jueves

LAS “CUATRO NOBLES VERDADES”

 


Las “Cuatro Nobles Verdades” son quizá una de las enseñanzas más conocidas del budismo, y con buena razón, pues en ellas se puede encontrar el esquema básico propuesto por el Buda para escapar definitivamente del sufrimiento. En este artículo se explicará cada una de estas Nobles Verdades con el fin de que el lector se familiarice con esta tradición milenaria. Es recomendable que este artículo se lea en conjunto con la breve introducción al budismo que se publicó con anterioridad, así como la biografía de su fundador.

Buddha Sermon Benares

 

Al inicio del primer sermón del Buda, el cual la tradición dice está preservado en el texto titulado Dhammacakkappavattana Sutta (“el discurso que puso en movimiento la rueda del dharma”) se presenta un esquema general sobre su diagnóstico de la condición humana y el camino que lleva hacia la liberación definitiva. Este esquema es presentado a través de cuatro simples proposiciones, las cuales comúnmente se conocen como las “Cuatro Nobles Verdades”. Estas proposiciones, por lo tanto, resumen de forma sistemática la esencia de todo el pensamiento budista.

 

Varios comentaristas han notado que el patrón usado por el Buda sigue de cerca la fórmula empleada por los médicos de la antigua India al momento de discutir enfermedades y su tratamiento. En concreto, el patrón es el siguiente:

 

1. Establecer cuál es la enfermedad,

2. Establecer cuál es la causa de la enfermedad,

 3. Establecer cuál es la cura de la enfermedad,

4. Establecer cuál es el tratamiento concreto a seguir para efectuar la cura.

 

Teniendo eso en mente, podemos leer directamente las cuatro proposiciones tal y como aparecen en el texto:

 

Esta, monjes, es la Noble Verdad del Sufrimiento. El nacimiento es sufrimiento, la vejez es sufrimiento, la enfermedad es sufrimiento, la muerte es sufrimiento, asociarse con lo indeseable es sufrimiento, separarse de lo deseable es sufrimiento, no obtener lo deseado es sufrimiento. En breve, los cinco agregados de la adherencia son sufrimiento.

 

Esta, monjes, es la Noble Verdad del Origen del Sufrimiento. Es este deseo que genera nueva existencia, que asociado con placer y pasión se deleita aquí y allí. Es decir, el deseo sensual, el deseo por la existencia y el deseo por la no existencia.

 

Esta, monjes, es la Noble Verdad de la Cesación del Sufrimiento. Es la total eliminación y cesación de ese mismo deseo, su abandono, su descarte, la liberación, el no asimiento.

 

Esta, monjes, es la Noble Verdad del Sendero que conduce a la Cesación del Sufrimiento. Sólo este Noble Camino Óctuple; es decir, Entendimiento Correcto, Pensamiento Correcto, Lenguaje Correcto, Acción Correcta, Vida Correcta, Esfuerzo Correcto, Atención Correcta y Concentración Correcta. (Dhammacakkappavattana Sutta)

 

Ausente de todo contexto, la simple lectura de estas cuatro proposiciones puede resultar confusa y nos dice poco sobre su contenido. En efecto, pese a que tradicionalmente se ha creído que este fragmento proviene del primer sermón del Buda, es evidente que el mismo presupone que el oyente ya goza de por lo menos cierta familiaridad con el pensamiento budista. Consecuentemente, con el fin de esclarecer estas proposiciones, a continuación se abordarán una por una cada una de ellas para exponer su significado completo.

 

La primera Noble Verdad: dukkha

 

Esta, monjes, es la Noble Verdad del Sufrimiento. El nacimiento es sufrimiento, la vejez es sufrimiento, la enfermedad es sufrimiento, la muerte es sufrimiento, asociarse con lo indeseable es sufrimiento, separarse de lo deseable es sufrimiento, no obtener lo deseado es sufrimiento. En breve, los cinco agregados de la adherencia son sufrimiento.

 

La palabra en pali (la lengua de las escrituras budistas más antiguas) usada en el texto original es “dukkha”, palabra que es comúnmente traducida como “sufrimiento”. Esta traducción, sin embargo, no captura el significado completo de la expresión. En español la palabra “sufrimiento” generalmente denota una situación de dolor, angustia, o tormento emocional. Ahora bien, “dukkha” puede usarse para describir esos estados, pero también puede usarse para referirse a emociones relacionadas con la falta de satisfacción, frustración, y vacío. Así, al indicar que la realidad humana está llena de “dukkha”, el Buda no solo indica que la misma está repleta de situaciones inevitables que nos producen dolor, sino que la misma está también repleta de insatisfacción.

 

Los “cuatro avistamientos”, episodio de la vida de Siddhārtha Gautama donde se dice entendió la omnipresencia del sufrimiento humano

 

Los “cinco agregados de la adherencia” que el Buda menciona al final de la cita hacen referencia a los componentes de la personalidad. Mientras que la mayoría de religiones postulan la existencia de un “verdadero yo” o un “alma inmortal”, el budismo es único en rechazar la existencia de cualquier doctrina que postule un “yo” permanente. En vez de eso, el Buda propone que no somos otra cosa que un compuesto de elementos físicos y mentales que están en constante cambio y flujo, sin que podamos decir que ninguno de esos elementos (o la suma de ellos) realmente sea nuestro “verdadero yo”. Esta doctrina, denominada como “anātman” (literalmente, “no-yo” o “no-alma”) es sumamente compleja, por lo que será explorada a profundidad en otro artículo. Basta aquí simplemente indicar que cuando el Buda indica que los “cinco agregados de la adherencia” son “dukkha”, lo que nos está diciendo es que todos los componentes físicos y psicológicos que nos configuran están sujetos al dolor y que en ninguno de ellos podemos hallar la satisfacción completa.

 

En efecto, unas pocas reflexiones sobre nuestra realidad cotidiana bastan para hacernos ver lo poco satisfactoria que es la condición humana en general. El ser humano vive proyectándose hacia el futuro, estableciéndose metas: un nuevo auto, un mejor trabajo, una casa más grande, (etc.) sintiendo frustración en tanto no pueda alcanzarlas. Sin embargo, incluso si son conseguidas, la satisfacción emocional que ellas producen se desvanecen rápido: apenas consigues aquello que creíste te haría feliz, tu mente simplemente engendra un nuevo deseo, un nuevo espejismo que perseguir, y el ciclo de insatisfacción y vacío vuelve a empezar. En efecto, es un fenómeno psicológico documentado que después de obtener algo nuevo la mente humana en poco tiempo simplemente la da por sentada e, inquietamente, simplemente busca nuevas cosas que desear. Es por esto que en otra sección de las escrituras budistas el demonio Māra trata de tentar al Buda para que use sus poderes y transforme a los Himalayas en oro, a lo que este responde:

 

Si hubiese una montaña hecha de oro,

Una montaña hecha de oro sólido,

Duplica eso, y no bastará para

satisfacer a una sola persona

Sabiendo eso, vete en paz.

(Saṁyutta Nikāya 4:20)

 

La observación de que la vida está llena de eventos que causan dolor y que la misma es, por lo general, insatisfactoria es particularmente problemática en el budismo y en las religiones indias en general, pues las mismas sostienen que después de morir uno simplemente vuelve a renacer. El ciclo de reencarnación significa que la muerte no es el final del sufrimiento, sino simplemente el inicio de un nuevo ciclo vital. En efecto, para el budismo, uno ya ha experimentado un número incontable de vidas y por lo tanto un número incontable de sinsabores, cosa que es retratado vívidamente en otra sección de sus escrituras:

 

¿Qué creen ustedes, monjes, que es más abundante: las lágrimas que han derramado mientras han renacido y vagado por este largo, largo tiempo, llorando por unirse con lo que es desagradable o separarse de lo que es agradable, o las aguas de los cuatro grandes océanos? Esto es más grande: las lágrimas que derramaron (…). Varias veces han experimentado la muerte de una madre. Las lágrimas que derramaron al experimentar la muerte de una madre (…) son más abundantes que el agua de los cuatro océanos. Varias veces han experimentado la muerte de un padre, de un hermano, de una hermana, de un hijo, de una hija, de un pariente, la pérdida de fortuna, la pérdida por la enfermedad. Las lágrimas que han derramado (…) son más abundantes que el agua de los cuatro océanos.

(…)

¿Por qué es esto? Desde un principio inconcebible empieza el renacimiento. Un punto de inicio no es evidente. Desde hace mucho los seres obstaculizados por la ignorancia y encadenados por los deseos han renacido y vagado. Durante mucho tiempo han experimentado estrés, dolor, pérdida, y han atestado los cementerios, lo suficiente para desilusionarse de toda ilusión, desprenderse, y buscar liberación. (SN 15:3, Assu Sutta)

 

Es común escuchar que el enfoque que el budismo tiene respecto al sufrimiento lo hace una religión o filosofía “pesimista”. Esa fue ciertamente la opinión de algunos importantes filósofos occidentales como Arthur Schopenhauer y Friedrich Nietzsche. Sin embargo, esta perspectiva no es del todo correcta. En efecto, pese a que el Buda ofrece un diagnóstico bastante deprimente respecto a la condición humana, el foco principal de su mensaje es que el sufrimiento puede ser superado. La verdadera felicidad es posible. Sin embargo, para adquirirla es necesario primero volverse consciente de cómo el sufrimiento y la insatisfacción penetran nuestra experiencia cotidiana, a veces incluso de modos casi imperceptibles. Es solo volviéndonos plenamente conscientes de nuestra condición de seres sufrientes que podemos hacer las preguntas que realmente son importantes: ¿cuál es la causa de nuestro sufrimiento?, y, ¿cómo podemos liberarnos definitivamente de este? Esas son las cuestiones que el Buda aborda en las siguientes Nobles Verdades.

 

La segunda Noble Verdad: taṇhā

 

Esta, monjes, es la Noble Verdad del Origen del Sufrimiento. Es este deseo que genera nueva existencia, que asociado con placer y pasión se deleita aquí y allí. Es decir, el deseo sensual, el deseo por la existencia y el deseo por la no existencia.

 

La palabra pali traducida como “deseo” en este pasaje es taṇhā (en sánscrito tṛ́ṣṇā), la cual literalmente significa “sed”. Para el Buda la raíz del sufrimiento no se halla en el mundo, sino en nuestras disposiciones psicológicas con respecto al mundo. En concreto, para el budismo el origen del sufrimiento se halla en la “sed” de cosas, la compulsión psicológica de ser incapaces de aceptar el mundo tal y como se nos presenta, sino siempre buscar alterarlo o, al contrario, buscar que no cambie.

 

Esta “sed” puede tomar diferentes formas y tener diferentes objetos. La forma más común el deseo de placeres sensoriales: la búsqueda de que nuestros sentidos experimenten sensaciones agradables y evitar que experimenten sensaciones desagradables. Este deseo primario es el que nos motiva a buscar formas de ofrecernos mejores comidas, vestidos, casas y lujos. Sin embargo, esta “sed” puede también tomar otras formas mucho más sutiles. Esta “sed” puede tener como objeto el reconocimiento social de otros, el deseo de que ciertas cosas con las que nos sentimos identificados (nuestros cuerpos, nuestras posesiones, nuestras relaciones) permanezcan tal y como están, o que el mundo se acomode a nuestras ideologías y convicciones morales o políticas.

 

El problema con todos estos tipos de apegos es que en última instancia su realización no depende enteramente de nosotros, sino que están sujetas al impredecible vaivén del mundo. Es en este sentido que esta doctrina está conectada con otra idea fundamental en el budismo: la impermanencia (anicca). Todos los fenómenos existentes, sin excepción alguna, son transitorios y contingentes. Las cosas emergen cuando ciertas condiciones ocurren y con la misma facilidad desaparecen cuando las condiciones cambian. Para el budismo, esta observación metafísica tiene un profundo importe existencial, pues significa que no existe ningún ente o condición existente que sea capaz de brindarnos eterna satisfacción. Una persona hermosa que deriva su orgullo de su forma física estará amargamente decepcionada cuando inevitablemente su cuerpo pierda su vigor. Una persona cuyo sentido de identidad sea su inteligencia sufrirá cuando la vejez haga que empiece a perder la memoria. Incluso quien deriva su felicidad de su familia, amistades o por haber encontrado el amor de su vida está sujeto al sufrimiento, pues todas esas personas inevitablemente morirán y su cuerpo se reducirá a la nada. Finalmente, tarde o temprano uno mismo será quién tendrá que morir y separarse de todo aquello que nos dio placer en el mundo. Inevitablemente, todos y cada uno de nosotros vamos a perderlo todo.

 

Es importante notar aquí que, según el Buda, la “sed” no solo es la raíz psicológica del sufrimiento, sino que es aquello que causa la reencarnación. En efecto, ese es el significado de la frase “este deseo que genera nueva existencia” en la cita original. Según el budismo, la persona que muere con apegos y deseos insatisfechos no encontrará paz después de su muerte, sino que esas compulsiones harán que sea engendrado en una vida nueva: la rueda de la reencarnación simplemente gira una vez más y el ciclo de nacimiento, vida, sufrimiento, insatisfacción y muerte vuelve a empezar.

 

La tercera Noble Verdad: nirvāṇa

 

Esta, monjes, es la Noble Verdad de la Cesación del Sufrimiento. Es la total eliminación y cesación de ese mismo deseo, su abandono, su descarte, la liberación, el no asimiento.

 

Al haber identificado a la “sed” o apego a las cosas como la raíz tanto psicológica como metafísica del sufrimiento, la solución se vuelve evidente: eliminarlo. Es por eso que la palabra en pali usada en el budismo para referirse a la liberación suprema es nibbāna, o más conocida por su transcripción al sánscrito, nirvāṇa, palabra que literalmente significa “extinción”, pues la misma hace referencia a la extinción de todo deseo, aversión o autoengaño y con ello el alcance de la auténtica paz y felicidad eterna.

 

Vale la pena aquí enfatizar que la extinción del deseo no significa entrar en un estado de completa apatía, pues el propio Buda después de su iluminación dedicó gran energía y esfuerzo a diseminar su doctrina y formar una comunidad de monjes. Más bien, la extinción del deseo en este contexto es la destrucción de la compulsión psicológica a creer que la felicidad de uno está condicionada a alcanzar objetivos externos. Quién alcanza el nirvāṇa todavía es capaz de trazarse metas, pero lo hace sin ansiedad, pudiendo hacerlo con auténtica libertad. Vale la pena clarificar aquí también que la extinción del sufrimiento no es el equivalente a cesar de percibir sensaciones desagradables. Esto es vívidamente retratado en otro lugar de las escrituras budistas:

 

(Quien ha alcanzado el nirvāṇa) es aquel cuyas manchas han sido destruidas, ha cumplido con la vida santa, destruido las cadenas de la existencia, se ha liberado completamente con el conocimiento final. Sin embargo, sus cinco sentidos permanecen intactos, por lo que todavía experimenta lo que es agradable y lo que es desagradable y siente placer y dolor. Es la extinción del apego, el odio y el engaño en él aquello que se denomina el elemento-nirvāṇa con residuo. (Itivuttaka 44)

 

En efecto, las propias escrituras budistas indican que el propio Buda no dejó de experimentar sensaciones desagradables después de su iluminación, particularmente aquellas relacionadas con el deterioro de su cuerpo en su vejez. Mientras uno siga vivo uno necesariamente sigue experimentando sensaciones tanto placenteras como desagradables. La diferencia radica en que, según las enseñanzas budistas, quién a alcanzado el nirvāṇa procesa estas sensaciones de un modo fundamentalmente distinto a quién todavía no lo ha hecho. Quién ha alcanzado la liberación completa es capaz de percibir sensaciones agradables y desagradables sin que las mismas perturben su ecuanimidad interna: las sensaciones agradables dejan de generar apego y la sed de que continúen mientras que las desagradables dejan de generar angustia y el deseo de que cesen. La mente iluminada no deja de percibir las sensaciones, pero con calma no se deja llevar por ellas y las entiende simplemente como hechos o eventos ajenos que no generan ni deseo ni aversión.

 

La expresión “elemento-nirvāṇa con residuo” usada en esta última cita es un tecnicismo que indica que quien ha alcanzado el nirvāṇa todavía experimenta el “residuo” de esta vida, por lo que aún siente sensaciones placenteras o desagradables. Pero esta situación es puramente pasajera, pues tarde o temprano quiénes han alcanzado el nirvāṇa, al igual que todos en este mundo, morirán. Sin embargo, quienes han llegado a la liberación absoluta experimentan su muerte de una forma fundamentalmente distinta, pues al haber eliminado de ellos toda “sed” y compulsión ellos escapan definitivamente de la rueda de reencarnación: no vuelven a renacer ni en el Cielo ni en la Tierra, sino que entran en un estado denominado paranirvāṇa o “nirvāṇa sin residuo”. Este estado final es uno de los más misteriosos en el budismo, pues el propio Buda paradójicamente indicó era inapropiado creer que quién accede a él sigue existiendo o deja de existir. En efecto, es más apropiado creer que quien entra al paranirvāṇa trasciende completamente las categorías de existencia o inexistencia, por lo que preguntarse si tal persona sigue existiendo es tan absurdo como preguntarse cuál es el olor del número 7, o cual es la textura del sabor a limón. Lo que sí queda claro es que quien llega a este estado final ha alcanzado la liberación completa en el sentido más amplio de la palabra, alejándose de modo definitivo de todo dolor, sufrimiento e insatisfacción por toda la eternidad.

 

La cuarta Noble Verdad: El Noble Camino Óctuple

 

Esta, monjes, es la Noble Verdad del Sendero que conduce a la Cesación del Sufrimiento. Sólo este Noble Camino Óctuple; es decir, Entendimiento Correcto, Pensamiento Correcto, Lenguaje Correcto, Acción Correcta, Vida Correcta, Esfuerzo Correcto, Atención Correcta y Concentración Correcta.

 

Evidentemente, el mero reconocimiento de que la “sed” o deseo es aquello que está a la raíz de todo sufrimiento no basta para liberarse de ella. Un alcohólico puede volverse consciente de que está enfermo, pero simplemente darse cuenta de que tiene un problema es insuficiente para liberarlo de su adicción. Reconocer el problema es el primer paso para solucionarlo, pero adicionalmente se requiere de una estrategia proactiva. Justamente eso es lo que el Buda ofrece a través de lo que él denomina el “Noble Camino Óctuple”.

 

.El “Noble Camino Óctuple” hace referencia a prácticas morales, intelectuales y espirituales que, según el budismo, tarde o temprano hacen que su practicante llegue al nirvāṇa. Estas prácticas están divididas en ocho grupos. Los grupos 1 y 2 buscan cultivar la sabiduría (prajñā), los grupos 3 al 5 las virtudes morales (śīla) y finalmente los grupos 6 al 8 son prácticas de meditación (samādhi). De forma esquemática, estos serían los componentes del “Noble Camino Óctuple”:

 

1. Entendimiento correcto: El asentimiento intelectual a las enseñanzas de Buda, incluyendo la realidad del karma, el ciclo de renacimiento (saṃsāra), la impermanencia de todas las cosas (anicca), la ilusoriedad del ego (anātman), la omnipresencia del sufrimiento (dukkha) y la posibilidad de escapar definitivamente de él (nirvāṇa). Dentro de estas prácticas se incluye el estudiar y memorizar las escrituras budistas, así como reflexionar sobre su contenido.

 

2. Pensamiento correcto: El activamente hacer esfuerzos por ajustar nuestros pensamientos a las realidades descritas por el Buda. Esto incluye activamente renunciar a placeres sensoriales, abandonar sentimientos de agresión o mala voluntad, y cultivar una actitud compasiva con respecto a todos los seres sintientes.

 

3. Lenguaje correcto: Abstenerse de mentir y de usar lenguaje divisivo, calumnioso u ofensivo. Igualmente abstenerse de contar chismes y de hablar de cosas frívolas o insignificantes.

 

4. Acción correcta: Abstenerse de cualquier acto violento no solo contra otros seres humanos sino contra cualquier criatura. Igualmente abstenerse de robar y evitar conductas sexuales inapropiadas como el adulterio.

 

5. Vida correcta: Abstenerse de cualquier profesión que dependa de la explotación, del engaño o el sufrimiento de otros seres sintientes. Esto incluye abstenerse de profesiones que dependen de la venta de animales, armas, venenos, alcohol y estupefacientes., Esfuerzo correcto: Activamente cultivar patrones de pensamiento que estén empapados de compasión y amor por los demás. Activamente bloquear patrones de pensamiento que tengan como génesis la avaricia, el egoísmo u odio.

 

6. Atención correcta: Realizar meditación “sati” o más conocida hoy en día como “vipassanā” o “mindfulness”. Este tipo de meditación busca que el practicante se vuelve plenamente consciente del flujo completo de sus experiencias, pensamientos y sensaciones. Al refinar su atención al extremo, el practicante no solo es capaz de tener un control mucho más avanzado sobre sus emociones y disposiciones mentales, sino que se dice es es capaz de experimentar y percibir de primera mano la realidad de muchas de las doctrinas budistas.

 

7. Concentración correcta: Realizar meditación “dhyana”. Este tipo de meditación busca generar estados de auto-absorción y concentración profunda. Los practicantes de este estilo de meditación experimentan cuatro estados mentales consecutivos, cada uno más profundo que el anterior. Estos estados se denominan “dhyanas” o “janas”. Este tipo de meditación requiere de mucha práctica e incluso meditadores expertos usualmente necesitan horas completas para llegar a los estados más profundos.

 

8. Según el budismo, una persona que con paciencia y devoción realice estos ocho grupos de prácticas de forma regular llegará al nirvāṇa, incluso si quizá se demore más de una vida en lograrlo. Esto contrasta fuertemente con otras religiones donde la salvación proviene de la acción externa de una deidad. Para el budismo, la única persona que puede salvarte eres tú mismo.

 

Bibliografía

 

Armstrong, Karen. Buddha: A Penguin Life. Lipper/Viking, 2001.

Bodhi. In the Buddha’s Words: an Anthology of Discourses from the Pāli Canon. Wisdom Publications, 2015.

“Buddhism.” Encyclopædia Britannica, Encyclopædia Britannica, Inc., http://www.britannica.com/topic/Buddhism.

Harvey, Peter. An Introduction to Buddhism: Teachings, History and Practices. Cambridge University Press, 2013.

Kalupahana, David J., and G. P. Malalasekera. Buddhist Philosophy: a Historical Analysis. Univ. of Hawaii Pr, 1996.

Keown, Damien. Buddhism: a Very Short Introduction. Oxford University Press, 1996.

Schmidt-Leukel, Perry. Understanding Buddhism. Pentagon Press, 2007.


(EL BÚHO DE MINERVA / 25-8-2021)

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