55 años, natural de Londres, cuatro nominaciones y dos Oscar, por Mi pie izquierdo (1989) y Pozos de ambición (2007), y sobre todo, el hombre considerado el mejor actor en activo del mundo. Daniel Day-Lewis, una auténtica leyenda equiparable a Marlon Brando o Montgomery Clift donde no falta, como debe ser, el misterio. Se prodiga poco, rueda una película cada dos o tres años, y entre sus compañeros es el máximo referente. Ahora estamos de suerte porque toca la película de Daniel Day-Lewis y además dirigida por otro mito, Steven Spielberg, y sobre otro mito, el presidente Abraham Lincoln.
El mundo del cine es imprevisible. Viendo Lincoln, uno podría pensar que no hay nadie más adecuado para ese papel que Daniel Day-Lewis. Sin embargo, durante mucho tiempo el personaje estuvo en manos de Liam Neeson. Según el protagonista de La lista de Schindler (1993), esperó tantos años a que el proyecto recibiera el visto bueno, que se hizo demasiado mayor para el papel. Pero Daniel Day-Lewis es sólo cinco años más joven que Neeson, aunque es verdad que se acerca más a la edad que tenía Lincoln en 1865, el de su muerte, que es el que retrata la película: 56 años. La marcha de Neeson empujó a Spielberg a volver a su elección original, Day-Lewis, aunque éste no aceptó porque no sabía si iba a poder con un papel tan icónico. Cuenta la leyenda que fue Leonardo DiCaprio (curiosamente los tres actores, Neeson, Day-Lewis y DiCaprio, coincideron en Gangs of New York) quien le convenció para que asumiera el reto.
«Creo que Daniel, al igual que Tony Kushner, el guionista, ha llevado la esencia de Lincoln a un nivel que va más allá de lo que puedo expresar con palabras. Nunca le pregunté a Daniel acerca del proceso que siguió, nunca lo cuestioné. Simplemente di las gracias por tenerlos conmigo. Con Daniel y Tony, sentía que estaba entre dos figuras gigantes del mundo del cine, y me decía continuamente: no te metas ahí, disfruta de esas palabras, captura esas actuaciones, aprovéchalas lo mejor que puedas; y deja que los actores demuestren su enorme talento», explica Spielberg. El miedo de Day-Lewis ante este desafío era fundado: sólo conocía a Lincoln a grandes rasgos, principalmente, por discursos como el de Gettysburg. «Pero de su parte humana no empecé a tener mucha idea hasta que empecé a estudiarlo. En el guión de Tony ves un hombre en esa extraña paradoja de ser una persona de vida pública y privada». Ese guión parte del libro Team of Rivals: The Political Genius of Lincoln, de la escritora Doris Kearns Goodwin. «El libro de Doris fue un buen punto de partida, pero lo que me resultó más interesante en un momento dado fue intentar hacerme una idea propia de las experiencias personales de Lincoln. Y para ello, el legado de sus propios escritos fue muy importante. Puedes llegar a conocer mucho más de su persona a través de sus discursos y de las historias que él mismo contaba». Otra de las claves para Day-Lewis fue lo que él llama “el ritmo del hombre”. Según explica: «Lincoln actuaba a su propio ritmo y sólo podía hacer las cosas a su ritmo. Necesitaba llegar a su conclusión final después de un proceso lógico en el que confiara. Lo que a los demás les parecía inactividad o parálisis era sólo la impresión que él daba. En su cabeza, recorría el camino a su manera, paso a paso por el proceso hasta que veía las cosas claras». Al final de este complejo viaje para llegar a la esencia del personaje, el actor confiesa que «me quedé con una sensación de infinito placer porque Steven y Tony me permitieran explorar la vida de Lincoln. No ha habido nunca un hombre que me haya gustado tanto como Lincoln y dudo que lo haya algún día».
Sobre la relación profesional que tuvo con Spielberg, Day-Lewis dice que «es una persona muy abierta. Permite que todo el mundo pueda sacar lo mejor de sí mismo en el plano creativo. Y eso, junto con su sentido de la estructura, se convierte en una combinación muy poderosa. También tiene mucha seguridad en sí mismo. Pero su confianza permite que todos los que trabajan con él puedan aportar sus ideas». Actor y director es la primera vez que trabajan juntos. El rodaje de Lincoln está repleto de anécdotas. Una de las más celebradas es la que afecta a Sally Field, que en la película interpreta a Mary Todd Lincoln, la esposa del protagonista. La actriz ganadora de dos Oscar estaba decidida a que el personaje fuera suyo, pero Spielberg no lo tenía tan claro porque pensaba que era demasiado mayor. En realidad, Sally Field es 10 años mayor que Daniel y 20 años mayor que la esposa de Abraham Lincoln, pero la actriz luchó por una prueba y «Daniel tuvo la amabilidad de hacerla conmigo. Es un amor, viajó desde su casa en Irlanda sólo para hacer esa prueba de cámara. Le estaré agradecida siempre por eso».
Kathleen Kennedy, socia de Spielberg desde hace muchos años, asegura que esta película da un giro interesante a la evolución de la carrera de Spielberg como director. «A Steven siempre le ha apasionado la historia y ha hecho muchas películas con contextos históricos –El imperio del sol, La lista de Schindler, Salvar al soldado Ryan– pero él sabía que con Lincoln no crearía una película biográfica convencional. Más bien, él y Tony han tratado de encontrar el modo más íntimo de mostrar el poder de los logros de Lincoln». Desde el principio, Spielberg deseaba darle un enfoque algo más fresco y humano a la historia del presidente y utilizó como base una parte del libro de Doris Kearns Goodwin, un tomo imprescindible que te absorbe por completo y que, desde su publicación en 2005, se ha convertido en un increíble best seller. «Siempre he querido contar una historia sobre Lincoln porque es una de las figuras más fascinantes de la Historia y de mi vida. Me acuerdo cuando tenía cuatro o cinco años y fui al Lincoln Memorial, lo aterrorizado que me sentí cuando vi esa estatua tan grande en esa silla, pero cuanto más me acercaba, más me cautivaba. Nunca olvidaré ese momento, que me dejó haciéndome preguntas sobre ese hombre sentado en esa silla. Lincoln guió a nuestro país en sus peores momentos y permitió que los ideales de democracia americana sobrevivieran y garantizaran el fin de la esclavitud. Pero también quería hacer una película que mostrara las múltiples facetas de Lincoln. Era un hombre de estado, un líder militar, pero también un padre, un marido y un hombre que estaba siempre mirando en lo más profundo de su ser. Quería contar una historia sobre Lincoln sin caer en el cinismo o en la idolatría a un héroe y que fuera real en toda la enormidad del hombre que fue en su vida privada y en su lado más bondadoso». Spielberg y Tony Kushner, que ya trabajaron juntos en la sensacional Munich (2005), decidieron centrarse sólo en los últimos cuatro meses de la vida de Lincoln porque fue en ese periodo de tiempo cuando consiguió sus logros más trascendentales. «Pensamos que haríamos mayor justicia con esta persona tan compleja si la des-cribíamos en su lucha más complicada: la aprobación de la Decimotercera Enmienda. Normalmente, mis películas han transmitido más a través de las imágenes que de las palabras. Pero en este caso, las imágenes pasan a un segundo plano ante las palabras de Abraham Lincoln y ante su mera presencia», revela el director. «Con Lincoln, no quería una imagen tras otra sin parar, sino que prefería dejar que los momentos más humanos de la historia se desarrollaran ante nosotros», termina de contarnos Spielberg, que ya prepara su nuevo proyecto: Robopocalypse.
La relación más intrigante de las muchas que tenía Lincoln en su vida política fue la que mantuvo con su secretario de estado, William Henry Seward, papel en manos del actor David Strathairn. Para hacer de Francis Preston Blair, el poderoso político del Sur y reformador republicano que fue un cercano, pero combativo, asesor de Lincoln, Spielberg eligió a Hal Holbrook, un veterano actor nominado al Oscar, que ha interpretado a Lincoln varias veces, incluyendo una serie televisiva de 1970. John Hawkes, James Spader y Tim Blake Nelson dan vida a hombres del equipo de Lincoln y Tommy Lee Jones a Thaddeus Stevens, representante de Pensilvania. Para Day-Lewis «no creo que vaya a haber nunca un día tan emocionante como el día en que trabajé con Tommy. Y eso se debe a la manera en cómo afrontó el trabajo».
2 comentarios:
Un gran personaje, en su faceta política y personal, pero demasiado charleta, en esta versión, un vara, sermoneador, y a ratos incluso un tanto lunático. Y todo en esa manera tan Spielberg, de resaltar emociones de forma descarada a través de la música, de abrazos del 'todosjuntosporfin', tan impositivo en sus sentimientos... Pero un personaje como Lincoln no puede producir una mala película y de estas tampoco Spielberg sabe hacerlas. Un saludo!
Gracias por tu comentario.
Un abrazo.
Publicar un comentario