miércoles

CLARISSA PINKOLA ESTÉS - MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS



DUODÉCIMA ENTREGA
   
CAPÍTULO 2 (5)
  
El novio animal
Barba Azul (5)
  
Así pues, a pesar de que la joven intenta cumplir las órdenes del depredador y accede a seguir ignorando el secreto del sótano, sólo puede cumplir sus promesas hasta cierto punto. Al final, inserta la llave, es decir, la pregunta, en la cerradura de la puerta y descubre la horrible carnicería en alguna parte de su vida profunda. Y la llave, este pequeño símbolo de su vida, se pone a sangrar de repente y no cesa de proclamar a gritos que hay algo que falla. Una mujer puede tratar de ocultar las devastaciones de su vida, pero la pérdida de sangre, es decir, de su energía vital, no cesará hasta que identifique la verdadera condición del depredador y la reprima.
  
Cuando las mujeres abren las puertas de sus propias vidas y examinan las carnicerías ocultas en aquellos recónditos lugares suelen descubrir que han estado permitiendo la ejecución sumaria de sus sueños, objetivos y esperanzas más decisivos. Y descubren también unos pensamientos, sentimientos y deseos exánimes que antaño eran atrayentes Y prometedores, pero ahora están exangües.
  
Tanto si estas esperanzas y estos sueños se refieren a un deseo de relación como si se refieren a un deseo de logros, de éxitos o de posesión de una obra de arte, cuando alguien hace este horrible descubrimiento en su psique, podemos tener la certeza de que el depredador natural, a menudo simbolizado en los sueños como un novio animal, se ha estado dedicando a destruir metódicamente los más profundos deseos, inquietudes y aspiraciones de una mujer.
  
En los cuentos de hadas, el personaje del novio animal es un tema común que representa algo perverso disfrazado de algo benévolo. Este personaje u otro de carácter similar está siempre presente cuando una mujer experimenta unos presentimientos ingenuos acerca de algo o de alguien. Cuando una mujer intenta evitar los hechos de sus propias devastaciones, lo más probable es que sus sueños nocturnos le adviertan a gritos que despierte y pida socorro o huya, o acabe con ello.
  
A lo largo de los años he visto muchos sueños femeninos en los que está presente la figura del novio animal o la sensación de que las—cosas—no—son—tan—bonitas—como—parecen. Una mujer soñó con un hombre guapo y encantador, pero, al bajar la vista, vio que de su manga estaba empezando a salir y desenrollarse un trozo de lacerante alambre de púas. Otra mujer soñó que estaba ayudando a un anciano a cruzar la calle y que, de pronto, el anciano esbozaba una diabólica sonrisa y se disolvía en su brazo, produciéndole una grave quemadura.
  
Otra soñó que comía con un amigo desconocido cuyo tenedor volaba sobre la mesa y la hería de muerte.
  
Este no ver, este no comprender y no percibir que nuestros deseos interiores no concuerdan con nuestras acciones exteriores es la huella que deja el novio animal. La presencia de este factor en la psique explica por qué razón las mujeres que dicen desear una relación hacen todo lo posible por sabotearla. Ésta es la razón de que las mujeres que se fijan unos objetivos aquí, allí o donde sea en tal o cual momento jamás cubren ni siquiera la primera etapa del viaje o lo abandonan al primer obstáculo. Ésta es la razón de que todas las dilaciones que dan lugar a un aborrecimiento tan grande de sí mismas, todos los sentimientos de vergüenza que tanto se enconan debido a la represión de que han sido objeto, todos los nuevos comienzos que tan necesarios resultan y todos los objetivos que hace tiempo hubieran tenido que alcanzarse jamás lleguen a feliz término.
  
Siempre que acecha y actúa el depredador, todo descarrila, se derrumba y se decapita. El novio animal es un símbolo muy extendido en los cuentos de hadas y, en general, el relato se desarrolla según el siguiente esquema: Un extraño hombre corteja a una mujer que accede a convertirse en su novia, pero, antes del día de la boda, ella sale a dar un paseo por el bosque, se extravía y, al caer la oscuridad, se encarama a un árbol para librarse de los depredadores. Mientras aguarda a que se haga de día, aparece su prometido con una azada al hombro. Algo en su futuro esposo lo delata como no enteramente humano. A veces la extraña forma de su pie, su mano o su brazo o el aspecto de su cabello resulta decididamente chocante y lo delata.
  
El hombre empieza a cavar una tumba bajo el árbol al que ella se ha encaramado mientras canta y musita que piensa matar a su futura esposa y enterrarla en aquella tumba. La aterrorizada novia permanece escondida toda la noche y, por la mañana, cuando su futuro esposo ya se ha ido, regresa corriendo a casa, informa de lo ocurrido a sus hermanos y a su padre y los hombres atacan por sorpresa al novio animal y lo matan.
  
Se trata de un poderoso proceso arquetípico de la psique femenina. La mujer posee una percepción suficiente y, aunque al principio accede a casarse con el depredador natural de la psique, al final consigue librarse de él, pues ve la verdad que se encierra en todo aquello y es capaz de afrontarla concientemente y tomar medidas para resolver la cuestión.
  
Y ahora viene el siguiente paso todavía más difícil, el de poder soportar lo que se ve, es decir, la propia autodestrucción y condición de muerta.

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