MARCADOS PARA MORIR
RICARDO AROCENA
Los acontecimientos que rodean al documental "Cabra marcado para morir", convierten al filme en un símbolo, pero también sugieren que la historia continúa. Las protestas por el asesinato de un dirigente campesino, durante la agonía de la democracia brasileña, son el punto de partida para la realización de la película, que se estrena 22 años después de filmadas las imágenes preliminares, hacia los finales del régimen militar, el mismo día que otro líder rural es ultimado.
Por su forma, por su contenido, por sus metáforas, por las múltiples temáticas abordadas, el documental conquistará la crítica favorable de la opinión especializada. Pero además, por los volubles sucesos que sus realizadores y protagonistas debieron afrontar, y por ser resultante de un ciclo singular, no existe una producción análoga en la historia del cine latinoamericano.
El cineasta brasileño Eduardo Coutinho visitaba en 1962 las tierras nordestinas de João Pessoa cuando tropieza con multitudinarias movilizaciones por la muerte del líder de la Liga Campesina de Sapé, en Paraíba, João Pedro Teixeira. Sacudido por los eventos, se suma a los reclamos filmando lo que ocurría. En ese momento ni siquiera sospechaba que aquellas imágenes inspirarían una de las obras maestras de la cinematografía documental latinoamericana. Pero por algún motivo decide conservarlas.
Dos años después del crimen el realizador retorna a João Pessoa junto con el fotógrafo Fernando Duarte, para filmar una película de ficción sobre los dramáticos acontecimientos de 1962. El hambre y la miseria de la región nordestina lo convocaban, al igual que en el pasado había ocurrido con otros artistas. Escritores del nivel de Graciliano Ramos y pintores de la talla de Cándido Portinari, entre muchísimos otros, habían registrado la pobreza humillante de aquella lastimada comarca.
Por citar uno de los tantos ejemplos, Jorge Amado hace delirar de famélico, al principal protagonista de la novela "Cacao", que estaba sumergido en la miseria por su condición de "sin tierra": "Pensé en Jesús multiplicando los panes. Pero en seguida dejé de ver a Jesús. Veía el hambre. El hambre con la cabellera de Jesús y sus ojos suaves. El hambre multiplicaba los panes, llenaba la panadería entera dejando apenas un rincón para el empleado. Después de multiplicar, dividía. El hambre tenía ahora un manto de juez y la misma expresión tierna de Jesús. Y le daba todos los panes a los ricos que entraban en procesión con billetes de cien mil reis en los dedos con anillos y le sacaban su lengua a los pobres que en la puerta extendían sus brazos escuálidos".
Pero los años ´60 anunciaban innovaciones, tanto en lo cultural como en lo político. Irrumpían diferentes "vanguardias artísticas" sensibles a las realidades sociales: a nivel musical descolla la "bossa nova" y en materia cinematográfica directores como Gláuber Rocha, Rui Guerra, Nelson Pereyra Dos Santos, Carlos Diegues y Joaquín Pedro de Andrade, intentando acercar el cine a las grandes mayorías, abandonan sus estudios para salir, cámara en mano, a encontrarse con su pueblo.
Es que los tiempos reclamaban definiciones. El presidente Janio Quadros luego de condenar, impotente, la "terrible" situación social de su gente, "presionado" había terminado por renunciar a su mandato, tan solo seis meses después de haber asumido. Su sucesor, João Goulart, promoverá una política nacional-reformista y defensora de la inversión estatal en sectores clave de la economía.
El movimiento campesino se sentía respaldado por los cambios, pero los propietarios de las tierras rechazaban cualquier posibilidad de una reforma agraria basada en la redistribución, apostando a la capitalización de las propiedades rurales, como forma de aumentar la productividad. Era inevitable que crecieran las tensiones sociales a límites extremos y Coutinho se lanza a filmar la película de ficción sobre la vida del dirigente ultimado. La principal protagonista de la película sería su viuda, Elizabeth Teixeira, y el resto de los actores, campesinos de la zona.
El esfuerzo se inscribe en novedosas tendencias cinematográficas. El espíritu del neorrealismo italiano, empujaba a registrar a las muchedumbres sumergidas en sus dramas reales. A remolque de los avances técnicos se cuestionaba el relato fílmico tradicional, rompiéndose con lo que distinguía a la película de ficción, del documental. Intención poética y expresividad en el lenguaje eran los paradigmas del momento.
Los lugares elegidos para la filmación fueron los contextos originarios de la hacienda cooperativa de Galileia. Pero hacia la mitad del rodaje estalla el golpe militar, los rollos de la película son confiscados y los campesinos protagonistas acaban siendo encarcelados. A duras penas el grupo de filmación logra escapar de la represión para esconderse en Recife.
EL TÚNEL
Los militares pretextaron una supuesta crisis del estado populista para quedarse con el poder. Pero pocos días antes del golpe, el trece de marzo, ante una gigantesca demostración de más de 300 mil personas, el gobierno democrático de Goulart había lanzado un amplio programa de reformas, entre las que destacaban la nacionalización de las refinerías particulares de petróleo y la expropiación de tierras al margen de las ferrovías y de las carreteras. Una sublevación de marineros en la última semana de marzo, consecuencia de una fisura en la jerarquía militar, precipitó la caída del presidente constitucional.
A pesar de los innumerables rumores que circulaban sobre la preparación de la conspiración, los sectores democráticos fueron tomados por sorpresa y no hubo posibilidades de preservar las instituciones, salvo tentativas tan románticas como aisladas de algunos dirigentes de Río Grande y Río de Janeiro. Luego de rechazar la propuesta de Leonel Brizola de resistir el liberticidio, João Goulart se exilia en el Uruguay, adonde muy posiblemente habría sido víctima del Plan Cóndor de exterminio de opositores políticos.
La primera medida adoptada por la algarada golpista fue la promulgación a nombre del Comando Supremo de las Fuerzas Armadas, del Acto Institucional Nº 1, que suspendía las garantías constitucionales y proscribía a los principales líderes disidentes, entre ellos al conocido intelectual Darcy Ribeiro y al senador liberal Juscelino Kubitschek, otra posible víctima de la coordinación regional represiva.
Al igual que en otros países también prohibieron el funcionamiento de la central sindical, de las ligas campesinas, y de cualquier otra forma de organización popular. En el nordeste, en tanto, las autoridades militares montaban un vasto despliegue publicitario utilizando las cámaras y los equipos con los que Eduardo Coutinho había estado rodando. Intentando desacreditar a la liga agraria y a los cineastas, propagaban que eran financiados desde el exterior.
Los instrumentos de filmación quedaron en manos de los militares, pero en 1965, un año después de las confiscaciones, otro cineasta, Walter Lima Jr., que en ese momento realizaba "Menino de Engenio", consigue rescatar la vieja cámara utilizada, que había sido comprada en Sao Cristóvao, en Río de Janeiro. Los rollos de la película y los registros de sonido continuaron "cautivos" en manos del DOPS, la temida policía política del régimen militar.
La dictadura procuraba por todos los medios controlar a la cultura imponiendo una férrea censura. Pero una nueva camada de músicos populares irrumpe a partir del III Festival Internacional de Música de Río de Janeiro, revolucionando la canción y conmoviendo a las multitudes con sutiles mensajes de protesta. Entre aquellos artistas destacan Caetano Veloso, María Bethania y Gilberto Gil, entre otros.
Chico Buarque termina siendo encarcelado en 1968 y un año más tarde parte para el exilio, retornando en 1970. De su mano surgen verdaderos himnos populares hilvanados con analogías y juegos de palabras. Entre ellos destaca "A pesar de vocé", que en forma increíble sobrevive a la censura y "Cáliz", que simulando un pasaje bíblico, hace referencia al avasallamiento gubernamental. A Vinicius de Moraes, en 1969, el régimen lo aparta de sus funciones diplomáticas, pero Elis Regina se hace escuchar con canciones como "O bébado e o equilibrista", escudada en su extraordinaria popularidad. "Chora a nossa pátria mãe gentil / Choram marias e clarisses no solo do Brasil", apuntaba aquella canción reclamando el retorno de los exiliados.
Procurando perpetuarse la dictadura promulga actas institucionales, prorroga mandatos "presidenciales", cancela elecciones, reprime a la oposición, y hasta elimina algunas intenciones liberalizadoras de algunos de sus jefes, utilizando como pretexto la denominada "Seguridad Nacional". Pero esa doctrina no logra evitar que en 1968 detone el movimiento estudiantil en el centro de Río de Janeiro, con una marcha de protesta que llega a reunir más de cien mil personas.
LUZ EN EL TÚNEL
El avance de la oposición en los inicios de los '70, empuja a la dictadura a una "distensión lenta, segura y gradual", que intentará manipular para que... "todo siga como está". Con ese tanteo gatopardista se promueven elecciones indirectas para Gobernador a nivel de los estados y de un tercio del Senado, utilizándose como instrumento a los denominados "Colegios Electorales". La única fuerza de oposición permitida era el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), que ofició de lugar de aglutinamiento de los sectores democráticos. Sus conquistas electorales fueron sistemáticamente desestimadas por el régimen.
Pero la resistencia de los trabajadores metalúrgicos de San Pablo acelera su deterioro y abre espacios para que la oposición se exprese a través de actos públicos, manifiestos de prensa, etc. Comienza a crecer con mayor fuerza la exigencia de la plena vigencia de las libertades, de una amnistía "amplia, general e irrestricta" y de una Asamblea Constituyente, democráticamente electa, que pusiera fin al largo período de autoritarismo.
Es en ese marco que Coutinho -que trabajando para la T. V. brasileña había regresado muchas veces a la región adonde había filmado la película confiscada- presiente que comienzan a abrirse espacios para retomar los viejos proyectos interrumpidos por razones ajenas a su voluntad. Corría 1979 cuando el cineasta, acompañado por el fotógrafo Edgard Moura, se lanza a una aventura insólita: hacer una película con la historia de las viejas filmaciones documentales y del filme desaparecido.
En la "Líder" de Río rescata los negativos de 35 mm. y los reduce a 16 mm. Luego exhibe el material a los campesinos que 15 años antes habían sido actores improvisados de la película proscripta y filma sus reacciones. En la nueva realización cinematográfica aparecerán las imágenes de 1962, con la joven Elizabeth clamando por su marido muerto, las del filme de ficción que reconstruye la detención de João Pedro Teixeira, pero también se intentará registrar qué fue de la viuda del dirigente asesinado y de sus hijos.
Había un inconveniente: nadie sabía a ciencia cierta sus paraderos. Por rumores los cineastas se enteran que la mujer había logrado escapar de la represión militar y que desde entonces estaba oculta en algún lugar del inmenso territorio brasileño. De hecho encontrarla equivalía a arrancarla de la clandestinidad a la que había sido sometida y volver a darle una vida normal.
Tampoco iba a ser fácil localizar a sus diez hijos, que luego de la muerte de su padre se habían diseminado, perdiendo en muchos casos cualquier contacto entre sí y con respecto a su progenitora. Por eso, la película, trascendiendo la mera denuncia, sería además un instrumento de legalización y rencuentro.
Luego de pacientes investigaciones el equipo de cineastas localiza a una Elizabeth cautelosa y envejecida, que ejercía de maestra rural, pero que nada sabía de sus descendientes. Aunque todavía espantada porque el régimen permanecía, acepta las propuestas del equipo de filmación y se abre a la búsqueda de sus hijos perdidos, a muchos de los cuales va encontrando, aunque no a todos.
Las búsquedas y los encuentros van siendo minuciosamente registrados por las cámaras de Coutinho, que también filma a los campesinos detenidos en 1964, cuando oficiaban de improvisados actores y que relatan qué fue de sus vidas. Hay quienes han querido ver en la filmación una verdadera alegoría; según ella la película sería mucho más que una fábula sobre imágenes prohibidas y dirigentes asesinados y simbolizaría la historia de una nación que, resistiendo, encontraría su futuro.
El filme fue estrenado en 1984, en un entorno agitado por colosales luchas en demanda de elecciones directas de presidente. Pero, como señalábamos al inicio, el mismo día del estreno y en el mismo momento en que el público y la crítica se recreaban con aquel símbolo del resurgimiento democrático, en San Lourenço da Mata, a 25 kilómetros de Recife, en el Ingenio de Queira Deus, "un labrador que exigía el respeto de la ley", estaba siendo impunemente asesinado. Los porfiados hechos sugerían que nada había terminado.
RICARDO AROCENA
Los acontecimientos que rodean al documental "Cabra marcado para morir", convierten al filme en un símbolo, pero también sugieren que la historia continúa. Las protestas por el asesinato de un dirigente campesino, durante la agonía de la democracia brasileña, son el punto de partida para la realización de la película, que se estrena 22 años después de filmadas las imágenes preliminares, hacia los finales del régimen militar, el mismo día que otro líder rural es ultimado.
Por su forma, por su contenido, por sus metáforas, por las múltiples temáticas abordadas, el documental conquistará la crítica favorable de la opinión especializada. Pero además, por los volubles sucesos que sus realizadores y protagonistas debieron afrontar, y por ser resultante de un ciclo singular, no existe una producción análoga en la historia del cine latinoamericano.
El cineasta brasileño Eduardo Coutinho visitaba en 1962 las tierras nordestinas de João Pessoa cuando tropieza con multitudinarias movilizaciones por la muerte del líder de la Liga Campesina de Sapé, en Paraíba, João Pedro Teixeira. Sacudido por los eventos, se suma a los reclamos filmando lo que ocurría. En ese momento ni siquiera sospechaba que aquellas imágenes inspirarían una de las obras maestras de la cinematografía documental latinoamericana. Pero por algún motivo decide conservarlas.
Dos años después del crimen el realizador retorna a João Pessoa junto con el fotógrafo Fernando Duarte, para filmar una película de ficción sobre los dramáticos acontecimientos de 1962. El hambre y la miseria de la región nordestina lo convocaban, al igual que en el pasado había ocurrido con otros artistas. Escritores del nivel de Graciliano Ramos y pintores de la talla de Cándido Portinari, entre muchísimos otros, habían registrado la pobreza humillante de aquella lastimada comarca.
Por citar uno de los tantos ejemplos, Jorge Amado hace delirar de famélico, al principal protagonista de la novela "Cacao", que estaba sumergido en la miseria por su condición de "sin tierra": "Pensé en Jesús multiplicando los panes. Pero en seguida dejé de ver a Jesús. Veía el hambre. El hambre con la cabellera de Jesús y sus ojos suaves. El hambre multiplicaba los panes, llenaba la panadería entera dejando apenas un rincón para el empleado. Después de multiplicar, dividía. El hambre tenía ahora un manto de juez y la misma expresión tierna de Jesús. Y le daba todos los panes a los ricos que entraban en procesión con billetes de cien mil reis en los dedos con anillos y le sacaban su lengua a los pobres que en la puerta extendían sus brazos escuálidos".
Pero los años ´60 anunciaban innovaciones, tanto en lo cultural como en lo político. Irrumpían diferentes "vanguardias artísticas" sensibles a las realidades sociales: a nivel musical descolla la "bossa nova" y en materia cinematográfica directores como Gláuber Rocha, Rui Guerra, Nelson Pereyra Dos Santos, Carlos Diegues y Joaquín Pedro de Andrade, intentando acercar el cine a las grandes mayorías, abandonan sus estudios para salir, cámara en mano, a encontrarse con su pueblo.
Es que los tiempos reclamaban definiciones. El presidente Janio Quadros luego de condenar, impotente, la "terrible" situación social de su gente, "presionado" había terminado por renunciar a su mandato, tan solo seis meses después de haber asumido. Su sucesor, João Goulart, promoverá una política nacional-reformista y defensora de la inversión estatal en sectores clave de la economía.
El movimiento campesino se sentía respaldado por los cambios, pero los propietarios de las tierras rechazaban cualquier posibilidad de una reforma agraria basada en la redistribución, apostando a la capitalización de las propiedades rurales, como forma de aumentar la productividad. Era inevitable que crecieran las tensiones sociales a límites extremos y Coutinho se lanza a filmar la película de ficción sobre la vida del dirigente ultimado. La principal protagonista de la película sería su viuda, Elizabeth Teixeira, y el resto de los actores, campesinos de la zona.
El esfuerzo se inscribe en novedosas tendencias cinematográficas. El espíritu del neorrealismo italiano, empujaba a registrar a las muchedumbres sumergidas en sus dramas reales. A remolque de los avances técnicos se cuestionaba el relato fílmico tradicional, rompiéndose con lo que distinguía a la película de ficción, del documental. Intención poética y expresividad en el lenguaje eran los paradigmas del momento.
Los lugares elegidos para la filmación fueron los contextos originarios de la hacienda cooperativa de Galileia. Pero hacia la mitad del rodaje estalla el golpe militar, los rollos de la película son confiscados y los campesinos protagonistas acaban siendo encarcelados. A duras penas el grupo de filmación logra escapar de la represión para esconderse en Recife.
EL TÚNEL
Los militares pretextaron una supuesta crisis del estado populista para quedarse con el poder. Pero pocos días antes del golpe, el trece de marzo, ante una gigantesca demostración de más de 300 mil personas, el gobierno democrático de Goulart había lanzado un amplio programa de reformas, entre las que destacaban la nacionalización de las refinerías particulares de petróleo y la expropiación de tierras al margen de las ferrovías y de las carreteras. Una sublevación de marineros en la última semana de marzo, consecuencia de una fisura en la jerarquía militar, precipitó la caída del presidente constitucional.
A pesar de los innumerables rumores que circulaban sobre la preparación de la conspiración, los sectores democráticos fueron tomados por sorpresa y no hubo posibilidades de preservar las instituciones, salvo tentativas tan románticas como aisladas de algunos dirigentes de Río Grande y Río de Janeiro. Luego de rechazar la propuesta de Leonel Brizola de resistir el liberticidio, João Goulart se exilia en el Uruguay, adonde muy posiblemente habría sido víctima del Plan Cóndor de exterminio de opositores políticos.
La primera medida adoptada por la algarada golpista fue la promulgación a nombre del Comando Supremo de las Fuerzas Armadas, del Acto Institucional Nº 1, que suspendía las garantías constitucionales y proscribía a los principales líderes disidentes, entre ellos al conocido intelectual Darcy Ribeiro y al senador liberal Juscelino Kubitschek, otra posible víctima de la coordinación regional represiva.
Al igual que en otros países también prohibieron el funcionamiento de la central sindical, de las ligas campesinas, y de cualquier otra forma de organización popular. En el nordeste, en tanto, las autoridades militares montaban un vasto despliegue publicitario utilizando las cámaras y los equipos con los que Eduardo Coutinho había estado rodando. Intentando desacreditar a la liga agraria y a los cineastas, propagaban que eran financiados desde el exterior.
Los instrumentos de filmación quedaron en manos de los militares, pero en 1965, un año después de las confiscaciones, otro cineasta, Walter Lima Jr., que en ese momento realizaba "Menino de Engenio", consigue rescatar la vieja cámara utilizada, que había sido comprada en Sao Cristóvao, en Río de Janeiro. Los rollos de la película y los registros de sonido continuaron "cautivos" en manos del DOPS, la temida policía política del régimen militar.
La dictadura procuraba por todos los medios controlar a la cultura imponiendo una férrea censura. Pero una nueva camada de músicos populares irrumpe a partir del III Festival Internacional de Música de Río de Janeiro, revolucionando la canción y conmoviendo a las multitudes con sutiles mensajes de protesta. Entre aquellos artistas destacan Caetano Veloso, María Bethania y Gilberto Gil, entre otros.
Chico Buarque termina siendo encarcelado en 1968 y un año más tarde parte para el exilio, retornando en 1970. De su mano surgen verdaderos himnos populares hilvanados con analogías y juegos de palabras. Entre ellos destaca "A pesar de vocé", que en forma increíble sobrevive a la censura y "Cáliz", que simulando un pasaje bíblico, hace referencia al avasallamiento gubernamental. A Vinicius de Moraes, en 1969, el régimen lo aparta de sus funciones diplomáticas, pero Elis Regina se hace escuchar con canciones como "O bébado e o equilibrista", escudada en su extraordinaria popularidad. "Chora a nossa pátria mãe gentil / Choram marias e clarisses no solo do Brasil", apuntaba aquella canción reclamando el retorno de los exiliados.
Procurando perpetuarse la dictadura promulga actas institucionales, prorroga mandatos "presidenciales", cancela elecciones, reprime a la oposición, y hasta elimina algunas intenciones liberalizadoras de algunos de sus jefes, utilizando como pretexto la denominada "Seguridad Nacional". Pero esa doctrina no logra evitar que en 1968 detone el movimiento estudiantil en el centro de Río de Janeiro, con una marcha de protesta que llega a reunir más de cien mil personas.
LUZ EN EL TÚNEL
El avance de la oposición en los inicios de los '70, empuja a la dictadura a una "distensión lenta, segura y gradual", que intentará manipular para que... "todo siga como está". Con ese tanteo gatopardista se promueven elecciones indirectas para Gobernador a nivel de los estados y de un tercio del Senado, utilizándose como instrumento a los denominados "Colegios Electorales". La única fuerza de oposición permitida era el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), que ofició de lugar de aglutinamiento de los sectores democráticos. Sus conquistas electorales fueron sistemáticamente desestimadas por el régimen.
Pero la resistencia de los trabajadores metalúrgicos de San Pablo acelera su deterioro y abre espacios para que la oposición se exprese a través de actos públicos, manifiestos de prensa, etc. Comienza a crecer con mayor fuerza la exigencia de la plena vigencia de las libertades, de una amnistía "amplia, general e irrestricta" y de una Asamblea Constituyente, democráticamente electa, que pusiera fin al largo período de autoritarismo.
Es en ese marco que Coutinho -que trabajando para la T. V. brasileña había regresado muchas veces a la región adonde había filmado la película confiscada- presiente que comienzan a abrirse espacios para retomar los viejos proyectos interrumpidos por razones ajenas a su voluntad. Corría 1979 cuando el cineasta, acompañado por el fotógrafo Edgard Moura, se lanza a una aventura insólita: hacer una película con la historia de las viejas filmaciones documentales y del filme desaparecido.
En la "Líder" de Río rescata los negativos de 35 mm. y los reduce a 16 mm. Luego exhibe el material a los campesinos que 15 años antes habían sido actores improvisados de la película proscripta y filma sus reacciones. En la nueva realización cinematográfica aparecerán las imágenes de 1962, con la joven Elizabeth clamando por su marido muerto, las del filme de ficción que reconstruye la detención de João Pedro Teixeira, pero también se intentará registrar qué fue de la viuda del dirigente asesinado y de sus hijos.
Había un inconveniente: nadie sabía a ciencia cierta sus paraderos. Por rumores los cineastas se enteran que la mujer había logrado escapar de la represión militar y que desde entonces estaba oculta en algún lugar del inmenso territorio brasileño. De hecho encontrarla equivalía a arrancarla de la clandestinidad a la que había sido sometida y volver a darle una vida normal.
Tampoco iba a ser fácil localizar a sus diez hijos, que luego de la muerte de su padre se habían diseminado, perdiendo en muchos casos cualquier contacto entre sí y con respecto a su progenitora. Por eso, la película, trascendiendo la mera denuncia, sería además un instrumento de legalización y rencuentro.
Luego de pacientes investigaciones el equipo de cineastas localiza a una Elizabeth cautelosa y envejecida, que ejercía de maestra rural, pero que nada sabía de sus descendientes. Aunque todavía espantada porque el régimen permanecía, acepta las propuestas del equipo de filmación y se abre a la búsqueda de sus hijos perdidos, a muchos de los cuales va encontrando, aunque no a todos.
Las búsquedas y los encuentros van siendo minuciosamente registrados por las cámaras de Coutinho, que también filma a los campesinos detenidos en 1964, cuando oficiaban de improvisados actores y que relatan qué fue de sus vidas. Hay quienes han querido ver en la filmación una verdadera alegoría; según ella la película sería mucho más que una fábula sobre imágenes prohibidas y dirigentes asesinados y simbolizaría la historia de una nación que, resistiendo, encontraría su futuro.
El filme fue estrenado en 1984, en un entorno agitado por colosales luchas en demanda de elecciones directas de presidente. Pero, como señalábamos al inicio, el mismo día del estreno y en el mismo momento en que el público y la crítica se recreaban con aquel símbolo del resurgimiento democrático, en San Lourenço da Mata, a 25 kilómetros de Recife, en el Ingenio de Queira Deus, "un labrador que exigía el respeto de la ley", estaba siendo impunemente asesinado. Los porfiados hechos sugerían que nada había terminado.
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