miércoles

1809: ARTIGAS y la barbarie ilustrada y el alma cimarrona (9) - Hugo Giovanetti Viola


(LO QUE EL MATERIALISMO NEURÓTICO QUISO ESCONDERNOS SOBRE NUESTRA GRANDEZA)

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Isabelino Pena trabajó dos horas con el portugo y fue hasta la casita de las Artigas. Y en el momento de entrar escucho que Celeste explica:

-Es un cordial que preparan los libertos en el hospital de la chácara. Se hace con muchísimas flores, aunque la más preciada es el jazmín.

El detective reprimió el asco al observar las copas recién vaciadas por Ña Pancha y Rafaela y anunció:

-El señor Lanzarote pasó temprano por el Fijo y le aseguraron que hoy llega Pepe.

Entonces Rafaela muerde un triángulo de la guarda superior del vestido y babea agarrándose los pechos:

-Sin pecado concebidos. Pero la noche de Francisca Eulalia y la noche de Petronila se nos murió la luna.

Celeste le hizo señas a Josef de que tocara algo y pidió permiso para salir a la calle con el viejito vestido de cajetilla. Hay un mediodía increíblemente lleno de golondrinas, pero la muchacha crenchuda parece perforar la muralla con el deseo y no tengo más remedio que explicarle que el gloriado es un afrodisíaco.

-Cerdos -murmuró ella. -Algún día he de contaros lo que hicieron Killer y los Twins con mi tía durante la ocupación.

-Ya lo averigüé, mija. El pulpero de Punta Gorda es el Amarillo. ¿Vos cómo lo supiste?

-Por Arnal.

Adentro suena la sarabanda de Roncalli que le escuché tocar a Melina Petriella y me largo a escarbar:

-En Buenos Aires conocí a un fernandino que me contó que su tía iba a misa con una paloma en cada hombro.

-No. Eso es pura chuscada -sacó una targanina la muchacha. -Pero a fe que la garza desapareció del Marco de los Reyes la tarde que la enterraron sin dedos en los pies.

-Pero vos ya no estabas en Maldonado.

-No -se pone el cigarro en la oreja como un malevo y me muestra las caries. -El día que me escapé de aquel infierno con este señor cerdo que me usa de guitarra me podé a tijeretazos y todavía no entienden quién soy. El pelo me llegaba mucho más abajo de la cintura.

Isabelino estaba a punto de acariciarle el cráneo a la muchacha cuando sonó el Sol Mayor final y un chillido de Rafaela se metió en la emulsión de la blancura que soplaba desde el muelle:

-Al Alma Cimarrona la vemos nada más que los locos y los espejos.

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El 4 de marzo de 1807 se cumplían dos meses de la muerte de tu padre y le pediste a tu abuela para ir a ver el primer melólogo madrileño que se iba a estrenar en la Casa de Comedias según lo desparramó el barbero y llegaron a saberlo hasta los críos pelotaris con los que ya no te dejaban jugar más que al Gran Bonete: la marquesa te acusó de querer echarle el ojo a la raterilla pero se mandó preparar tirabuzones con el maestro Andrés y arreó otras cuatro damas de copete y Tiburcio y un bozal les llevaron las sillas y la primera sorpresa fue ver al Gobernador Gore Brown en el palco de Ruiz Huidobro y enseguida a la recién formada Logia Buonarroti rodeando la sobrecogedora máscara de albayalde y bermellón que transformaba a Celeste en un ícono digno del coro de la canción patriótica compuesta por Bartolomé Hidalgo que abriría las funciones en 1815 Bravos Orientales Himnos entonad Que Artigas va al templo De la libertad: el gigante pecoso y los mellizos de bigote desteñido tenían anteojos teatrales traídos de Londres y se daban el lujo de escrutar la mar de escotes de la créme y la cazuela y los palcos y las lunetas donde no se podía echar la cabeza de un alfiler se alborotaron mucho antes de la gritería con que fue aplaudida Conuneros de Castilla en la primera parte aunque los ingleses también se sintieran encantado de demostrar su liberalidad: Lanzarote le mandó yemas y tortitas de morón a la marquesa en el entreacto y la vieja quedó tan touché que cuando le pediste licencia para ir a hacer lo tuyo les comentó a las otras Tan majo y tan gorrino y pudiste ver de al lado la muda de velas de las arañas y el pegaso y las musas y el templete del telón de boca mandados pintar en Europa y al meterte en el hedor del zaguán que daba al norte buscaste un lugarcito entre los empolvados de coleta y lunares y los plebeyos de poca consideración que se vaciaban igualmente perniabiertos sobre un albañal donde flotaban ratones y escuchaste a Red Killer contestarle con mucho acento a los Twins mientras se embraguetaba Lo que yo comería primero es la sopa de almeja de Celeste: el melólogo era una danza-canto-recitado unipersonal con música alternada que no fue muy atendida porque ya circulaba la confirmación de que Lanzarote se había conocido con los otros masones en la mismísima corte de Madrid aunque la mormoración principal fue que la salerosa chula guapetona yegüita madrina iba a andar bien montada en el Miguelete y que si en la primera parte hubiesen dado Otelo el portugo era capaz de salir a buscar al yaguareté.

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Isabelino Pena le contestó al futuro Presidente del Congreso que redactó las Instrucciones del año XIII:

-Claro que conozco el libro de Thomas Paine. Y coincido con el señor Lanzarote en la apreciación de que el gobierno racional estadounidense está facultado para llegar al despotismo sobre las provincias.

Aurora Bendita trae los botellones y todos rechazamos el gloriado menos el portugo, que termina explicando:

-Es un verdadero elixir digno del siglo de las luces que inventó el desaparecido doctor Label. Lo empezamos a preparar en la chácara con toda nuestra variedad de flores y huesos de perdices hervidos, hasta que vino la reglamentación de la caza y la veda. Este año se sustituyeron las aves por perros cimarrones y el resultado fue más extraordinario todavía para curar las calenturas pútridas y la sarnícula de los esclavos, pero sobre todo para fortalecer a las víctimas del microbio del amorcillamiento. A esos santos hay que amputarlos apenas se les detecta el rosado-cruz en los ojos: ahí no se valen las sangrías ni la grasa de lagarto ni la infundia de gallina ni el unto sin sal ni el emplasto de cebollas blancas. Y menos que menos los conjuros con cruces y reliquias y la búsqueda de las agüerías del cristo en el paladar y otros hierbajos del oscurantismo.

-Una gran obra de caridad -sonrió desde su gracia de encantamiento casi constante Fray Guillermo. -Con el buen Lanzarote podremos discutir hasta el fin de los tiempos sobre Spinoza o Rousseau, pero lo de la chácara es un verdadero tesoro para nuestro nuevo mundo.

-¿Discuten sobre Rousseau? -se aplasta los rulos Artigas, y me doy cuenta que Celeste ya lo empezó a entelarañar.

-Fray Guillermo sostiene que la propuesta de El contrato social es una mala copia de la ilustración española -estornudó taponeándose la boca con un pañuelo de seda negra el portugo.

-Mala y oportunista -se le opaca la beatitud al hombre-muchacho andrajoso. -Esa artimaña no descansa hasta dar con Robespierre y Napoleón y el diablo a cuatro, maestre. Y catad que cuando el supuestamente jacobino Mariano Moreno lo mandó traducir ordenó la supresión de un capítulo y de varios capítulos argumentando que el autor tuvo la desgracia de delirar en materias religiosas.

-Yo cato pocas letras -dejó de abanicarse la muchacha y la panorámica de su escote se tragó la mirada de todos los machos de la tertulia, incluido el chiquilín desproporcionado como un flamenco. -Pero pienso que un buen cristiano nunca siente que todos nosotros juntos somos más importantes que cada uno de nosotros, sino que cada uno de nosotros es tan importante como todos nosotros juntos.

-Chupate esa mandarina -murmuro, y al futuro Jefe de los orientales se le escapa una risita.

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El 6 de enero de 1809 los Twins invitaron al maestro calígrafo y acuarelista vizcaíno Juan Manuel Besnes e Irigoyen a registrar escenas de la fiesta de San Baltasar que se celebraba independientemente en la Chácara del Nuevo Mundo: se cumplía un año de la muerte de la marquesa y de tu adopción tácita por parte de José de Lanzarote y Celeste Cid y los fines de semana los pasaban en el Miguelete y les daban conciertos a los negros del hospital y del asilo sanmariano donde florecían las pequeñas industrias: los libertos y las libertas que quedaban minusválidos por el amorcillamiento se ganaban sus vintenes fabricando escobas y jaulas y secadores para pañales y mantillas con las cañas de la quinta o parrillas y trébedes para la calderita del mate o la cazuela o la olla de pies cortos con arcos de hierro viejo o trenzando riendas cabezadas bozales maneas y cabos de rebenque o llenando huevos devorados por succión con agua de alhucema para venderlos en Carnaval pero por sobre todo haciendo milagros con la aguja el dedal la plancha y la tijera al grado que la Logia prefería las camisas con puños volados y las pecheras facturadas en la Chácara y muchas damas de viso encargaban los turbantes de terciopelo o los vestidos de amazonas que usaban para montar los domingos y los tiradores las sobrecinchas los sobrepuestos o las bolsas de seda para el dinero bordadas con un primor asombroso: Este es un paraíso de la caridad comentó Besnes bocetando el islote de las garzas que iban y venían a ras del arroyo y las hectáreas de flores con las que se preparaba el elixir en pucheros manejados por un mandinga centenario que se acercaba a escucharte tocar y terminaba chupándose una especie de rosario de sebo que contenía el dolor de un continente: y justo ese domingo el portugo trajo un lote de negros rematados en la Aguada y el vizcaíno pudo registrar las asombrosas escenas de la detección del rosado-cruz que siempre dirigió Label aunque consistía sencillamente en sentar a los esclavos frente al islote y esperar que las garzas se les posaran a algunos en la cabeza lo que era un infalible diagnóstico de uno de los microbios más misteriosos con los que se enfrentaba la medicina moderna: esa tarde le dijiste a Besnes que te gustaba mucho verlo sacar apuntes en el paseo del Recinto y si no se le había ocurrido retratar al Señor de la Paciencia de la Casa de Ejercicios y él miró el palomar-osario y contestó que para eso le faltaba tener más fe en su oficio y que una vez soñó que un crío lo iba a pintar en un altillo mágico.

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