viernes

San Juan de la Cruz (193)

 DECLARACIÓN

 

66 / El tercer ciego es la misma alma., la cual, no entendiéndose, como habemos dicho, ella misma se perturbe y se hace el daño; porque, como ella no sabe obrar sino por el sentido y discurso de pensamiento, cuando Dios la quiere poner en aquel vacío y soledad donde no puede usar de las potencias ni hacer actos, como ve que ella no hace nada, procura hacerlo, y así se distrae y se llena de sequedad y disgusto el alma, la cual estaba gustando de la ociosidad de la paz y silencio espiritual en que Dios la estaba de secreto poniendo a gesto. Y acaecerá que Dios esté portando por tenerla en aquella callada quietud, y ella porfiando también con la imaginación y con el entendimiento a querer obrar por sí misma. En lo cual es como el muchacho que, queriéndole llevar su madre en brazos, él va gritando y pateando por irse por su pie, y así ni anda él ni deja andar a la madre; o como cuando, queriendo el pintor pintar una imagen y otro se la estuviese meneando, que no se haría nada, o se borraría la pintura.

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