1ª edición: Editorial Proyección / Uruguay / 1993, en colaboración con la
Universidad de Poitiers.
1ª edición virtual: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2020, con el
apoyo de la Universidad de Poitiers.
Traducción del francés: Hugo Giovanetti Viola
HISTORIA Y FICCIÓN
III. LA AUSENCIA DEL
PADRE (3)
A la figura paterna, en
efecto, pocas veces ausente en las obras de Juan Carlos Onetti, se les atribuye
sin embargo, en la mayor parte de ellas, un papel secundario. A menudo el padre
no posee un status verdaderamente autónomo y se confunde entre los trazos poco
complacientes con que suele ser presentado el mundo de los adultos. Esto sucede
especialmente en los cuentos de juventud. En El pozo, por ejemplo, la
existencia del padre del narrador está apenas pautada por un apunte que no
contribuye en absoluto a realzarlo. Como toda la gente de su edad, el padre de
Eladio Linacero se transforma en un simple decorado de las tradicionales
fiestas de fin de año, lo que lo aparta un poco más aun de un hijo sumergido
apasionadamente en su soledad:
Era un fin de año y había
mucha gente en casa. Recuerdo el champán, que mi padre estrenaba un traje nuevo
y que yo estaba triste o rabioso, sin saber por qué, como siempre que hacían
reuniones y barullo. Después de la comida los muchachos bajaron al jardín. (Me
da gracia ver que escribí bajaron y no bajamos). Ya entonces nada tenía que ver
con ninguno. (58)
En Los niños en el
bosque, el padre se verá igualmente relegado a un papel secundario. Sin
llegar a suscitar repulsión, su figura será eclipsada, en el marco de un estrecho
y mezquino trasfondo familiar, por la presencia más generosa y dinámica de una
madre y una hermana cuyos defectos no deja, sin embargo, de recalcar:
A los tipos de la esquina
puedo odiarlos. Papá, mami, Clarita. Si el viejo fuera pistolero, Mami alcahueta,
por lo menos, y la Clara saliera a pasear, despacito, todos los días a una hora
como ésta. Si pudiera odiarlos, y no me tuvieran preso y mudo porque son tan
buenos y me quieren. Si pudiera dejarles una carta sucia y enconada. En una
carta dejaba toda la suciedad y el rencor, en la mesita de Mami, tapada la
mitad del sobre con las flores de la carpera verde (59).
En muy pocas ocasiones,
la presencia del padre aparece en un primer plano. Pero como sucede en Tiempo
de abrazar, El álbum, Juntacadáveres o Dejemos hablar al viento,
surgirá caracterizado como un censor que se opone a la libre expresión y a los
deseos considerados disparatados y hasta peligrosos de la juventud: Jason,
Jorge Malabia y Seoane chocan con un padre no desprovisto de cualidades aunque
decidido a ejercer plenamente su ingrata misión educativa, que incluye el
ponerlos en guardia contra las trampas del amor:
Contempló atentamente la
cara vieja y bondadosa que miraba ahora el humo del cigarrillo.
-Me pareció preferible
acá en lugar de hacerlo en casa. Estaremos más cómodos. Y está de más que le
diga que Virginia no sabe nada de esto. Que yo lo he llamado.
Tuvo un impulso de
indignación. Fuera lo que fuera, el resto de su charla…
Todo armonizado con la
oficina limpia y ordenada, el flamante traje azul, la voz doctoral, los
correctos ademanes.
Yo sé que el paso que voy
a dar es delicado. Extremadamente delicado. Y no se me escapa que usted podría
interpretarlo en un sentido desfavorable. Pero ya le he dicho… El preámbulo lo
mortificaba como un cepo. Contra sí mismo debía de indignarse. Ya el estar
escuchando sosegadamente era una hipocresía. Hacer creer que encontraba
natural, dentro del orden, una situación ridícula y absurda. Era el padre de
Virginia. Perfecto. Sabía tanto de ella como de danzas sagradas; pero como era
el padre… (…) Bueno, Jason. Somos padres y podemos charlar claramente. Quiero
decirle esto. Desde que Virginia lo conoció a usted no es la misma. A usted
puedo decírselo. Era una criatura encantadora. Dulce y tierna. Y la única hija,
Jason, usted comprende… Bueno, ahora… se le han metido no sé cuántas locuras en
la cabeza. Independencia, libertad… No sé. Si las cosas no hubieran llegado a
un punto… Pero es necesario terminar con esto (60)
Notas
(58) El pozo, p.
10.
(59) Los niños en el
bosque, en Tiempo de abrazar, p. 133.
(60) Tiempo de abrazar, pp. 234-235.
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