domingo

1809: ARTIGAS y la barbarie ilustrada y el alma cimarrona (3) - Hugo Giovanetti Viola


(LO QUE EL MATERIALISMO NEURÓTICO QUISO ESCONDERNOS SOBRE NUESTRA GRANDEZA)

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Isabelino Pena les explicó a Celeste Cid y a Josef de la Iglesia:

-Yo soy un peregrino que escribe sus aventuras y conocí a Lanzarote en un café de Buenos Aires donde le gané una partida de ajedrez a ciegas a un franchute que se creía Pepe Botella.

-¿A ciegas? -se atora el chiquilín con la nube asquerosa de la segunda targanina que prende la muchacha en diez minutos.

-Se ponen de espalda y van cantando las jugadas -mostró ella sin disimulo las caries precoces de unos incisivos separados como cuchillitos. -El Mozo de la pulpería de mis tíos era mudo pero sabía escribir y le gustaba amolar así a los pedantones. Por plata. El buen paño en el arca se vende.

-¿Dónde queda la pulpería? Me ofrezco a desplumarlo.

-En Maldonado -se le revuelve un odio barroso a la prometida de Lanzarote. -Pero ahí ya no queda ni la garza que bajaba a bendecirnos desde el Marco de los Reyes. El mudo se escapó después de la invasión inglesa. Y mis tíos se murieron.

Una sirvienta negra llamada Aurora Bendita entró con un fajo de partituras y explicó que don José las acababa de traer de Buenos Aires.

-Ca -se arrima al chiquilín con el pucho clavado en una gran sonrisa Celeste. -Hay transcripciones de Frescobaldi, Mozart y Haydn. Corbetta y Brayssing no sé quiénes son. Pero aquí tenés la edición de 1807 de Principios para tocar la guitarra de seis órdenes del General Moretti. Y una opinión de tu tío Sors: “Lo considero como la antorcha que servirá para iluminar los pasos errantes de los guitarristas”.

-Cantame a Mozart.

La muchacha aplastó la targanina con un tacazo hombruno, se aclaró la garganta y anunció el Adagio del Divertimento Número 4. Entonces la humareda del mediodía boga transfigurada por el fervor de su lectura melódica sedosamente ronca, y el pelo de Josef se incrusta en el damasco del canapé como si comentara:

-Aquí se está llamando a las criaturas / y de esta agua se hartan aunque a escuras / porque es de noche.

Después Celeste le pidió al detective que la acompañara hasta la azotea y le señaló una cuerda floja que se recortaba sobre el fulgor ocre-anaranjado de las murallas y la ciudadela.

-Nosotros colgamos ropa en el segundo patio -informa. -Y yo hago equilibrismo mirando la bahía. Pero sueño con poder volar al siglo veinte. ¿Os parece que valdría la pena?

-Lo único que vale la pena en todos los siglos es la boda con la Divinidad -se le perló la sangre del pescuezo al viejito mientras ella seguía escrutando absortamente la majestuosa mansedumbre del cerro.

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Cuando cumpliste un año ya recitabas las letrillas burlescas de moda y corrías y bailabas con el inconfundible encorvamiento cazador de los mandingas y a fines de 1804 tu padre te llevó a la estancia y conociste a Artigas: al otro año tu madre fue enterrada como sediciosa suicida y esa tarde la marquesa te hizo aprender los versos que coronaban el nicho del Señor de la Paciencia en la Casa de Ejercicios y los estrenaste junto con un trajecito de terciopelo con botones dorados a la inglesa en una tertulia donde se tomó mucho más licor que chocolate: a la salida tu abuela se tambaleaba y terminó embarrándose un vestido de mahón bordado de trencilla y escupió a Tiburcio en plena calle de los Judíos por no sostener bien el farol y después le pidió a un camunguero que se lo llevara en el carro de la mierda y la basura y lo tirara en la playa aunque la Ley no permitía penitencias tan salvajes y la cosa no pasó de obligarlo a dormir entre el raterío de extramuros: esa noche se embadurnaron con pomada de aloe para los mosquitos y ella suspiraba mucho y de golpe te pidió que te quedaras a dormir en la cama grande y después de cotorrear el rosario te conto que en las toraidas que se organizaron a beneficio de la Matriz nueva todavía no era viuda y se prendó perdidamente y cayó en las garras de un portugo asesor de la Compañía Marítima y terminó haciendo el ejercicio de los treinta y tres días aunque la única gracia del Señor y la Virgen que precisaba ahora era recuperar el cuerpo que tuvo a los treinta años y no vivir soñando con cirujanos que le pudieran sacar tajadas de todos lados y entonces se arrancó el corpiño y te enseñó a jugar a los recién nacidos: primero ella era ella y vos eras tu padre y después vos eras vos y ella era Marimoña y mientras te aplastaba la cabeza te pedía que te imaginaras los sorbetes que ibas a chupar en el paraíso por ser bueno con tu abuela y se puso a morder un pañuelo perfumadísimo hasta despedazarlo y cuando te soltó sentiste que eras un viejo de tres años y te acordaste de Artigas y tu padre tomando baños de estrellas en la estancia y al final murmuraste: Tú que pasas miramé Cuenta si puedes mis llagas Ay hijo qué mal me pagas la sangre que derramé y ella gritó No te creas que sos Cristo negrito de mierda y mirá que si tu padre se entera del cachondeo te juro que terminás como la sediciosa y cuando volviste a tu cama sentiste que el mundo era un lugar muy parecido al mosquitero de la marquesa y le pediste a tu corazón que se apurara a ser libre y te vinieron ganas de tocar la guitarra como tu padre y pintar como Besnes e Hirigoyen y supiste que ibas a tener tiempo de querer a la gente.

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Isabelino Pena no pudo dormir la siesta por las moscas y mientras cruzaba el patio escuchó cantar a Celeste en su dormitorio. Ahora tiene una fuerza casi orgásmica.

-Hala -apareció impecablemente empolvado en el salón Lanzarote, después que la muchacha terminó el cateo de las nuevas partituras y se encerró a bañarse. -Vamos a la pulpería del Hacha para que hagáis roncha con mis cofrades los ajedrecistas.

-¿Y Baruch?

-Duerme hasta el toque de Ánimas. Os aseguro que no hay mejor sereno ni centinela en todo el virreinato. Es como tener domesticado a Satanás.

Entonces me imagino que el parche le tapa el agujero de una calavera verde y me muero para no echarle la falta con yeito payadoril:

-No pregunto cuántos son sino que vayan saliendo, bárbaro ilustrado.

La vereda estaba reforzada con tacones de granito, pero al llegar a la Plaza Mayor no pudieron esquivar el barrial diarreico y Lanzarote se sacó el tricornio para hacer más payasesco el floreo de una reverencia:

-La desesperación nos mancha siempre, maestre. Y mientras Bonaparte toma por culo a Fernando VII y a la Suprema Junta Gubernativa del Reino de España e Indias, acá todavía pensamos que las reales órdenes firmadas por don Martín de Garay nos ayudarán a resolver el problema del empedrado o del agua corriente. Os aseguro que antes de fin de año este pobre cabildito terminará auxiliando a Cádiz con tasajo.

Después chapoteamos hasta la vereda de la catedral y recién me doy cuenta que el portugo vive en la misma calle donde dentro de un siglo va a existir la Torre de los Panoramas y me acuerdo del ángel:

-¿Cuándo se le manifestó la enfermedad a Josef?

-El primer ataque lo tuvo el día que los ingleses tomaron Montevideo, en febrero de 1807. Y después se atacó dos veces más. Fray Guillermo le habrá comentado que la insuficiencia congénita que padece es incurable y muy grave, aunque en los últimos tiempos da la impresión que el elixir rejuvenecedor que fabrica el doctor Label en la Chácara del Nuevo Mundo lo mantiene sereno. Pardiez: ved a nuestro galeno saliendo de la misa con las Gallinitas. La que tiene veinticinco años es su prometida. Y las hijas mellizas de doce años van a comprometerse mañana con los mellizos ajedrecistas que desplumaréis en el Hacha.

Isabelino Pena se persignó mientras un gigante sesentón y pecoso se les acercaba con una especie de adolescencia momificada resplandeciéndole biliosamente en las córneas y los colmillos.

-Carajo -pienso reverenciando con devoción trovadoresca a las Gallinitas condenadas al horno. -Si por lo menos se dieran cuenta que hago esto porque no puedo arrodillarme a besarles los pies.

12

La primavera que tu padre se decidió a llevarte por primera vez a la estancia la marquesa se puso color medusa y dijo que ni a un negro se le ocurriría exponer a un párvulo de menos de dos años a semejante expedición y como ella había jurado no volver a Pan de Azúcar desde que quedó viuda terminó por fingir un soponcio y amenazó con suicidarse y el Rubio usó sus legendarios reflejos de pelotaris para aullar premonitoriamente Pero el veneno zampátelo extramuros porque aquí no queremos manchas en la alfombra: viajaron con Marimoña y recién durante tu última taquicardia paroxística supraventricular recordarías el cobalto matinal de la sierra de las Ánimas agigantándote el asombro y el crujir de los pedacitos de asado con cuero tajeados desde abajo y el perfume infinito de la lluvia y el florecer de los relámpagos que doraban los ombúes y los potros bellaqueándole a la indomabilidad de tu padre: Artigas lo nombraba con la voz charrúa Inchalá que significa Hermano y se quedó unos días en la estancia de camino al Cuartel del regimiento en Maldonado donde no estaba casi nunca a pesar de ser el Ayudante Mayor de los Blandengues: tu padre lo seguía llamando Pepe Cordeón aunque esta vez hubo poco jolgorio y el futuro Jefe de los Orientales tenía la pierna izquierda muy chueca y el levísimo estrabismo más celeste que fluvial tensado por el orgullo de ser el único defensor de los estancieros acorralados por el bandidaje y la humillación de un reuma artrósico subordinado a los maturrangos españoles de primera categoría: Lo que te recomiendo es bañarte con estrellas Inchalá se tiraron boca arriba en una noche sin luna y tu padre te emponchó como si fueras una guitarra con ojos y a Artigas se le empenachaba la voz serena y dura sin necesidad de fumar Lo que Sobremonte y Rocamora precisarían es leer a la Madre Patria en los papeles de allá arriba y la rotación sin fondo les atravesó una hora las entretelas hasta que el Rubio preguntó Es verdad que en Santa Tecla hiciste disparar a un tigre mirándolo fijo: Esas son mormoraciones de los que piensan que soy el coquito de esta banda y se cagan en mi vida chistó el futuro Protector de los Pueblos Libres y el Rubio tuvo que ayudarlo a pararse y el otro advirtió Cuidado porque durante unos pasos vas a seguir con el ánima entreverada en el rosario del Rey del Universo y podés irte de trompa: pero lo que recordarías penetrando en el túnel de la gran transparencia fue que sentiste que Pepe Cordeón acababa de tatuarte con el nácar de la inmortalidad.

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