En la medida en que hacen operables estos
círculos (80) con la descodificación del material elaborado en la etapa
anterior, van siendo grabadas las discusiones que serán analizadas
posteriormente por el equipo interdisciplinario. En las reuniones de análisis
de este material debieran estar presentes los auxiliares de la investigación,
representantes del pueblo y algunos participantes de los “círculos de
investigación”. Su aporte, al margen de ser un derecho que a ellos les cabe, es
indispensable en el análisis de los especialistas.
Es así como, tanto sujetos como
especialistas, en el tratamiento de estos datos, serán rectificadores y
ratificadores de la interpretación de los hallazgos que en la investigación se
hagan.
Desde el punto de vista metodológico, la
investigación, que desde su inicio se basa en la relación simpática a que nos
referimos, tiene además esta dimensión fundamental para su seguridad: la
presencia crítica de los representantes del pueblo desde su comienzo hasta su
fase final, la del análisis de la temática encontrada, que se prolonga en la
organización del contenido programático de la acción educativa, como acción
cultural liberadora,
A estas reuniones de descodificación en
los “círculos de investigación temática”, además del investigador como
coordinador auxiliar de la descodificación, asistirán dos especialistas, un
psicólogo y un sociólogo, cuya tarea será la de registrar las reacciones más
significativas o aparentemente poco significativas de los sujetos
descodificadores.
En el proceso de la descodificación, cabe
al investigador auxiliar de esta, no sólo escuchar a los individuos, sino
desafiarlos cada vez más, problematizando, por un lado, la situación
existencial codificada y, por otro, las propias respuestas que van dando
aquellos a lo largo del diálogo.
De este modo, los participantes del
“círculo de investigación temática” van extroyectando, por la fuerza catártica
de la metodología, una serie de sentimientos, de opiniones de sí, del mundo y
de los otros que posiblemente no extroyectarían en circunstancias diferentes.
En una de las investigaciones realizadas
en Santiago (desgraciadamente no concluida), al discutir un grupo de
individuos, residentes en un conventillo, una escena en que aparecían un hombre
embriagado que caminaba por la calle y, en una esquina, tres jóvenes que
conversaban, los participantes del círculo de investigación afirmaban que “ahí
el borracho apenas es productivo y útil a la nación: el borracho que viene de
vuelta a casa, después del trabajo, donde gana poco, preocupado por la familia,
cuyas necesidades no puede atender”. “Es el único trabajador.” “Él es un
trabajador decente como nosotros, que también somos borrachos.”
El interés del investigador, el psiquiatra
Patricio López, a cuyo trabajo hiciéramos referencia en nuestro ensayo
anterior, (81) era estudiar aspectos del alcoholismo. Sin embargo,
probablemente, no habría conseguido estas respuestas si se hubiese dirigido a
aquellos individuos con un cuestionario elaborado por él mismo. Tal vez al
preguntárselo directamente negaran, incluso, que bebían de vez en cuando.
Frente a la codificación de una situación existencial, reconocible por ellos y
en la cual se reconocían, en relación dialógica entre sí y con el investigador,
dijeron lo que realmente sentían.
Notas
(81) Paulo Freire, op. cit.
No hay comentarios:
Publicar un comentario