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GUILLERMO ARRIAGA “BORGES ESTÁ POR ENCIMA DEL PREMIO NOBEL”

Toda la obra de Guillermo Arriaga, a pesar de la originalidad de cada una de sus piezas, tiene una trama y un clima identificable, del cual el libro Salvar el fuego no queda afuera: en el denominado "Territorio Arriaga", tres historias o tres voces se desencadenan a partir de un accidente y termina uniendo la vida de los personajes quienes viven siempre en el abismo.

Los personajes son Marina -una coreógrafa casada, con chicos y una vida convencional- y José Cuauhtémoc, condenado a cincuenta años de cárcel por un homicidio. 

El suelo de la Unidad Modelo, el barrio donde transcurre esta novela recién publicada por Alfaguara, tiene huellas identificables de lecturas previas y otras no tantas. El guionista de Amores perros y Babel revela cuáles son los escritores que pisan el infierno terrenal de su obra, donde lo importante siempre es "salvar el fuego".

 Shakespeare y Rulfo son presencias muy fuertes en Salvar el fuego. ¿Qué otros autores aparecen?

 Hay escritores que son fundamentales como influencia. Rulfo, BorgesShakespeare, Sófocles, Esquilo y Eurípides sin la menor duda. William Faulkner básicamente. Estas influencias me han permitido llegar a estos registros. Me han marcado de una manera directa o indirecta.

Cuando el protagonista del libro, José Cuauhtémoc Huiztlic, está en la oscuridad de su celda memorizando su ficción, me imagino a Borges creando estas historias en su ceguera. Los discursos de "Pedro Páramo" y El llano en llamas son una gran influencia, por esos temas tan mexicanos que tiene Rulfo. Sin embargo El sonido y la furia, de Faulkner, ha sido la obra que más ha influido en toda mi carrera.

Borges aparece citado y referenciado cuatro veces en tu novela. ¿Cómo pensás como lector y como escritor su obra?

Borges y yo venimos de dos escuelas distintas. Borges viene de la biblioteca y yo vengo, un poco más como Rulfo, de la vida. Borges crea universos a través de lo que ha leído y yo a través de lo que he vivido. Pero la obra que crea Borges es monumental. Mi padre se lo encontró en el aeropuerto y le dijo: "Maestro Borges, soy Carlos Arriaga, soy mexicano y no sabe cómo deseo que le entreguen el premio Nobel". Y Borges le contestó: "Si no se lo dieron a Alfonso Reyes, su paisano, menos me lo van a dar a mí". Pienso que Borges es un Premio Nobel, aunque no se lo hayan dado, o mejor, pienso que Borges está por encima del Premio Nobel. No entiendo por qué las visiones políticas tuvieron que anular su capacidad literaria extraordinaria. De él aprendí, por ejemplo, esta combinación inusual de adjetivo "cicatriz rencorosa", aunque a mí me gusta decir "rencorosa cicatriz".

En mi novela El salvaje a partir de los dos versos finales de El amenazado de Borges -"El nombre de una mujer me delataMe duele una mujer en todo el cuerpo"- voy haciendo variaciones sobre variaciones, escribo: "El cuerpo de una mujer me delata / Me duele un nombre en todo el cuerpo / El nombre de una mujer me duele / Me delata un cuerpo en todo el cuerpo / El nombre de un cuerpo me delata / Me duele el cuerpo en toda una mujer / El nombre de una mujer me duele en todo el cuerpo". Borges me parece un monstruo.

¿Como en todo drama shakesperiano al final hay un nuevo orden?

En Salvar el fuego no sé si llega a ver un restablecimiento del orden, porque los personajes terminan asumiendo las consecuencias y no quieren salvar el orden, quieren salvar el fuego, por así decirlo. Quieren salvar lo que se generó dentro de ellos. El orden queda roto o es un orden nuevo, o sea es un reordenamiento. Es un "reordeno la vida a lo que yo quiero, no lo que me dijeron que debía hacer". Pero no es un restablecimiento del orden.

En el Diario de Lecumberri que escribió Álvaro Mutis en la cárcel dice "La ficción hizo posible que la experiencia no destruyera toda razón de vida" ¿Es el amor y la literatura lo que mantienen al protagonista con esperanza dentro del reclusorio?

Es lo que le da sentido a mi existencia. Una existencia sin amor, una existencia sin creación, en mi caso, la sentiría muy vacía. Y a José Cuauhtémoc es lo que permite sobrevivir: el poder crear estos mundos. Una de las personas que más me impulsó en mi carrera fue Álvaro Mutis, con quien dialogué muchas veces sobre su experiencia en la cárcel de Lecumberri. Parte de las reflexiones que él me ha dado aparecen en Salvar el fuego.


(Clarín / 12-8-2020)

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