CANCIÓN SEGUNDA (8)
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh
toque delicado.
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!
Matando, vida en muerte
la has trocado.
DECLARACIÓN (9)
14
/ Esto digo para que entiendan que el que siempre se
quiere ir arrimando a la habilidad y discurso natural para ir a Dios no será
muy espiritual. Porque hay algunos que piensan que a pura fuerza y operación
del sentido -que de suyo es bajo y no más que natural- pueden venir a llegar a
las fuerzas y alteza del espíritu sobrenatural. No se llega a este sino el
sentido corporal con su operación anegado y dejado aparte. Pero otra cosa es
cuando del espíritu se deriva efecto espiritual en el sentido, porque, cuando
así es, antes puede acaecer de mucho espíritu, como se ha dado a entender en lo
que habemos dicho de las llagas, que de la fuerza interior salen afuera; y como
en San Pablo, que, del gran sentimiento que tenía de los dolores de Cristo en
el alma, le redundaba en el cuerpo, según él da a entender a los de Galacia,
diciendo: Yo en mi cuerpo traigo las heridas de mi Señor Jesús (6,17).
15
/ Del cauterio y de la llaga basta lo dicho. Los
cuales siendo tales como aquí se han pintado, ¿cuál creemos que será la mano
con que se da este cauterio y cuál el toque? El alma lo muestra en el verso siguiente,
más encareciéndolo que declarándolo, diciendo:
¡Oh
mano blanda! ¡O toque delicado!
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