(extraídos de Hijos de nadie 2, suplemento
del Taller Literario Universo publicado en el número 2 de la revista Proyección. 1994)
(I)
A Fernando Bassino
y cuando miro este lugar lleno de vidrios
se me hunden los jugos del día
tanto me importa verte germinar o pudrir
en este
siglo de pájaros
que se suceden como hojas de cipreses
hinchados
las palabras
cómo dártelas entonces
si la muerte ha clavado en mi ojo triste
su polvo
y mis manos en este bar húmedo
sostienen cada hueso de tu cabeza a pasos
de un cuchillo
que raspará el aire aprisionado de tu
pulmón izquierdo
tan tristemente sin luz
tu garganta
porque en un momento
no sé di doblemente quiero abrazarte
o anestesiar nuestra cópula de cáncer y
saliva
mientras mi alma se cose con los hilos que
atan
las dos partes de mi pecho
bopsia biopsia biopsia
anatomía
mierda
me sueña entre un sueño de olor nauseabundo
“sule
shulé sic hare hare”
necesito mirarte antes que entres despacio
a la carne terriblemente
hundida por las vísceras
para que te haga salir de mí
húmedo
por el vino que adormece tus venas
hinchadas
o evitar que tu cuerpo sea blando
en un solo momento siempre
de gusanos
(II)
ay mi padre!
que ha desgajado mis oídos
con sus tercas
palabras
ay sus ojos!
que retuercen mis vísceras
estremecidas
por la sombra de los huesos
por las horas
que le quedan a esta casa y
su tierra negramente
poblada por negras cabezas
ay sus manos!
que me han señalado como
mujer de compañía cambiante
como el verano de una piedra
hoja o caldera hirviente
como el viento de una playa
traspasada por veleros solitarios
ay su boca!
que ha vomitado
escupido ni lo que ella misma
se confiaba en decir
que ha vendido mis piernas y
su medio a hombres imaginarios
ay los pobres días de mi
padre!
esperando tras las cortinas
oscurecidas
del cuarto de sus hijos
ay el sueño de mi padre!
que desesperadamente busca
eternidad
entre sus huesos nuevos y
oxidados
sus cuidadas aceitunas
ay los pelos de mi padre!
retardados por
excrementos de pájaros
que acuchillan su tarde
ay su noche!
esperándome
maldiciéndome
atravesándome con las pocas
palabras que estrujan sus dedos
soportando su propio cadáver
y los poquísimos y amargos
minutos que quedaban
tristes
esperando que me vaya
lejos de su aliento
de su sangre pequeñísima
tan herida
tan herida
(III)
viernes y abre la puerta
un pedazo de hombre
restos de aquella carne mal
soñada
me saludan
viernes y no sabe todavía
si rascarse el pie derecho
secarse los labios con la
propia lengua
sacarse quizás los lentes
desencajados
del mediodía de la cara
apoyarse los dedos en el mes
de su propio olvido
testigo
de su sonrisa alucinada bajo
la gordura de su boca
ha venido a meterla en el
sexo de su yegua enferma
hoy era viernes
y no sabe todavía
que el animal lamenta su
hermosura
por la espera
por la cópula de los lobos
por el degüello de una
gallina en su nido
viernes
sí
y no ha sabido
cómo rehacerle la carne
amasijada
cómo darle de su vino y
entreverarle las ancas con
sus pelos de comadreja
viernes
y la han desmembrado poco a
poco
todos los hombres del mundo
incrustados
en ese único hombre
que ha vuelto a su tierra
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