Los tres lenguajes del tango (1)
Por su lenguaje el tango se separa en tres grandes grupos que no son homogéneos,
sino que están integrados por materiales que abarcan diversos matices y grados
de aproximación a las formas habladas; el lunfardo, término que empleamos aquí
en el sentido amplio que le da el Breve diccionario lunfardo (2); el
gauchesco, también en su acepción más amplia; un lenguaje depurado de toda
deformación vulgar -tanto o más alejado del habla real, en casos, que los
anteriores. Si bien en muy diferente medida, cualquiera de los tres había sido
usado por el cancionero popular antes del tango.
Cuando éste surge, ya se había planteado para aquél, en más de una
oportunidad, el conflicto entre el habla corriente y el habla literaria.
Primero se trató del habla del gaucho. Este buscó, por lo menos en sus
composiciones serias, el mejor nivel, la mayor corrección y elevación de su
lenguaje. Recuérdense las ambiciosas payadas, los estilos delicados y a veces
muy elaborados, las composiciones ‘a lo divino’, o ‘con misterio’ como éste que
citan con variantes Ayestarán (3) y Aretz-Thiele (4):
Al mismo Dios conocí
antes de que hubiera Dios.
No lloro culpas atroz
ni
doy informes de mí.
A
los cielos escribí
antes
de que cielo hubiera
y
soy Eclicial Tibera
el
Fundador de la Fe.
Con
los ángeles hablé
y
no supieron quién era.
Las deformaciones que
aquellos cantores hayan hecho provendrían, en muchos casos, más bien de sus
ignorancias que de la voluntad de trasladar al verso su hablar cotidiano. Aun
formas más rústicas de expresión como las cuartetas que atribuye Concolorcorvo
(5) a los gauderios de fines del siglo XVIII son totalmente correctas en su
español. Pero finalmente aquel traslado se hace; aparece el gauchesco, el
intento de usar literariamente el habla del gaucho. Y ese traslado, a pesar de
sus exageraciones e infidelidades, significó un acto creador que iba a tener
amplias consecuencias.
También se llevó al
canto, y también de modo artificioso y convencional, la media lengua de los
negros; así como los gauchos no crearon el gauchesco, tampoco parece haber
correspondido esta iniciativa a negros que ni siquiera tuvieron la exclusividad
de su práctica posterior. Soler Cañas (6) recoge unos Diálogos de negros
que se publicaban por 1830; de ellos tomamos esta cuarteta:
Y
así no venga moliendo,
dejati
de dispuitá
y
vámono á é Candombe
eta toma a festejá.
Notas
(2) José Gobello y
Luciasno Payet, Breve diccionario lunfardo, Buenos Aires, A. P. L.,
Colección La Siringa, 1959.
(3) Lauro Ayestarán, La
música en el Uruguay, Montevideo, SODRE, 1953.
(4) Isabel Aretz, Música
tradicional argentina, Buenos Aires, Ed. Raigal, 1946.
(5) Concolorcorvo, El
lazarillo de ciegos caminantes, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1946.
(6) Luis Soler Cañas, Negros, gauchos y compadres en el cancionero de la Federación, Buenos Aires, Ed. Theoría, 1958.
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