miércoles

ESTÉTICA DE LA CREACIÓN VERBAL (42) - MIJAIL. BAJTIN


LA TOTALIDAD TEMPORAL DEL HÉROE
(el problema del hombre interior o el alma) / 2


¿Cuáles son, pues, los principios de ordenación, constitución y formación del alma (de su totalización) en una visión artísticamente activa?

2) Actitud emocional y volitiva hacia el determinismo interno del hombre. El problema de la muerte (muerte desde adentro y muerte desde afuera). Los principios de figuración del alma son los de la formación de la vida interior desde afuera, desde otra conciencia; aquí también el trabajo del artista se realiza sobre las fronteras de la vida interior, allí donde la vida se orienta internamente hacia afuera de uno mismo. El otro hombre se sitúa fuera y frente a mí, no sólo externa sino también internamente. Podemos hablar, empleando un oxímoron, acerca de una extraposición interna y de una contraposición del otro. Cualquier vivencia interna de algo que pertenece al otro hombre -su alegría, sufrimiento, deseo, aspiración, y finalmente su orientación semántica (aunque todo ello no se manifieste en nada externo, no se revele, no se refleje en su cara, en la expresión de ojos, sino que apenas se capte, se adivine por mí, gracias al contexto de la vida), todas estas vivencias las encuentro fuera de mi propio mundo interior (a pesar de que se vivan de alguna manera por mí, valorativamente no se refieren a mí, no se me incriminan como mías), fuera de mi yo-para-mí; están para mí dentro del ser, son momentos del ser valorable del otro.

Las vivencias, al transcurrir fuera de mí en el otro, tienen una apariencia interna dirigida a mí, poseen una faz interna que puede y debe ser contemplada amorosamente y no debe ser olvidada, como no olvidamos la cara de un hombre (pero no como nosotros nos acordamos de nuestra vivencia pasada), debe ser afirmada, figurada, querida, acariciada, no por los ojos físicos externos sino por la mirada interior. Esta apariencia del alma del otro, una especie de cuerpo interior más sutil, es la individualidad artística intuitiva y contemplativa: carácter, tipo, situación, etc.; es una refracción del sentido en el ser, una refracción y solidificación individual del sentido, su introducción en su cuerpo interno y mortal: es aquello que puede ser idealizado, heroizado, ritmizado, etc. Habitualmente, esta actitud activa mía dirigida desde el exterior hacia el mundo interior del otro es denominada comprensión simpática. Hay que subrayar el carácter absolutamente lucrativo, productivo, enriquecedor y excesivo de la comprensión simpática. La palabra “comprensión” en una interpretación corriente, ingenua y realista, siempre desorienta. No se trata en absoluto de un reflejo pasivo y exacto, de una duplicación de la vivencia del otro hombre en mí (además, tal duplicación es imposible), sino de un traslado de la vivencia a un plano absolutamente distinto de valores, a una categoría nueva de valoración y figuración. El sufrimiento del otro vivenciado por mí es una cosa por principio distinta, diferente en un sentido más importante y esencial, en comparación con lo que representa su propio sufrimiento para él, y el mío para mí; lo que tienen en común es solamente el concepto de sufrimiento lógicamente idéntico a sí mismo, un momento abstracto que en ninguna parte y nunca se realiza de un modo puro, porque en el pensamiento vital hacia la misma palabra “sufrimiento” cambia de tono según el contexto. El sufrimiento vivenciado del otro es una formación totalmente nueva del ser, que se realiza sólo por mí, desde mi único lugar e interiormente fuera del otro. La comprensión simpática no es sino un reflejo de una valoración totalmente nueva, es la utilización de la posición arquitectónica de uno en el ser fuera de la vida interior del otro. La comprensión simpática reconstruye al hombre interior total en las categorías estéticamente compasivas para con el nuevo ser en un nuevo plano del mundo.

Ante todo, es necesario establecer el carácter de la actitud emocional y volitiva mía hacia mi propio determinismo interno, así como hacia el de otro hombre y, ante todo, hacia el mismo ser-existir de ambos determinismos, es decir, también es necesario hacer la misma descripción fenomenológica de la vivencia propia y de la del otro, que tuvo lugar con respecto al cuerpo como valor.

La vida interior, así como la acción externa del hombre -su cuerpo-, no es algo indiferente a la forma. La vida interior (el alma) se constituye o bien en la autoconciencia, o bien en la conciencia del otro, y en los dos casos el empirismo del alma se supera igualmente. El empirismo del alma, como algo neutral con respecto a estas formas, es tan sólo un producto abstracto del pensamiento psicológico. ¿En qué dirección y en qué categorías se realiza esta constitución de la vida interior en la autoconciencia (mi vida interior) y en la conciencia del otro (vida interior del otro hombre)?

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