por Danilo Sánchez Lihón
MUERTE EN ABRIL
En suma, no poseo
para expresar mi vida
sino mi muerte
César Vallejo
1.
Regresó siempre
El Viernes
Santo de 1938, que recayó en ser un 15 de abril, a las 9:15 de la mañana murió
en París César Vallejo, con un leve aguacero; quien nació, se crio y vivió
hasta los 16 años en Santiago de Chuco, tierra a la cual amó entrañablemente, a
la cual regresó siempre y añoró con amor devoto, ferviente e ilusionado; muerte
que había anunciado del siguiente modo, en su poema Piedra negra sobre
una piedra blanca:
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París –y no me corro–
talvez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
2.
Una total consagración
Tenía al
morir 46 años de edad, y atravesó ese trance doloroso de casi un mes de
postración y agonía con fiebres altas que sobrepasaban los 41 grados,
sobrellevando esta prueba con una dignidad igual a las que caracterizaron cada
uno de sus actos cotidianos, teniendo que cada detalle de su muerte está
revestido de solemnidad y majestad supremas.
Sus amigos
que fueron a visitarlo dos semanas antes de que cayera postrado lo invitaron a
salir. Venía el ómnibus que debían tomar y todos corrieron para abordarlo. Pero
él se quedó atrás. No pudo avanzar. Su cuerpo lo tenía débil y exhausto.
Tuvieron que dejar pasar el vehículo y esperar que venga otro, donde casi
alzándolo lo ayudaron a subir.
Había entrado
a un período de agotamiento ilimitado y consunción extrema, por el estado a la
vez febril y abatido que le producían los acontecimientos que se venían
desencadenando en la Guerra Civil Española; un conflicto que se había desatado
y ocurría a 1,260 kilómetros de distancia de donde él vivía, y que no
comprometía ni a su tierra ni a su gente, contienda sin embargo con la cual se
sintió tan identificado y comprometido que solo a un ser excepcional podía
verse afectado de ese modo como él lo asumió, al punto de calarlo en un total
desvelo, inquietud y consagración.
3.
Quiero tener un hijo
Escribió al
respecto:
Voluntario de España, miliciano
de huesos fidedignos, cuando marcha a morir tu corazón,
cuando marcha a matar con su agonía
mundial, no sé verdaderamente
qué hacer, dónde ponerme; corro, escribo, aplaudo,
lloro, atisbo, destrozo, apagan, digo
a mi pecho que acabe, al bien que venga,
y quiero desgraciarme;
En relación a
estos hechos albergaba esperanzas, tenía sueños, mantenía al tope sus anhelos,
trazaba planes, se ilusionaba con reiniciar su vida con opciones nuevas, con
grandes y amplias perspectivas.
A su alumna
hindú de ese entonces, a quien le enseñaba el español, le declara más o menos
de este modo:
No todo está perdido. Mi mujer es joven, casi una niña. Quiero tener un
hijo.
Lo conmovedor
de estos hechos, dichos, ensoñaciones y cambios radicales en su vida es que los
dijo pocos días antes de morir, razón por la cual cobran un significado
estremecedor.
5.
No sé de qué se muere
Meses antes, y más precisamente en septiembre, octubre, noviembre y diciembre del año 1937, trabajó en casi todo lo que ahora son los Poemas humanos.
Período final
de un proceso creador portentoso, que es cuando fragua y cincela también ese
poemario incandescente, como es: España, aparta de mí este
cáliz, dedicado a los voluntarios de la República de la Guerra Civil
Española, contienda que asoló la patria de sus abuelos y de sus autores más
dilectos, queridos y reverenciados.
Al ingresar a
la Clínica Arago, el 24 de marzo de 1938, una eminencia en la medicina como era
el doctor Lemiere, después de examinarlo dijo:
Este hombre tiene todos sus órganos sanos y no sé de qué se muere.
Lo expresó
después que se descartara que tuviera tuberculosis, fiebre amarilla, o malaria.
Y es que él se moría de España, de mundo, de humanidad. Días antes de fallecer
le hicieron punciones a la columna vertebral, a fin de extraerle líquido
raquídeo, trance que hizo que diera alaridos y quedara inconsciente. Y de lo
cual ya no se recuperó, agonizando desde el anochecer del día 14 de abril,
delirante y febril; recordando hacia el amanecer del día 15 a su madre, a su
tierra natal y a cada momento a España.
5.
Valores supremos
Ahora
sabemos, como resultado de las apreciaciones realizadas por el médico argentino
Carlos Urquijo, quien tuvo en sus manos toda la historia clínica y pudo
estudiarla, y que puso en sus manos Georgette de Vallejo, que él murió de
paludismo, enfermedad de los trópicos, no identificada todavía antes de 1938.
Y que él la
padeció de adolescente al contraerla en Menocucho, lugar donde se esperaba al
tren en el viaje de Trujillo a Santiago de Chuco, o viceversa, y de donde lo
llevaron postrado y en litera hasta Santiago de Chuco, lugar donde se recuperó
debido a los cuidados amorosos de su madre.
Gracias
también a la leche fresca y espumosa del lugar, a los cereales recientes y en
flor que allí se cosechan. Gracias a las mieles de los panales de abejas, que
allí pululan. Y al aire vivificante que allí reina. Enfermedad que le rebrotó
en París por la extenuación que le produjo el drama de la Guerra Civil
Española.
Muriendo por
consunción y agotamiento, debido a que entregó todo su aliento y las fuerzas de
su grandioso espíritu, y de su maltrecho cuerpo, a favor de la causa del
hombre; por el compromiso que asumió en la defensa de la dignidad, del bien y
la belleza.
6.
Su muerte es un paradigma
Porque los
enfrentamientos en los campos de batalla en la Guerra Civil Española fueron arduos
el 15 de abril del año 1938, y que tenían variados y ardorosos frentes.
Así, desde el
amanecer de aquel día el ejército de la República rechazó los ataques de las
fuerzas de infantería y artillería de Francisco Franco en Vinaroz, a orillas
del Mediterráneo.
De allí que
cabe afirmar que él murió en batalla contra lo ilegítimo y espurio, contra lo
vil y denigrante, contra el mal y la muerte.
Su martirio
es el sacrificio de un guerrero, quien nos dio el ejemplo con su vida de cómo
hay que asumir una causa y adoptar un compromiso a favor de los ideales
irrenunciables de la humanidad doliente.
Su muerte es
un paradigma, una página de heroicidad prominente, una epopeya de la especie
humana.
Y en el campo
de la poesía es el más grande de los fastos universales, solo comparable a la
gesta de Lord Byron, quien murió enarbolando las banderas por la independencia
de Grecia, atacado de malaria en Missolongui, el 19 de abril de 1824.
7.
Actos de fe
Cuenta
Gonzalo More, quien estuvo en el grupo de amigos que lo rodearon en su lecho de
muerte, en carta que dirige a Manuel Chávez Lazo, lo siguiente:
La expresión de su rostro muerto era verdaderamente maravillosa. No te
imaginas que belleza interior y que luz sobrehumana en la frente del cholo. El
gesto de dolor que yo vi minutos después de su muerte, desapareció para dar
vida a una expresión de serenidad y bondad infinitas...
Por eso,
comparo la muerte de César Vallejo en abril al acto de la siembra y la
maduración de los frutos que hace el labriego, el campesino y el peón; con
quien él se ligó tanto y abrazó solidariamente en la vida; y se identificó
plenamente con su destino y su suerte.
Con su muerte
él se inclina y consustancia a la tierra madre para ser grano, semilla y mies.
Y se liga y fusiona con el peón con quien Vallejo vuelve a unirse en el surco
que se abre, en la flor que brota, en la espiga que estalla y en el fruto bueno
y redentor que se ofrece y prodiga.
Y alcanza su absoluto y totalidad, en el acto
ineluctable de la muerte, y en la resurrección cuando se alientan, como lo hizo
él, grandes ideales, generosidades, consagraciones y actos de fe en el hombre.
Y cuando se muere como lo hizo él en la trinchera del honor y dignidad más
consagradas; y combatiendo, en este caso en la defensa de valores supremos para
el bien del ser humano sobre la faz de la tierra.
(FOLIOS DE LA UTOPÍA / 15-4-2020)
(FOLIOS DE LA UTOPÍA / 15-4-2020)
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