por Claudio Vergara
El cantautor de 71 años disfruta un estreno por partida doble: su nuevo álbum y un documental de Apple TV+. Bajo el título de Letter to you, ambos funcionan como una carta de homenaje a su vida, a su carrera y a sus compañeros de ruta, pero también la aceptación del inevitable camino hacia la muerte. "¿Adónde vamos cuando morimos?", es una de las tantas preguntas que se hace en un registro tan humano como emotivo.
Corren los primeros minutos del nuevo documental de Bruce Springsteen:
el rostro del cantautor aparece en primer plano con sus facciones duras y
marchitas, la silueta propia de quien ya cuenta 71 años de vida, casi un ex
boxeador a punto de observar sus glorias y caídas. Pero también la imagen más
idónea para abrir un viaje hacia su propia persona.
Aunque al igual que David Bowie las portadas de sus discos siempre lo
mostraron a él como espejo de sus composiciones – el aspecto de forajido con
guitarra que ilustra el vértigo de Born to run (1975), la mirada más
reflexiva en sintonía con el tono de The River (1980), la figura
difuminada en los confusos días post 11-S en que salió The Rising
(2002)-, el estadounidense por décadas ha preferido retratar al resto antes que
a sí mismo.
Su obra no es una narrativa de demonios personales, guerrillas al
interior de su grupo o naufragios amorosos según el patrón de autor establecido
por John Lennon.
“El jefe” –vaya que le incomoda la autorreferencia: odia ese apodo-
siempre ha cogido personajes del Estados Unidos profundo para ejemplificar el
curso de su país y también para describir sensibilidades tan universales –la
soledad, la felicidad, la rabia, la incertidumbre- que al final igual terminan
transparentando una pizca de su mundo interno.
Pero aquello ha terminado. Ahora le tocó hablar en primera persona.
Springsteen canta a Springsteen: Letter to you (Carta para ti) es
el apropiado nombre del disco que sale hoy y de precisamente el documental ya
disponible en Apple TV+ donde muestra la grabación del álbum, en apenas cuatro
días de noviembre de 2019 en su rancho en Nueva Jersey, mientras la nieve
cubría el bosque exterior. Una carta para ti, para mi o para nosotros, narrada
en el registro por el propio artista, como una voz espectral que va leyendo
párrafos de recuerdos, agradecimiento y despedida a todos los que han estado a
lo largo del camino.
Y a los que siguen estando, partiendo por los músicos de la E Street
Band, su legendario conjunto de apoyo desde principios de los 70 y también
presentes en este nuevo álbum, a quienes además parece dedicarles las primeras
frases del documental: “Empecé a tocar guitarra porque buscaba alguien con
quien hablar y que me correspondiera. Supongo que eso salió mucho mejor de lo
que imaginaba”.
En términos más formales, en el disco la vigorosa canción Ghosts
es un homenaje al espíritu volcánico del grupo, un abrazo a la pandilla
cómplice que funciona con solo mirarse sin importar los años de distancia,
sobreponiéndose incluso al fallecimiento de dos integrantes medulares (el
saxofonista Clarence Clemons y el tecladista Danny Federici).
La memoria no debe ir muy lejos ni en el tiempo ni en la geografía para corroborarlo: en 2013, Springsteen y los suyos iniciaron en Santiago el tramo latino de su tour Wrecking ball, sin despertar mayor entusiasmo en el público (se vendió menos de la mitad del Movistar Arena), lo que no les impidió realizar un concierto impresionante de casi cuatro horas, casi como si fuera el último de sus vidas.
La noche de 2013 en que Bruce Springsteen ofreció uno de los mejores shows que han pasado por Chile
Pero para subrayar que aquí quiere hablar de su existencia y no de la de
otros, el hombre de Born in the U.S.A. va aun más atrás en su bitácora.
También se da el tiempo para tributar a los compañeros con los que entre 1965 y
1968 –"una eternidad en los años 60″, postula- integró su primera
agrupación, The Castiles. “Soy el último miembro vivo de esa banda”, dice con
pesadumbre, mientras aparece una fotografía del quinteto, con la típica facha
de inspiración británica de aquellos años y un Bruce juvenil apenas
reconocible. Después, en su casa junto a sus actuales camaradas, interpreta
otro track nuevo y alusivo,
Springsteen ya cuenta varias temporadas en una suerte de terapia pública
asumiendo los tormentos que arrastra desde sus orígenes obreros y sus heridas
familiares, sobre todo en la relación con su padre, a quien alguna vez definió
como “el hombre con el que chocaban mis sueños”.
“Me he acercado lo bastante a las enfermedades mentales para saber que
por mí mismo no estoy del todo bien. He tenido que aprender a manejarlo a lo
largo de estos años, y tomo una variedad de medicamentos que me mantienen en
equilibrio; de otra manera, me tambalearía muchísimo… y las ruedas podrían
llegar a descarrilar”, dijo hace un tiempo a Rolling Stone.
Un vía crucis volcado en su libro autobiográfico Born to run (2016) y en el espectáculo mezcla de monólogo y show íntimo que montó en Broadway un año después. Eso sí, el disco y sobre todo el documental Letter to you remarcan una diferencia. Casi una obsesión: en este proyecto, todo está cruzado por la marcha inevitable hacia la muerte.
Una cita íntima con "el Jefe" en Broadway
“Un día cerraremos los ojos para conducirnos a ese sueño largo y
eterno”, imagina en un momento, mientras el registro regala secuencias de nubes
frondosas que recorren parajes reposados, antes con el artista recalcando que
desde los seis o siete años debió acostumbrarse a la muerte, cuando sus padres
lo llevaban a funerales irlandeses e italianos.
“¿Adónde vamos cuando morimos?”, se pregunta, sin respuesta lógica
–claro: ni “El jefe” ni nadie la tiene-, aunque esboza algunas pinceladas en
otra canción reciente, I’ll see you in my dreams (Te veré en mis
sueños), la que observa a los sueños como el único lugar posible para lo
imposible: reencontrarse con quienes se fueron para siempre.
“La edad brinda perspectiva con la claridad que se logra en la madurez cuando uno espera la llegada de lo inevitable. Lo percibes enseguida: no queda mucho tiempo”, es una de sus revelaciones finales. Letter to you no sólo es una carta para ti, para mi o para nosotros. También es la carta con que un hombre empieza a decir adiós para siempre.
(LA TERCERA / 22-10-2020)
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