doris les hacia señas para llamarlos desde la barbacoa.
-Coño -suspiró Senel. -Esta vuelta de tuerca sí que fue algo milagroso.
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En la zona de la barbacoa no había otra luz que la de las candilejas, y Poli y Beto se sentaron en el pasto sonriéndole con mansedumbre a los aplausos de los invitados.
-¿Y? -se les acercó Doris al cura y a la mujer-cisne. -¿Hay sermón o no hay sermón?
-Vamos a esperar un rato.
-Sí, mejor esperá -le agarró una mano Brenda a su hijo para ponérsela sobre el pecho izquierdo. -¿Sentís cómo late?
-Pero estas palpitaciones son demasiado fuertes -se asustó Senel.
-Son iguales a las que tuve cuando filmé uno de los monólogos de La galante calavera que voy a actuar ahora como regalo de casamiento. A ver si te convencés de que también habemus cielo en mi corazón, hijito.
-Atención todo el mundo. Achtung jeder -levantó los brazos Doris, acercándose eufóricamente al contorno luminoso. -Esta es la segunda sorpresa. Dies ist die zweite Überraschung.
Y entonces Brenda avanzó entre un silencio compacto para bordear las candilejas con una especie de tensión que la hacía titilar ondulantemente mientras teatralizaba casi cantando un párrafo del Discurso en elogio de Alcides de María de Julio Herrera y Reissig:
-Ley suprema -señores- de solidaridad incontrastable, corolario armónico de sana filosofía, evangelio divino de altruismo y de amor cristiano, por la que en virtud de póstumas transmigraciones y ensambladuras íntimas, los seres y los espíritus, las vibraciones y los perfumes y las cosas y los fluidos se unen, se compenetran y se precisan a través de la Vida y la Muerte, ley que vincula las almas a las almas, que modela el pensamiento de todos con el pensamiento de uno y que integra el pensamiento de uno con el pensamiento de todos.
Y de golpe se levantó el vestido para eludir las llamas de los velones y avanzó hasta curvar los brazos sobre los novios y enfocar doradamente la hipnosis petrificada del público:
-Platón completado por Newton. El cerebro ratificado por el Astro. El Evangelio y la Astronomía. El corazón y la ciencia. Los números y las lágrimas. Las matemáticas y los versos. El alma y la fuerza. La moral y la física. El amor y la inmortalidad. Y Dios en el centro de todo.
-Bravo -se le empenachó un grito guerrero a Doris cuando la actriz se inclinó para pedirles a los novios que se levantaran como si los actores hubiesen sido los tres.
Y después de años de incomunicación total el Chacho reverenció a su ex-esposa sacándose el sombrerazo blanco de cow-boy y ella explicó:
-Es una parte de la película que acaba de rodar nuestra consuegra en Montevideo.
-Alcanzame una copa, cuñado -le pidió Beto a Senel, aunque la que se la puso en la mano fue Karla.
Y Poli besó a su madre murmurando:
-Tu nieto medirá seis centímetros pero ahora lo estoy sintiendo bailar como un cosaco.
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-¿Así que anoche actuó una parte de la película? -se pañueleó los lentes muy empañados Michita para volver a contemplar las fotos rembrandtianas que había sacado Doris en la fiesta. -Y estas lucecitas vendrían a ser una especie de escenografía.
-Es un corazón formado por candilejas. Dice Poli que los abuelos de mi consuegra se casaron así en el Osttirol, y que a ellos los hizo sentarse en el suelo por sorpresa cuando ya se estaba terminando la fiesta. Y entonces Brenda se decidió a regalarles un monólogo de Herrera y Reissig.
-Pero la foto donde aparece sonriendo en la cama es de esta mañana.
-Claro. Esa se la sacó Senel. Porque él había tomado mucho y lo trajeron antes al apartamento. Y cuando se despertó encontró a la madre así y sintió que nunca había visto nada más santo en el mundo.
-Quiere decir que ella se acostó sin sacarse el vestido ni el maquillaje.
-Sí. Y debe haber hecho un paro cardíaco súbito -dejó de secarse la cara el hombre. -Dicen que desde que llegó a Viena le venían a cada rato esas palpitaciones de felicidad que tuvo toda la vida, aunque no muy a menudo.
-¿Y nunca se las trató?
-Es que los electros siempre le dieron bien y nunca le diagnosticaron ni arritmia ni extrasístoles ni taquicardias paroxísticas. Pero lo que me dejó helado fue que hoy Poli me contó que cuando Brenda vio la foto de Pirín y Jerónimo en el Penitente dijo que las expresiones la hacían acordar a la que tiene el actor de Belleza americana después que lo asesinan.
-No conozco esa película.
-Es una película donde escuchás al personaje contando su historia como si te hablara desde el más allá.
-Y la verdad es que esta risa parece que te estuviera llegando desde el cielo -se persignó Michita. -¿Y cuándo se dio cuenta Senel de que ella ya se había ido?
-Cuando le pareció que estaba demasiado rígida y trató de despertarla.
-Lo milagroso es que antes se le haya ocurrido sacarle esta foto.
-Pero lo más increíble es que anteayer yo haya soñado que a ella la lapidaban y se moría con el corazón brillándole en la boca.
-¿Y las fotos del asado ya las tenías desde anoche?
-Claro. Y recé mucho rato agradeciendo la resurrección de la mujer de mi vida y cuando me despertó el teléfono estaba soñando que nos volvíamos a casar.
-¿Ya le avisaste a la familia?
-Sí. Y mientras les daba el pésame me acordé de uno de los pocos poemas insufribles que vomitó mi hermano. Se llama Para una infanta rota y dice: Tus asesinos guardan con cariño / la primera muñeca que abortaste.
-¿Y ya hablaron de lo que van a hacer con el cuerpo?
-Estamos todos de acuerdo en que la entierren allá.
-Me parece perfecto. Porque fue en Viena y no en este país del diablo donde resucitó.
2014-2016
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