1ra edición: Editorial Roca Viva / Julio 1996
1º edición WEB:
elMontevideano Laboratorio de Artes / 2019
VI. AUTISMO
MERCEDES FREIRE DE
GARBARINO
Tomás y su telescopio (3)
Tomás asume él mismo el
rol de decodificador y es así que aprende a leer, a escribir con la T. V. y
luego también los idiomas inglés y alemán. Entra en el juego de la
decodificación con la terapeuta (le dice texto en inglés y ella tiene que
traducirlos).
Tomás era un conglomerado
de ondas con las cuales no podía tener comunicación interhumana por la falta de
un aparato receptor de ondas que las semantizara, ya que él careció de esta
experiencia en el inicio de su vida (interacción temprana). Estaba en lo que
los físicos llaman la singularidad (ondas que tienen en potencia cantidad de
caminos para lo que se necesita desplegarlas y codificarlas en imágenes). Se
nos ocurre la metáfora del acordeón que cuando está cerrado, plegado, no suena,
se necesita la acción de otro para desplegar lo que está en potencia.
¿Qué otra cosa tenía Tomás
a su mano como receptor de sí mismo? La T.V. y la radio, así llega al
tratamiento. Utiliza el aparato, la máquina y es él mismo el aparato, lo
incluye en su yo-Ser y no puede salir. Desde la primera sesión lo vemos
mostrarse como máquina.
Tomás estaba en una “…realidad
sensorial como un ‘caso especial’ construido por las matemáticas del cerebro,
pero sacado de un de un dominio situado más allá del tiempo y el espacio donde
sólo existen frecuencias (Karl Pribram)”. (*)
¿Podríamos pensar de
acuerdo con Pribram que la T.V. y la radio de Tomás eran hologramas? ¿Es decir,
producto directo de estructuras del cerebro? Y además ¿“el pequeño hombre
dentro del hombre”? ¿“El fantasma dentro de la máquina”? (Arthur Koestler. (6)
(*)
Este niño: ¿estaría en… “la
realidad primaria”? El holograma, vale decir: campo de frecuencias y
potencialidades que subyace a la ilusión de lo concreto” (Brain-Mind-Bulletin).
¿Esa era la realidad de Tomás?
El trabajo de la
terapeuta lo podríamos concretar o teorizar de la siguiente manera: le dice que
él siente que tiene una “mamá máquina” en un mundo sin tiempo ni espacio y
donde él se prolonga y por lo tanto él es también “máquina”.
Aprovechando la
posibilidad que muestra para escribir lo estimula en esta línea y él escribe los
avisos en carteles que usa posteriormente colgándolos.
Creo que es muy claro
cómo va logrando la entrada del paciente a nuevos códigos: representar lo que
era una presentación-máquina. Luego del código oral al escrito y así fue continuando
este proceso que se constituyó en un proceso de cura.
A los cuatro años de
tratamiento logró un vínculo adecuado con la terapeuta en donde se saba un
intercambio. Lo mismo sucedía en su vida fuera de la terapia, según informan
los padres.
Por momentos y con
bastante frecuencia, en las sesiones entraba a ese “juego de decodificación”
con su terapeuta, cuando esta se negaba a traducir (decodificar) lo que él le
planteaba, se enojaba, se golpeaba la cabeza y a veces lloraba.
Tal vez podríamos
interpretar estas regresiones como producto de una insuficiente integración o
fortaleza de su yo.
Por otra parte su
desesperación la vemos como positiva en el sentido de defenderse de repetir su
fracaso inicial, vale decir, resistirse a la compulsión de repetición.
Notas
(6) El aspecto
interrogatorio es nuestro.
Bibliografía
(*) WILBER, k.; BOHM, D y
otros: El paradigma holográfico. Kairos/Troquel.
(**) WINNICOT, D.: Realidad y juego. Granica.
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