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MARTÍN FIERRO - JOSÉ HERNANDEZ

Fecha de Edición - Buenos Aires 1872

EL GAUCHO MARTÍN FIERRO

SEXTA ENTREGA

IV – GRINGOS EN LA FRONTERA. LA ESTAQUIADA.


134

Yo andaba desesperao,

aguardando una ocasión

que los indios un malón

nos dieran, y entre el estrago

hacérmeles cimarrón

y volverme pa mi pago.


135

Aquello no era servicio

ni defender la frontera;

aquello era ratonera

en que sólo gana el juerte:

era jugar a la suerte

con una taba culera.


136

Allí tuito va al revés;

los milicos son los piones,

y andan en las poblaciones

emprestaos pa trabajar;

los rejuntan pa peliar

cuando entran indios ladrones.


137

Yo he visto en esa milonga

muchos jefes con estancia,

y piones en abundancia,

y majadas y rodeos;

he visto negocios feos

a pesar de mi inorancia.


138

Y colijo que no quieren

la barunda componer;

para eso no ha de tener,

el jefe que esté de estable,

más que su poncho y su sable,

su caballo y su deber.


139

Ansina, pues, conociendo

que aquel mal no tiene cura,

que tal vez mi sepoltura

si me quedo iba a encontrar,

pensé mandarme mudar

como cosa más sigura.


140

Y pa mejor, una noche

¡qué estaquiada me pegaron!

Casi me descoyuntaron

por motivo de una gresca:

¡ahijuna, si me estiraron

lo mesmo que guasca fresca!


141

Jamás me puedo olvidar

lo que esa vez me pasó;

dentrando una noche yo

al fortín, un enganchao,

que estaba medio mamao,

allí me desconoció.


142

Era un gringo tan bozal,

que nada se le entendía,

¡quién sabe de ande sería!

Tal vez no juera cristiano,

pues lo único que decía

es que era papolitano.


143

Estaba de centinela

y por causa del peludo

verme más claro no pudo,

y esa jue la culpa toda:

el bruto se asustó al ñudo

y fi el pavo de la boda.


144

Cuando me vido acercar:

quién vivore-? Preguntó;

¿qué víboras?, Dije yo.

¡Ha garto!, Me pegó el grito,

y yo dije despacito:

¡más lagarto serás vos!


145

Ahi no más, ¡cristo me valga!,

Rastrillar el jusil siento:

me agaché, y en el momento

el bruto me largó un chumbo;

mamao, me tiró sin rumbo,

que si no, no cuento el cuento.


146

Por de contao, con el tiro

se alborotó el avispero;

los oficiales salieron

y se empezó la junción;

quedó en su puesto el nación,

y yo fi al estaquiadero.


147

Entre cuatro bayonetas

me tendieron en el suelo;

vino el mayor medio en pedo

y allí se puso a gritar:

¡pícaro, te he de enseñar

andar reclamando sueldos!


148

De las manos y las patas

me ataron cuatro cinchones;

les aguanté los tirones

sin que ni un ¡ay! Se me oyera,

y al gringo la noche entera

lo harté con mis maldiciones.


149

Yo no sé porqué el gobierno

nos manda aquí a la frontera

gringada que ni siquiera

se sabe atracar a un pingo.

¡Si creerá al mandar un gringo

que nos manda alguna fiera!


150

No hacen más que dar trabajo,

pues no saben ni ensillar;

no sirven ni pa carniar:

y yo he visto muchas veces

que ni voltiadas las reses

se les querían arrimar.


151

Y lo pasan sus mercedes

lengüetiando pico a pico

hasta que viene un milico

a servirles al asao-

y eso sí, en lo delicaos,

parecen hijos de rico.


152

Si hay calor, ya no son gente;

si yela, todos tiritan;

si usté no les da, no pitan

por no gastar en tabaco,

y cuando pescan un naco

uno al otro se lo quitan.


153

Cuando llueve se acoquinan

como perro que oye truenos.

¡Que diablos!, Sólo son güenos

pa vivir entre maricas,

y nunca se andan con chicas

para alzar ponchos ajenos.


154

Pa vichar son como ciegos;

no hay ejemplo de que entiendan,

ni hay uno solo que aprienda,

al ver un bulto que cruza,

a saber si es avestruza,

o si es jinete, o hacienda.


155

Si salen a perseguir

después de mucho aparato,

tuitos se pelan al rato

y va quedando el tendal:

esto es como en un nidal

echarle güevos a un gato.

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