por Reyes Martínez Torrijos
El reconocido pensador francés Edgar Morin sostuvo
que en la actualidad existen posibilidades maravillosas para mejorar nuestras
vidas, pero es “esencial darse cuenta de que no hay que soñar con otra
sociedad, sino entender que vivimos la gran aventura humana y que el camino de
cada uno está dentro de uno más grande e incierto”.
El filósofo y sociólogo, creador del concepto de
pensamiento complejo, impartió la conferencia Mi camino, en el
homenaje por su centenario realizado este viernes y transmitido vía Internet
por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés), presidida por la directora de ese
organismo, Audrey Azoulay, y Anne Hidalgo, alcaldesa de París.
Morin (París, 1921) agregó que existe también “la
posibilidad de que la crisis de la democracia nos esté llevando a países
neoautoritarios, sistemas tan complejos en que ya no hay sólo un partido, como
en China, sino todas las posibilidades de vigilar con máquinas, cámaras, drones
y teléfonos. La sociedad de la vigilancia y la sumisión. Eso se puede
considerar como neototalitarismo”.
Se refirió a Heráclito, “mi gran maestro
filosófico”, para explicar que la comprensión y la discordia son el padre y la
madre de todo, porque la destrucción y el conflicto están en todas partes, al
mismo tiempo que la solidaridad, la asociación, el acuerdo”.
Para describir las condiciones actuales, Morin se
refirió a que, para él, en 1945 comenzó un periodo: cuando la humanidad creó el
arma que es capaz de destruirla, la bomba atómica; luego, recordó la aparición
del informe Meadows, que en 1972 estableció que, si no tenemos
cuidado, nuestra biosfera se degradará, lo cual sería una “lesión contra
nuestra propia humanidad”.
Además, habló del auge del “transhumanismo,
partiendo de Silicon Valley”, en los años 80, cuando se refuerza el mito de la
vida eterna, que “nace a partir de una posibilidad. Esos progresos tecnológicos
y científicos podrían liberar al ser humano de lo más fastidioso que tiene que
hacer, y podrían permitir que viviéramos una vida dedicada a la cultura y las
relaciones humanas.
“Encima tenemos la mundialización. El momento en
que el capitalismo y la economía de mercado se estrellan contra el muro y se
universalizan las tecnologías de la comunicación, pero las mentalidades no se
globalizan nada. Se crea una conciencia de comunidad frente al peligro nuclear,
ecológico o frente al dominio del mercantilismo, pero, al mismo tiempo hay esa
tendencia al ensimismamiento, que veía en mi adolescencia: esas tendencias
nacionalistas obtusas, ese miedo al extranjero, el desprecio de las ‘razas
inferiores’, mas ahora hay otros chivos expiatorios.
“No tomamos conciencia de las cosas. Pero sí que
acabamos dándonos cuenta de que las interacciones, las interdependencias
técnicas y económicas no han creado una solidaridad humana. Esto que hemos
visto con la pandemia desde el principio: cada país se cerró y se encerró.”
Crisis
multidimensional
Edgar Morin afirmó que la pandemia produjo una
crisis multidimensión. “Los individuos la hemos sufrido en carne propia; las
naciones también. Al mismo tiempo, la mundialización, una crisis gigantesca que
no ha acabado, que crea sin cesar nuevas incertidumbres”.
Inició su conferencia citando al poeta español
Antonio Machado, que lo inspiró: “Caminante, no hay camino, / se hace camino al
andar”, para esbozar el desarrollo de su camino, “poco a poco hacia lo que se
denomina la complejidad; es decir, que hay que reunir ideas que parecen
contradictorias.
“No fui por un camino trillado, fui haciendo el
camino por el que fui andando”, con el fin de desarrollar su sendero
intelectual. “Mi pensamiento no está concluido; aunque muera mañana, mi
pensamiento estará siempre sin acabar”.
Recordó que en 1939, a poco del comienzo de la
Segunda Guerra Mundial se había inscrito en la carrera de filosofía, que
incluía temas de sociología e historia, además de estudiar derecho y ciencias
políticas. “Ya estaba yo en la transdisciplinariedad, por lo menos en el campo
de las ciencias humanas.
“En esos momentos pensaba lo que Kant: ‘¿Qué puedo
saber, creer y esperar?’ Para responder esas preguntas hay que saber qué es el
hombre, que es lo que también decía Kant. La historia humana parecía que se
estaba volviendo loca en aquel momento. Sin darme cuenta, lo que quise ser
entonces fue humanólogo.”
En una Francia ocupada se incorporó al ejército de
resistencia, cuando empezó a “pensar cómo es posible que la nación más culta de
Europa se haya convertido en la más bárbara: Alemania. Aquí lo que hay es
complejo”.
Otros temas que estudió posteriormente lo
condujeron a las nociones de complejo y contradictorio. Por ejemplo, su estudio
sobre la muerte en las culturas humanas. “Por la familia, los hijos, la
religión o una creencia, todos somos capaces de dar la vida. Eso demuestra la
complejidad humana”.
Luego, el cine, donde consigna que el “mundo de
Hollywood, que produce películas en serie, algunas son extremadamente banales,
pero hay algunas obras de arte. Una película es resultado de una colaboración
antagónica entre producción y creación”.
Entre los años 50 y 60 consolidó su pensamiento,
refirió, gracias a su participación en la revista Argumento, en
la cual debatía con pensadores de la época. “Claude Lefort y Castoriadus animan
un círculo de reflexión en el que cada uno aporta su pensamiento, más allá del
de Marx, de manera notable”.
Luego ocurrió su contacto con especialistas en
cibernética, biólogos, matemáticos e ingenieros, ante lo cual empezó a
“entrelazar todos estos pensamientos. En vistas a la compartimentación de las
ciencias, tanto las humanas como las naturales, gracias a todos estos aportes
surge la idea de El método, trabajo de 30 años para reunir
todo el modo de conocimiento y para salir del pensamiento binario”.
Edgar Morin sintetizó: “He aquí el esquema de este
andar de mi pensamiento para intentar formular lo que debe y tiene que ser un
conocimiento complejo; es decir, en el que cuando hay complejidad no es sólo la
parte dentro del todo, sino el todo dentro de una parte; no sólo componentes
complementarios, sino antagonistas. En segundo lugar, un pensamiento complejo
que organiza el conocimiento”.
Su disertación concluyó mientras empezó a sonar la canción My Way, interpretada por Frank Sinatra.
(La Jornada / 7-3-2021)
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