VIGESIMOSEGUNDA ENTREGA
DOS: PAN AMASADO POR EL DIABLO (8)
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Bajamos a esperar a Roberto en la vereda: Annelise camina normalmente, aunque el maquillaje usado para divertirse anoche con Paloma le empoza la palidez. Abel había sustituido el pantalón piyama por un short blanco, y llevaba la monstruosidad bien envuelta y guardada en el cartapacio.
-Este es el coche que pidieron, señores -dice mi cuñado al estacionar en doble fila bajo la magnolia, sin apagar el motor. -No llevo chapa ni aparato de taxi porque unas de las teorías manejadas por la opinión pública afirma que el psicópata de Carrasco podría ser un descarriado obrero del volante.
La muchacha se rio fuerte, y de golpe se tapó la boca y le pidió la llave a Abel para ir a buscar los lentes Lennon.
-Cómo andás -le pregunto a mi cuñado mientras Annelise se contonea por el jardín como si volviera de una fiesta donde le fue muy bien.
-Subí adelante -contestó Roberto. -Yo no ando mal del todo. Tengo el cangrejo a la vista, por lo menos.
Y nos miramos fijo.
Cuando Luz Adrogué fue vencida por la artrosis y abandonó definitivamente los carnavales la vida quiso que se empleara como sirvienta en un apartamento del bloque de enfrente donde vivía el amigovio de Paloma que además era el hijo del mejor compañero de celda que tuviste en el Penal de Libertad.
No volvieron a hablar hasta llegar al Marítimo.
-Vos bajás conmigo -le comunico a Annelise, enfocando el rebote cegador de sus lentes en el espejito. -Qué mañana preciosa.
-Bruto domingo -suspiró Roberto y prendió la Clarín. -No hay caso: el Mago se las sabe todas. ¿Te acordás cómo termina este tango?
-Cómo termina -bosteza Annelise.
-Mañanaaaa / te quiero ver -cantó Abel. -¿Y te acordás de la parte que dice Todo es eterno y constante / todo es música y razón / y todo como el diamante / antes que luz es carbón? Terrible tango, cuñado.
-Suerte -muequea Roberto. -Aunque no sepa con qué.
Tato Carro tenía nueve años y el día antes que Luz empezara a trabajar en su casa había robado una botella de moscato para emborracharse en la cantera así como tres años atrás se había tirado en el medio de la calle con una pelota de fútbol abajo del brazo para que un auto lo depositara en el cielo y al tercer día de curda consecutiva Luz se enteró que el padre del chiquilín estaba encerrado en un manicomio y pidió permiso para llevar a Tato de visita al conventillo.
-¿Y a mí cuándo carajo me vas a explicar qué estamos haciendo aquí, loco? -siguió bostezando Annelise mientras Abel abría la puerta del club. -Pa. Qué relajo armaron.
Entonces la agarro de los hombros y digo:
-No te asustes, chiquita.
-De qué.
-De nada de lo que veas en la casa de los cuidadores, ¿okey?
Y al otro día te llamó Alondra para que fueras a buscar a Tato al conventillo y supiste que la negra estaba agonizando en un hospital y el chiquilín volvió a escaparse apenas lo dejaste en su casa y esa noche su madre lo encontró jugando solo al fútbol en la cantera como quien baila borracho de felicidad y dijo que Luz se le había aparecido vestida de comunión para mostrarle al padre plantado entre los álamos que bordean el arroyo.
-Todo viento -sonrió Annelise.
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Yemanjá los hizo pasar con un Avanti que degeneró en una carcajadita: ahora estaba vestida de vedette lubola y llevaba más que mediada la segunda botella de Chivas.
-El viejo mundo -sonríe haciendo retemblar las gigantescas tetas sudadas y ornamentadas por un hervor de lentejuelas. -El mundito, rapaz. ¿Qué decís? Siéntense y tomensé una.
Annelise permaneció parada. Yo me acomodo frente a la mesa llena de cachivaches, me sirvo whisky y abro el cartapacio.
-Ya sé lo que me traen -dijo la negra, seria. -Pero primero van a firmarme un compromiso, muchachos.
Y se arranca una pluma del turbante y se la clava grotescamente en la entrepierna.
-Ahí tenés: una pluma de faisán mojada con la mejor tinta china del mundo. Hagan un par de cruces en una servilleta nomás, porque yo ya me olvidé de leer.
-¿Qué es lo que hay que firmar?
Y al otro día explotó la noticia de la muerte de Luz Adrogué y la Negra Jefa fue velada en el Estadio Centenario con honores oficiales y la gente hizo cola durante horas para llevarle una flor y los tamborileros sombrerearon más plata que la habían que la que habían juntado en todo el carnaval.
-HAY QUE FIRMAR EL COMPROMISO DE NO DARLE MÁS ACIDEZ DE ESTÓMAGO A LA MADRE DEL MUNDO CON ESTAS PORQUERÍAS!!!! -aulló Yemanjá, desenvolviendo la monstruosidad para tragársela con un trago larguísimo de Chivas. -PUAJJJJ. CADA DÍA BANCO MENOS LOS COÁGULOS. CHE, ¿QUÉ ESPERAN? FIRMEN!!!! ESTE SACRIFICIO LO HAGO U-NA-SO-LA-VEZ-POR-CA-DA-PE-PA. ¿COMPRENDISTE? A PARTIR DE LA SEGUNDA VEZ LA RESACA SE LA TIENE QUE MORFAR CADA INTERESADA EN ECHAR SANGRE AL RÍO!!!!
Entonces dibujamos dos cruces temblorosas en una servilleta y pregunto:
-Así que era nada más que un coágulo.
-¿NADA MÁS, DECÍS? ESTO ES BASURA, MACHO!!!! BASURA DEL CUORE!!!! ¿COMPRENDISTE?
Y la televisión filmó con lujo de detalles el velorio del siglo incluidos los discursos de las autoridades de todo tipo y mientras ustedes veían el noticiero Tato y Paloma escuchaban rockandombeando a todo volumen en el escritorio.
-¿Qué te pasa que no sentás, mijita? -preguntó la negra, encajándose un Peter Stuyvesant en la trompa despintada. -¿Te hiciste caca en el bombachudo? Mirá cuando se entere la rubiola de que te degollaste a espaldas de ella.
-¿Qué? ¿Ustedes nunca se degollaron? -ladra Annelise, sentándose en mi posabrazos y sacándome el whisky con una complicidad seductora.
-Nunca -mostró los dientes amenazadoramente Yemanjá. -Y tampoco robamos maridos. Si caen, caen por su cuenta. Tu hermana será indecente pero no podrida.
-¿Mi qué?
-TU HERMANA!!!! ¿O no sabés quién soy? No te hagas la inocente conmigo. ¿O vos también te creés que cuando reventó Luz Adrogué se acabó el canyengue de la purificación?
Y de repente Tato te trajo un papelito que decía No lastimen las caras de la infancia no transformen la felisidá en muerte Esto es lo que les manda decir Luz a todos los mentirosos que están hablando de ella en la televisión.
-Dale, Oxún -murmura Yemanjá Saba, con filosa dulzura. -Sacate la careta.
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