CONTRA LA HISTORIA NEGRA
por Hugo Giovanetti Viola
(reportaje recuperado de La Hora Popular, agosto de 1989)
Esta nota fue realizada en Finlandia, en ocasión de celebrarse el XIV Encuentro de Escritores de Lahti, organizados bienalmente a partir de l963.
“Yo visité tu país”, dijo de golpe el hombre que estaba enfrente mío tomando su tercera o cuarta cerveza: “Como marino del imperialismo yanqui”. Y se rió y agregó: “Fue en el 58. Venía de hacer el servicio científico-militar en la Antártida. ¿Cómo está el Uruguay?”. “Mal”, le dije. Y saqué el grabador del bolso. Yo sabía -por las fichas curriculares del congreso- que el hombre se llamaba Robert Stone, había nacido en 1937 y era uno de los más importantes novelistas norteamericanos actuales. “Vamos a algún lugar más tranquilo que quiero hacerte un reportaje para un diario marxista”, propuse. “Okey”, contestó Robert: “Pero tendríamos que llevar otro par de cervezas.
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por Hugo Giovanetti Viola
(reportaje recuperado de La Hora Popular, agosto de 1989)
Esta nota fue realizada en Finlandia, en ocasión de celebrarse el XIV Encuentro de Escritores de Lahti, organizados bienalmente a partir de l963.
“Yo visité tu país”, dijo de golpe el hombre que estaba enfrente mío tomando su tercera o cuarta cerveza: “Como marino del imperialismo yanqui”. Y se rió y agregó: “Fue en el 58. Venía de hacer el servicio científico-militar en la Antártida. ¿Cómo está el Uruguay?”. “Mal”, le dije. Y saqué el grabador del bolso. Yo sabía -por las fichas curriculares del congreso- que el hombre se llamaba Robert Stone, había nacido en 1937 y era uno de los más importantes novelistas norteamericanos actuales. “Vamos a algún lugar más tranquilo que quiero hacerte un reportaje para un diario marxista”, propuse. “Okey”, contestó Robert: “Pero tendríamos que llevar otro par de cervezas.
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Apuesto a que la cicatriz principal te la dejó Papá Hemingway.
Por supuesto. No creo que exista un solo escritor norteamericano actual -al menos de mi generación, la de la posguerra- que no esté marcado por él. Pienso que su filosofía puede resultarnos un poco infantil, pero su literatura es la de un verdadero maestro. Hay diálogos en donde no utiliza un solo adverbio, y en esos tour de force podemos estudiar una extraordinaria técnica para relacionar realidad y lenguaje. También me importan mucho Thomas Wolfe -con su lirismo que es casi tan tremendo como la austeridad de Hemingway- y, por supuesto, Dos Passos y Steinbeck, que actualmente está desestimado en los EEUU. Faulkner, en cambio, no ha tenido mayor influencia en mi trabajo.
Apuesto a que de la generación posterior te importan Salinger y McCullers.
No eres mal apostador. Pero podríamos agregar en la lista el primer libro de Styron, Mailer y un amigo de mi edad, Raymond Carver, que recién después de muerto ha empezado a trascender internacionalmente.
Hace rato que te venís olvidando de Raymond Chandler y de Charles Bukowski.
Ahora sí que perdiste. Para mí, leer a Chandler hoy en día es como comer bombones. Creo que lo que él escribió verdaderamente bien fueron sus cartas. Y Bukowski me interesa muy poco.
Estás perdonado. ¿Qué pasa con los escritores norteamericanos actuales, que no hay ningún best-seller con punch? Porque Bukowski vende bien sólo fuera de los EEUU.
¿Quién puede ser best-seller cuando todas las editoriales viven buscando James Bonds? Pero de vez en cuando vendemos bastante bien, no te creas.
¿Vos vivís de la literatura?
De la literatura, el periodismo (no sólo literario) y en ocasiones de la docencia. En este momento puedo escribir con más tranquilidad, porque tengo una beca. Claro que a veces el periodismo lo he ejercido con gran vocación, como en el caso de mi viaje a Vietnam. Ese período histórico fue obsesionante para toda mi generación, ya que después de la segunda guerra mundial los EEUU comenzaron a verse a sí mismo tal como eran. El problema es que a los verdaderos imperialistas les parece muy bueno y muy justo ser lo que son. Pero por otro lado hay una gran cantidad de norteamericanos dispuestos a impedir el advenimiento de una tercera guerra mundial. Te lo puedo garantizar.
¿Escribiste alguna novela sobre Vietnam?
Sí. Fue mi segunda novela. La primera exploraba los submundos del ala más derechista del sur norteamericano. Yo conozco bastante bien esos ambientes, porque a menudo hago trabajos periodísticos en épocas de elecciones.
¿Cuántas novelas publicaste?
Cuatro. La tercera surgió después de haber vivido una experiencia muy significativa en Nicaragua, donde tenía una parienta lejana. Hasta se me dio la oportunidad de asistir a una fiesta en el palacio de Somoza, y la “nobleza” nicaragüense estaba tan terriblemente borracha que me gritaba “gringo” porque tenía la cara despellejada por el sol. De modo que pude conocer a fondo esa “nobleza”, lo mismo que a los norteamericanos que convivían tan a gusto con ella. Entonces inventé un territorio ficticio donde intenté pintar la dificilísima situación que viven los países centroamericanos, con sus principales productos saqueados continuamente. Yo pienso que mi país -aunque se suela decir y hacer creer lo contrario- no necesita forzosamente arrancarles la riqueza a estos pueblos para lograr prosperidad. Y estoy seguro que el norteamericano medio, en un alto porcentaje, comparte mi opinión.
¿Cómo se llama esa novela? ¿Está traducida al español?
Se llama Una bandera para amanecer. Y creo que las cuatro novelas que he escrito están traducidas al español.
¿Qué pensás de la revolución cubana?
Yo admiro y respeto el orgullo que sienten los cubanos por su revolución. Pero ahora vengo de Praga, por ejemplo, y pienso que el ideal marxista-leninista no puede funcionar sin perestroika y sin glasnost. En Polonia no existen la pluralidad y la transparencia que este gobierno dirigido por Gorbachov -un hombre merecidamente respetado y admirado a nivel mundial- ha logrado concretar en la URSS. Y tengo la impresión que Cuba deberá renovarse en el mismo sentido. A la revolución nicaragüense, en cambio, la encuentro más plural y alerta para no transformarse en un Estado peligrosamente represivo.
¿Y en EEUU qué debe -y puede- transformarse, en tu opinión?
Pienso que el rol que juegan los EEUU en Latinoamérica -y especialmente en Centroamérica, donde pude vivirlo en carne propia- es muy similar al que ha jugado Inglaterra en Irlanda. O en la guerra de las Malvinas. Yo no me considero un revolucionario y soy más bien escéptico, pero igualmente tengo la esperanza de que se produzcan cambios favorables en mi país. Estoy seguro que nuestro mejor potencial humano jamás hubiera escrito estas partes tan negras de la historia.
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