domingo

CONDE DE LAUTRÉAMONT (ISIDORE DUCASSE) 127 - LOS CANTOS DE MALDOROR


CANTO QUINTO

5 (1)

¡Oh pederastas incomprensibles!, no seré yo el que lance denuestos contra vuestra gran degradación; no seré yo el que acuda para arrojar el desprecio en vuestro ano infundibuliforme. Basta con que las enfermedades vergonzosas y casi incurables que os asedian lleven consigo su infaltable castigo. Legisladores de instituciones estúpidas, inventores de una moral estrecha, alejaos de mí, pues yo soy un alma imparcial. Y vosotros jóvenes adolescentes o mejor, jovencitas, explicadme cómo y por qué (pero manteneos a una distancia conveniente, pues tampoco yo sé resistir a mis pasiones) la venganza germinó en vuestros corazones para prender en el flanco de la humanidad semejante guirnalda de heridas. Habéis hecho que se ruborizara de sus hijos a causa de vuestra conducta (que yo venero); el modo como os prostituís ofreciéndoos al primero que llega, pone en juego la lógica de los pensadores más profundos, en tanto que vuestra sensibilidad exagerada colma la medida de la estupefacción de la mujer misma. ¿Sois de naturaleza más terrestre o menos terrestre que vuestros semejantes? ¿Poseéis acaso un sexto sentido que a nosotros nos falta? No mintáis y decidnos cuáles son vuestros pensamientos. No es un interrogatorio lo que formulo, pues desde que frecuento como observador la sublimidad de vuestras inteligencias grandiosas, sé a qué atenerme. Que mi mano izquierda os bendiga, ángeles protegidos por mi amor universal. Beso vuestros rostros, beso vuestros pechos, beso, con mis labios suaves, las diversas partes de vuestros cuerpos armoniosos y perfumados. ¿Por qué no me habéis dicho en seguida lo que érais, cristalizaciones de una belleza moral superior? Ha sido necesario que yo adivinase por mí mismo los innumerables tesoros de ternura y de castidad que ocultaban los latidos de vuestros corazones oprimidos. Pechos ornados de guirnaldas de rosas y de vetiver. Ha sido necesario que entreabriera vuestras piernas para conoceros y que mi boca se suspendiera en las insignias de vuestro pudor. Pero (cosa importante de exponer) no olvidéis lavar todos los días la piel de vuestras partes con agua caliente, pues de no ser así, chancros venéreos brotarían indefectiblemente en las comisuras hendidas de mis labios insaciables. ¡Oh! si en lugar de ser un infierno, el universo no hubiera sido más que un inmenso ano celeste, observad el además que hago en el lugar de mi bajo vientre: sí, yo hubiera hundido mi verga a través de su esfínter sangrante, destrozando con mis movimientos impetuosos las propias paredes de su recinto. El infortunio no habría soplado entonces, sobre mis ojos cegados, dunas enteras de arenas movedizas; yo habría descubierto el lugar subterráneo donde yace la verdad dormida, y los ríos de mi esperma viscoso hubieran encontrado de ese modo un océano adonde precipitarse. Pero ¿por qué me sorprendo a mí mismo anhelando un estado de cosas imaginario que nunca recibirá el sello de un cumplimiento ulterior? No nos tomemos el trabajo de construir hipótesis fugaces. Entretanto, que venga a mi encuentro aquel que arde en deseos de compartir mi lecho; pero pongo una condición rigurosa a mi hospitalidad: es necesario que no tenga más de quince años.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+