jueves

MARTÍN FIERRO - JOSÉ HERNANDEZ



Fecha de Edición - Buenos Aires 1872

CUARTA ENTREGA

III – SIRVIENDO EN LA FRONTERA (2)

88

Nos volvíamos al cantón

a las dos o tres jornadas,

sembrando las caballadas;

y pa que alguno la venda,

rejuntábamos la hacienda

que habían dejao rezagada.


89

Una vez entre otras muchas,

tanto salir al botón,

nos pegaron un malón

los indios y una lanciada,

que la gente acobardada

quedó dende esa ocasión.


90

Habían estao escondidos

aguaitando atrás de un cerro...

¡lo viera a su amigo Fierro

aflojar como un blandito!

salieron como maíz frito

en cuanto sonó un cencerro.


91

Al punto nos dispusimos

aunque ellos eran bastantes;

la formamos al instante

nuestra gente, que era poca,

y golpiándose en la boca

hicieron fila adelante.


92

Se vinieron en tropel

haciendo temblar la tierra.

no soy manco pa la guerra

pero tuve mi jabón,

pues iba en un redomón

que había boleao en la sierra.


93

¡Qué vocerío! ¡qué barullo!

¡qué apurar esa carrera!

la indiada todita entera

dando alaridos cargó,

¡jue pucha!... Y ya nos sacó

como yeguada matrera.


94

¡Qué fletes traiban los bárbaros!

¡como una luz de ligeros!

hicieron el entrevero

y en aquella mezcolanza,

este quiero, éste no quiero,

nos escogían con la lanza.


95

Al que le daban un chuzazo,

dificultoso es que sane.

en fin, para no echar panes,

salimos por esas lomas,

lo mesmo que las palomas

al juir de los gavilanes.


96

¡Es de almirar la destreza

con que la lanza manejan!

de perseguir nunca dejan,

y nos traiban apretaos.

¡si queríamos, de apuraos,

salirnos por las orejas!


97

Y pa mejor de la fiesta

en esa aflición tan suma,

vino un indio echando espuma,

y con la lanza en la mano,

gritando: acabáu cristiano,

metau el lanza hasta el pluma.


98

Tendido en el costillar,

cimbrando por sobre el brazo

una lanza como un lazo,

me atropelló dando gritos:

si me descuido... El maldito

me levanta de un lanzazo.


99

Si me atribulo o me encojo,

siguro que no me escapo:

siempre he sido medio guapo,

pero en aquella ocasión

me hacía buya el corazón

como la garganta al sapo.


100

Dios le perdone al salvaje

las ganas que me tenía...

desaté las tres marías

y lo engatusé a cabriolas...

¡pucha...! Si no traigo bolas

me achura el indio ese día.


101

Era el hijo de un cacique,

sigún yo lo averigüé;

la verdá del caso jue

que me tuvo apuradazo,

hasta que por fin de un bolazo

del caballo lo bajé.


102

Ahi no más me tiré al suelo

y lo pisé en las paletas;

empezó a hacer morisquetas

y a mezquinar la garganta...

pero yo hice la obra santa

de hacerlo estirar la jeta.


103

Allí quedó de mojón

y en su caballo salté;

de la indiada disparé,

pues si me alcanza me mata,

y al fin me les escapé,

con el hilo de una pata.

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