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ROBERTO ARLT Y SU ANDAR POR TEMPERLEY CON “LOS SIETE LOCOS”


por Federico Gastón Guerra

Se cumplen 120 años del nacimiento de este genial y único escritor, 26 de abril de 1900, que dejó un legado singular de huella indeleble en el periodismo y la literatura argentina. Algunos de sus personajes caminaron por la zona Sur.

"Cuando llegaron a Temperley, Barsut se sacudió como si despertara escalofriado de un sueño penoso, y se limitó a decir: -¿Por dónde es? Erdosain extendió el brazo, señalando vagamente la distancia que debía caminar, y Barsut siguió el rumbo", escribió Roberto Arlt en uno de los pasajes medulares de esa gran novela que fue "Los Siete Locos", editada en 1929.

Este libro profundiza en los temas morales, la desolación que provoca la angustia y la muerte. Es Augusto Remo Erdosain quien ante la falta de trabajo y de un bienestar mínimo de vida se une a una sociedad secreta ideada por El Astrólogo. Todo sería financiado por el Rufián Melancólico. La escritura de esta obra comenzó en 1928 y concluye justo un año antes del golpe de Estado que fue el 6 de setiembre de 1930.

"Y sin embargo, todo continuaba lo mismo; el sol lucía allá en los campos; habíamos dejado atrás los frigoríficos, las fábricas de estearina y jabón, las fundiciones de vidrio y de hierro, los bretes con el vacuno oliendo los postes, las avenidas a pavimentar con sus llanuras manchadas de yeso y de surcos. Y ahora comenzaba, traspuesto Lanús, el siniestro espectáculo de Remedios de Escalada, monstruosos talleres de ladrillo rojo y sus bocazas negras, bajo cuyos arcos maniobraban las locomotoras, y a lo lejos, en las entrevías, se veían cuadrillas de desdichados, apaleando grava o transportando durmientes", describe Arlt en el andar de sus personajes camino a Temperley.

Esos talleres de "bocazas negras" habían sido inaugurados en julio de 1899. La obra comprendía talleres y almacenes, máquinas, fundición, pintura, aserradero, galpones para materiales, depósitos, herrería.

"Los siete locos, Los lanzallamas hablan de la Argentina de las primeras décadas del siglo veinte, un mundo que ha perdido su fe -y que, por lo tanto, ha perdido el sentido de sus actos-; una sociedad en crisis, que ha perdido sus valores y sus creencias", se lee en el artículo Vientos de conspiración en «Los siete locos». «Los lanzallamas» de Roberto Arlt, de la investigadora Sylvia Saítta.

Mientras el tren avanza en su recorrido: "Más allá, entre una raquítica vegetación de plátanos intoxicados por el hollín y los hedores de petróleo -describe el escritor en la novela-, cruzaba la senda oblicua de los chalets rojos para los empleados de la empresa, con sus jardincitos minúsculos, sus persianas ennegrecidas por el humo y los caminos sembrados de escoria y carbonilla".

Ya en destino, Roberto Arlt detalla en Los Siete Locos: "Un trozo de andén de la estación de Temperley estaba débilmente iluminado por la luz que salía de la puerta de la oficina de los telegrafistas. Erdosain sentóse en un banco junto a las palancas para los cambios de vías, en la oscuridad. Tenía frío y tal vez fiebre. Además, experimentaba la impresión de que la idea criminosa era la continuación de su cuerpo, como el hombre de tiniebla que pudiera arrojar en la luz. Un disco rojo brillaba al extremo del brazo invisible del semáforo; más allá otros círculos rojos y verdes estaban clavados en la oscuridad, ya la curva del riel galvanoplastiado de esas luces sumergía en las tinieblas su redondez azulenca o carminosa. A veces la luz roja o verde descendía. Luego todo permanecía quieto, dejando de rechinar las cadenas en las roldanas y cesando el roce de los alambres en las piedras".

Por el barrio

En 2015 la TV Pública realizó una nueva versión televisiva de esta novela, la primera versión fílmica fue dirigida por Leopoldo Torre Nilsson en 1973. "La elección de las locaciones precisaba seguir la lógica visceral del mundo arltiano. La quinta del astrólogo que el escritor ubica en Temperley, está situada en la actual calle General Paz de la misma localidad bonaerense y hasta algunas personas llegaban en tren a filmar allí, como Erdosain lo hace en el libro", afirmó el director Fernando Spiner en una entrevista a la agencia TELAM.

El porqué de la elección de Temperley en la novela de Arlt parece misterioso:"(...) la quinta de Temperley, espacio idílico en contraste con la urbe colmada de esperpentos y espacios deteriorados donde habitan seres despreciables. Una descripción casi pictórica de la quinta denota la calidez percibida por Erdosain: ‘afuera ondulaban los caminos, iluminados por el sol, y el peso de los pájaros doblaban las ramas de los granados, consteladas de asteriscos escarlatas'", explica Juan D. Cid Hidalgo en Geografía de un desplazamiento. El circuito periurbano en Los Siete Locos de Roberto Arlt, un trabajo de la Universidad de Concepción, Facultad de Humanidades y Arte, Departamento de Español, Concepción, Chile.

Para Leandro Alva, profesor de literatura: "Allí se describe una quinta, leímos bien todos los pasajes de cómo llegar partiendo desde la estación y concluimos que podía ser La quinta Arancedo, ya demolida, o Villa Grampa, donde fuimos a visitar a la actual dueña", luego prosiguió: "Cuando vimos las dos palmeras en la entrada, el camino de piedras y unas caballerizas, automáticamente recordamos esas descripciones en la novela. Pude ingresar a la casona y, para nosotros, está inspirada en ese lugar", se lee en una nota realizada por Damián Grassi.

"Marqué en la novela -agrega Alva-todos los pasajes donde alude a Temperley. Para mí, conocía este lugar por algún amigo, pariente o algún amorío. También lo relacioné con una posible visita al hipódromo que existía por aquel entonces, las épocas coinciden."

Norberto Candaosa, miembro del Instituto histórico municipal de Lomas de Zamora detalla que ese hipódromo comenzó su actividad en enero de 1914."El ingreso se hacía por la esquina de las avenidas Alte. Brown y Pasco, donde la empresa tranviaria 'Compañía de Tramways de Temperley Este' habilitó un servicio que pasaba por allí. Además la actividad turfística en el lugar era tan importante que los trenes paraban sábados y domingos en Pasco-9 de Julio. Las tribunas tenían acceso por Pasco entre Lucio V. López y Emilio Castro y a los boxes se ingresaba por Solís. La chacra del Dr. Cabred, que se extendía entre Pasco, Alte. Brown, Ávalos (hoy Dr. Cabred) y Triunvirato estaba bien arbolada y hacía agradable la estadía en el lugar"

El 27 de mayo de 1927 el gobierno clausuró todos los hipódromos y prohibió la actividad con lo que concluyó el turf en Lomas de Zamora. Todavía existen en el trazado urbano del barrio dos calles que conservan en su trayecto las curvas de las pistas: Condarco e Ingeniero Mitre.

Godofredo

Roberto Arlt llevaba por nombres, además, Emilio Gofredo. Saitta detalla, en un artículo reciente en la revista Caras y Caretas, que el escritor y periodista nace "bajo la conjunción de los planetas Saturno y Mercurio (...) el 26 de abril de 1900, en La Piedad 677, hoy llamada Bartolomé Mitre, a las once de la noche, y no el 7 de abril, como afirmó en una autobiografía publicada en 1929".

Todo en él parecía misterioso, no sólo su paso o el de sus personajes por Temperley: "Su nombre -agrega Saitta-, según consta en la partida de nacimiento, fue Roberto Arlt, aunque firmó sus primeros textos y autobiografías como Roberto Godofredo Christophersen Arlt. Su nombre fue Roberto Arlt, aunque hoy sabemos, gracias al hallazgo de Roberto Colimodio Galloso, que su nombre de pila, el que figura en la partida de bautismo, fue Roberto Emilio Gofredo. El Godofredo, con errata en la partida, fue elegido por su madre ‘por leer La Jerusalén libertada de Torcuato Tasso'; del Emilio no teníamos ni noticias; el Christophersen, pura invención".

Arlt falleció joven el 26 de julio de 1942. Él se fue pero nos dejó para siempre las huellas de esos Siete Locos que aún crujen y conspiran por las calles temperlinas en estos pasajes literarios situados en el Sur: "Caía el tierno azul de la mañana en los bardales de las calles oblicuas. Tallos, pasteles de todos los verdes y árboles, creaban informes edificios vegetales, crestados por penachos flexibles y bifurcados por laberintos de leñosidades rojas. Esto bajo el aire que ondulaba suavemente, de forma tal, que esas fantásticas construcciones del botánico azar parecía flotar en una atmósfera de oro, que tenía la lucidez vítrea de un cristal cóncavo, reteniendo en su esfericidad el profundo hedor de la tierra. -Linda la mañana -dijo Barsut. Y ya no hablaron más hasta llegar al frente de la quinta".

(LA TERCERA / 27-4-2020)

1 comentario:

Federico Gastón Guerra dijo...

Gracias por reflejar mí artículo. Un gusto!

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