AUTOR Y PERSONAJE EN LA ACTIVIDAD ESTÉTICA
(22)
LA TOTALIDAD TEMPORAL DEL
HÉROE
(el problema del hombre interior
o el alma) / 12
Para mí, el otro coincide
consigo mismo, y yo lo enriquezco desde el exterior mediante esta coincidencia
totalizante que lo concluye positivamente, y de este modo el otro llega a ser
estratégicamente significativo, se hace héroe; desde su forma, en su totalidad,
el héroe siempre es ingenuo e inmediato, por más desdoblado y profundo que sea
por dentro; la ingenuidad y la espontaneidad son momentos de la forma estética
como tal; cuando no se logran, el héroe no se objetiviza estéticamente porque
entonces el autor aun no ha logrado una postura firme fuera de sí mismo, porque
aun posee autoridad para consigo mismo desde el punto de vista de su sentido.
Una forma con significado estético no busca en el héroe revelaciones del
sentido; su última palabra es la conclusión en el ser en tanto que pasado
básico. El percibir la contradicción más profunda en el ser, abrazarla
con una mirada única como un momento del ser, sin participar en ella, es
contribuir a que la contradicción sea ingenua y espontánea.
Allí donde el otro y su
tensión semántica poseen una autoridad interna para nosotros, donde
participamos en su orientación semántica, allí se dificultad su superación y
conclusión estética, el sentido autoritario desintegra su cuerpo exterior e
interior, destruye su forma significativa ingenua y espontánea. (Es difícil
traducirlo a la categoría del ser, porque soy yo quien se encuentra en el ser.)
La anticipación de la muerte tiene una gran importancia para la conclusión
estética del hombre. Es la anticipación de la muerte la que aparece como
momento necesario en la forma estéticamente significativa del ser interior del
hombre, en la forma del alma. Anticipamos la muerte del otro como una
inevitable irrealización del sentido, como un fracaso semántico de toda una
vida, creando tales formas de su justificación que él mismo no puede encontrar
desde su lugar. En todo momento dado de la contemplación estética, desde el
principio, el otro debe coincidir positivamente consigo mismo, lo debemos ver por
completo en todo momento dado, aunque sea de un modo potencial. El enfoque
artístico del ser interior del hombre lo predetermina: el alma siempre está
predeterminada (en contraposición al espíritu). Ver su retrato interior es lo
mismo que ver uno exterior; es un asomarse a un mundo en que por principio no
existo y donde yo, permaneciendo yo mismo, no tengo nada que hacer; mi faz interna
estéticamente significativa es una especie de horóscopo (con el cual tampoco
hay nada que hacer; el hombre que supiese realmente su horóscopo quedaría en
una situación internamente contradictoria y absurda: serían imposibles la
seriedad y el riesgo de la vida, así como una correcta orientación del acto).
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