por Avelina Lésper
Cuando Platón, con su Alegoría de la Caverna, despreció a la realidad sensible, al conocimiento que podemos adquirir a través de los sentidos, que científicamente hablando es la única forma de reunir información que tenemos, para dar prioridad a la especulación de las ideas, abrió la puerta a la existencia de los mitos de las religiones monoteístas y de los cimientos ideológicos del arte contemporáneo.
El arte deja su presencia sensible, para cambiarla por conceptos, que se respaldan por filosofía. Dice Arthur Danto "La crítica del arte debe ser ahora filosofía del arte". Los objetos no tienen una realidad sensible, nuestros sentidos están engañados, como afirma Platón, son las ideas que los cubren por una atmósfera la que les da su valor artístico. Agrega Danto; "La obra debe estar envuelta en una atmosfera de teoría". Si vemos, asimilamos y aceptamos esas ideas, sin verificarlas, ni comprobar si corresponden o son consecuentes con el objeto, entonces, en nuestra sumisión, estamos en capacidad de ver el arte en esa obra.
El arte no es el objeto, es la idea que se impone al objeto. Ya no se ve al arte a primera instancia, se ve la idea de arte que hay sobre ese objeto. Esto, que inició con el arte conceptual, sigue vigente y es la piedra angular de las obras contemporáneas. El concepto es más poderoso que cualquier obra y da sentido a décadas de producción de objetos y su exposición en los museos que carecen de una propuesta visual y estética real.
Este concepto es por un lado la intención del artista en relación con su objeto y una reunión de citas filosóficas que le dan validez teórica. No se trata de que una botella con un papel dentro, se exponga con la sola idea que el artista tiene de eso, si es que la tiene, se trata de que esa botella vacía sea parte de una sucesión de referencias filosóficas que alejen a ese objeto de su evidente intranscendencia.
El arte al demostrase como infra inteligente, carente de valores estéticos o sin trazas de técnicas depuradas en su realización, denigra nuestra percepción para decir que eso que vemos no es lo que vemos, es algo más y se encuentra en la idea, en el concepto, en una presencia invisible, etérea que lo cubre con un manto de intelectualidad. Los artistas no quieren que se piense que son infra inteligentes como sus obras y para eso las ideas que le agregan nos dicen que eso pertenece a un universo que no se ve con estos ojos ni se percibe con nuestros sentidos, pertenece a un mundo supra sensible. El artista deja su lugar de creador y se lo entrega a los teóricos y acaban con la experiencia estética para sustituirla por una experiencia ideológica.
En el arte contemporáneo se toman de la mano las religiones monoteístas y la filosofía, beben de la misma copa. Deleuze dice que el filósofo es el que piensa e inventa el concepto, al artista le basta señalar a un objeto cualquiera y llamarlo arte. El fabricante de conceptos es más necesario para la obra de arte que el creador de una obra.
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