por Horacio Raúl Campos
Para la investigadora y docente de la UBA, el conflicto bélico significó
un “exterminio” de la población paraguaya. Afirma que sigue siendo foco de
estudio para reparar su negación tanto en las historiografías nacionales como
en la curricula escolar.
“La lucha por la
memoria permanece viva mientras los pueblos así lo perciban”, sostiene la
investigadora y profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA
Viviana Civitillo, al referirse a la Guerra de la Triple Alianza, uno de los
conflictos más importantes en la historia de América Latina y de cuya
finalización se cumplen 150 años.
Docente a cargo de
varias materias y seminarios de Historia e Historiografía del Paraguay,
Civitillo sostiene que esa conflagración fue “ocultada en parte importante de
las historiografías nacionales”; recuerda el rol de Inglaterra y Brasil; y
destaca el papel desarrollado por Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento y
Justo José de Urquiza así como las críticas de Juan Bautista Alberdi
“La oposición a la
guerra se extendió a la oposición al gobierno mitrista: de la resistencia
armada encabezada por Juan y Felipe Saá y Felipe Varela, a la crítica en el
discurso político-intelectual y la queja diplomática”, asegura Civitillo, en
una entrevista concedida al Suplemento Universidad.
¿Por qué se investiga la guerra contra el
Paraguay?
La Guerra contra el Paraguay fue
deliberadamente ocultada en parte importante de las historiografías nacionales,
silenciada en la formación docente, prácticamente desconocida en la currícula
escolar y olvidada en la construcción simbólica de la memoria colectiva. Se
investiga para reparar su negación pues se trató de una guerra total que
extendió el campo de batalla a todo el espacio social y, luego de la Guerra de
Crimea, fue el enfrentamiento bélico más sangriento desde el final de las
guerras napoleónicas hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial. En la
Historia, como en toda disciplina de conocimiento natural o social, las
respuestas son siempre provisorias y abiertas a nuevos interrogantes que cada
generación formula sobre su pasado colectivo y la lucha por la memoria
permanece viva mientras los pueblos así lo perciban.
¿Qué papel tuvieron
los ingleses en esa guerra, teniendo en cuenta que era la potencia colonialista
de entonces, y los brasileños?
Inglaterra desplegó
tempranamente sus intereses comerciales, financieros y diplomáticos en la
Cuenca del Plata que se articularon con las fracciones de la elite comercial
(no sólo) porteña. A lo largo del siglo XIX, sus ministros plenipotenciarios
oficiaron de mediadores en los conflictos rioplatenses, en el proceso formativo
de las nuevas unidades políticas independientes. Su participación en la Guerra
Guasu es, aún hoy, muy discutida por la historiografía; sobre todo, alrededor
de la necesidad de abastecimiento del algodón producido en el Paraguay para su
industria textil como consecuencia de la crisis originada por la Guerra de
Secesión en los Estados Unidos. Lo que es menos discutible es la hegemonía
británica en “la era del capital” -como denomina Hobsbawm al periodo de las
revoluciones del ’48 a la Comuna de París (1871)-, y su proceso de expansión
hacia otros continentes de la mano de la segunda revolución industrial. La
ofensiva militar y/o diplomática tuvieron el mismo objetivo: la expansión
neocolonialista, a través de sus socios comerciales y/o aliados locales y
regionales. La corona británica no declaró la guerra al Paraguay; tan cierto
como lo es la presencia de sus plenipotenciarios en las reuniones previas a la
firma del Tratado de la Triple Alianza.
La guerra tuvo lugar
cuando en la Argentina gobernaban Mitre y Sarmiento después. ¿Qué
responsabilidades tuvieron esos dirigentes políticos?
Mitre y Sarmiento son
la expresión más acabada de la facción liberal de la dirigencia política del
período. El proyecto mitrista es el del Partido Liberal que lideró la secesión
de Buenos Aires en la década del ’50, pero tiene aliados en las elites del
interior. Después del triunfo en Pavón, esa dirigencia iniciará una ofensiva
militar sobre el gobierno constitucional de la Confederación, una operación de intervención,
ocupación territorial y deliberado exterminio respecto de las resistencias
federales al proyecto porteño - ejecutada por el futuro presidente Sarmiento-,
la constitución de una alianza con las facciones liberales del Imperio del
Brasil y de la República del Uruguay, y la avanzada definitiva sobre el
Paraguay.
¿Cuál fue la actitud
de Urquiza?
Durante la década del
’50, Urquiza será un buen aliado del gobierno del Paraguay a cargo de Carlos
Antonio López. Después de Caseros, le reconocerá la independencia y se firmarán
los primeros acuerdos de límites y navegación del río Paraná. Sus buenos
oficios evitarán la intervención de la flota norteamericana en aguas del río
Paraguay en 1858/9 y, en reciprocidad, el Mariscal Francisco Solano López será garante
del Pacto de San José de Flores por el cual Buenos Aires se reincorporaba a la
Confederación. Sin embargo, luego de Pavón, su posición quedará subordinada a
la política del presidente Mitre. La correspondencia entre ambos da cuenta de
la insistencia de Urquiza en resolver las cuestiones pendientes con Paraguay
por la vía diplomática. Pero una vez iniciada la contienda, no se eximirá de
realizar negocios privados para el suministro de la logística de las fuerzas
aliadas, como bien ha estudiado León Pomer en su libro La Guerra del Paraguay:
Estado, política y negocios.
En la Argentina como
en otras repúblicas del continente hubo una fuerte oposición a la guerra…
La oposición a la
guerra se extendió a la oposición al gobierno mitrista: de la resistencia
armada encabezada por Juan y Felipe Saá y Felipe Varela, a la crítica en el
discurso político-intelectual y la queja diplomática. La resistencia en los
contrafuertes andinos se desarrolla paralelamente a la guerra y, luego de la
derrota aliada en Curupayti (1866), Mitre debe disponer de los restos de su
ejército para reprimir y derrotar el levantamiento. Alberdi será el más radical
de sus críticos contemporáneos. Sus escritos develan los intereses imperiales
detrás de la contienda que no sería más que “la continuidad de la guerra civil
entre Buenos Aires y las provincias”. En 1867, la Unión Americana, promovía “la
unión de Repúblicas hermanas… contra las agresiones o pretensiones injustas de
parte de las grandes Potencias”, particularmente en las costas del Pacífico.
¿Cuáles fueron las
principales consecuencias de la guerra?
El deliberado exterminio perpetrado contra los pueblos, que padecieron la ofensiva “civilizatoria” del mitrismo, tuvo en Paraguay su más efectivo resultado: al finalizar la guerra, el 60 por ciento de la población paraguaya había desaparecido; de los sobrevivientes, el 37 por ciento era masculino y 63 por ciento femenino; los varones mayores de 15 años (edad para tomar las armas) no superaban el 13 por ciento, tal como precisa Luc Capdevila, en su libro Una guerra total: Paraguay, 1864-1879. El “crimen de la guerra” -denunciado y anticipado por Alberdi- había destruido la vida social de su población no sólo en términos demográficos, sino en sus posibilidades de reconstrucción personal, familiar, colectiva, productiva, política y moral, y obligado a los prisioneros paraguayos a luchar en contra de su propia bandera. Como diría Mansilla: “El Paraguay no existe”.
(Página12 / 18-11-2020)
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