Un recorrido por
las obras más emblemáticas de un escritor que pudo ver el futuro.
George Orwell –que
sus papás nombraron Eric Arthur Blair– se estableció como el rey de las distopías,
tanto que existe el adjetivo orwelliano para describir sociedades que
reproducen actitudes totalitarias y represoras.
Aquellos mundos
grises y esclavistas estuvieron inspirados en la vida que llevaba el escritor,
primero en Motihari, ciudad en la que nació el 25 de junio de 1903, que formaba
parte del imperio inglés en la India; después se fue a Inglaterra y luego a
Birmania. Más adelante regresó a Gran Bretaña y vivió también en París.
Dentro de sus
múltiples publicaciones, que en total son más de cien e incluyen ensayos,
poemas, antologías y libros de no ficción, resaltan las seis novelas que
convirtieron su nombre en la epopeya de la distopía.
Los días de Birmania (Burmese Days, 1934)
George Orwell
estudió en el Eton College de Windsor, “la escuela más aristocrática del Reino
Unido”, según el economista Rahat Nabi Khan. Después de pasar ahí un tiempo que
el escritor describió como “relativamente feliz”, decidió unirse a la
Policía Imperial India en Birmania.
Su madre, Ida Mabel
Limouzin Blair, nació en lo que hoy se conoce como Myanmar y su padre –a quién
no había visto desde los dos años– era oficial en el Departamento del Opio del
imperio inglés en la India. Eso explica, quizás, su interés por vivir aquella
experiencia.
Tenía 19 años
cuando comenzó su servicio en la policía. Aprendió birmano e hindustaní;
aprendió de la cultura y gente local, además de una buena cantidad de datos
sobre la flora y fauna de Birmania. Después de cinco años, Blair (porque aún no
utilizaba su seudónimo) renunció a la policía y regresó a Inglaterra.
De vuelta en Europa
vivió como indigente y después de intentar algunos trabajos que no le
funcionaron muy bien, se mudó a París por un año y comenzó a escribir su primer
libro, Sin blanca en París y Londres (Down and Out in Paris
and London) que publicó hasta 1933. Con ese libro nace el seudónimo George
Orwell, pues no quería apenar a sus padres con las declaraciones que imputaba
en aquella no ficción.
De vuelta a casa de
sus padres en Suffolk, enfermo y sin dinero, empezó a escribir Los días
de Birmania, donde habla de Kyauktada, un pequeño pueblo en el que un
puñado de ingleses, representantes del imperio, sobrevive encastillado en su
“club europeo”. Rodeado de la selva y los nativos, a quienes uno de los
protagonistas llama “negros asquerosos e infames”, Orwell retrata el daño que
provoca el sistema imperialista, ignorante y posesivo.
La hija del clérigo (A Clergyman’s Daughter,
1935)
La segunda novela
de Orwell también fue escrita desde la casa de sus padres. En esta temporada el
escritor optó por convertirse en profesor como medio de subsistencia. Esta
experiencia y la de vivir en Southwold, un pequeño pueblo en la costa este
de Inglaterra, le sirvieron de inspiración para escribir La hija del
clérigo.
Dorothy es la hija
de un reverendo estricto y poco cariñoso. Condenada a una existencia infeliz,
trabaja como criada y enseña en una escuela privada para señoritas, además de
mendigar por las calles para conseguir lo necesario para sobrevivir a la gran
depresión inglesa. Inesperadamente, Dorothy es llevada a Londres, donde vivirá
una realidad completamente diferente a la suya, exiliada incluso de su propia
memoria.
Esta obra desnuda
la realidad inglesa de los años 30, que con enjundia se había intentado solapar
en la literatura. Muestra el yugo de ser mujer y ser pobre, dos características
que compartían más de la mitad de la población inglesa de esa época.
Que no muera la aspidistra (Keep the Aspidistra Flying,
1936)
Tras una época muy
solitaria, Orwell decide mudarse a Hampstead, una zona residencial de Londres,
famosa por sus asociaciones intelectuales, artísticas, musicales y
literarias. Ahí el escritor de 31 años comenzó a trabajar en una librería de
segunda mano llamada Booklover’s Corner. Durante esa época conoció a muchos
otros escritores y artistas, algunos de los cuales formarían parte de su
libro Que no muera la aspidistra.
Ahí cuenta el
proceso de autoexclusión social de un joven de 30 años, Gordon Comstock, que
prefiere un trabajo mal remunerado de ayudante en una pequeña librería a
ejercer de publicista en una importante firma con un buen sueldo. Sus ideales
contra el universo del dinero, personificado como el El Dios Dinero, una figura
que abarca la industria de la publicidad y el City, le llevan poco a poco a la
marginalidad en todos los aspectos de la vida, incluido el personal, ya que le
resulta imposible casarse con su novia Rosemary «sin un buen trabajo». Hasta
sus afanes por convertirse en poeta fracasan ante la imposibilidad de ser
creativo sin cumplir con los recursos económicos mínimo.
Subir a por aire (Coming
Up for Air, 1939)
En 1936, recién
comenzada la la Guerra Civil Española, Orwell decidió unirse al batallón con la
idea de “matar fascistas porque alguien debe hacerlo”, como le declaró a su amigo Henry
Miller cuatro días antes de enrolarse como brigadista. Llegó el 26 de
diciembre, junto con otros británicos que perseguían el mismo objetivo.
El 20 de mayo de
1937, durante las jornadas de mayo, Orwell recibió un tiro en el cuello. Fue
retirado del frente, regresado a Inglaterra y después internado por
tuberculosis. Sin embargo, en su tiempo después del campo de batalla escribió
uno de sus textos de no ficción más reconocidos, Homenaje a
Cataluña, donde describe su “admiración por lo que identifica como
ausencia de estructuras de clase en algunas áreas dominadas por revolucionarios
de orientación anarquista” y también critica al Partido Comunista de España por
su control estalinista y la propaganda que usan como manipulación informativa.
En 1946
escribió: “La guerra de España y otros acontecimientos
ocurridos en 1936-1937 cambiaron las cosas, y desde entonces supe dónde me
encontraba. Cada línea en serio que he escrito desde 1936 ha sido escrita,
directa o indirectamente, contra el totalitarismo y a favor del socialismo
democrático como yo lo entiendo”.
Como parte de su
recuperación de la tuberculosis, Orwell se fue a Marruecos. Desde ahí
escribió Subir a por aire, que cuenta los preludios de la
Segunda Guerra Mundial, que comenzaba el mismo año en que fue publicado.
George Bowling, el
protagonista de la obra, es un agente de seguros que vive en una típica casa
inglesa suburbana con su mujer y dos hijos. Un día, después de estrenar su
nueva dentadura postiza siente que necesita “subir a tomar aire”. En una
carrera de caballos gana 17 libras y decide que con ese dinero regresará a
Lower Binfield, el pueblo en el que creció y en el que recordaba con cariño un
estanque donde pescaba carpas treinta años atrás. El encuentro con la realidad
dista de sus memorias: ya no hay estanque y el pueblo se ha vuelto
irreconocible, además de que se encuentra con un “bombardeo accidental” de las
fuerzas de la Fuerza Aérea Real.
Rebelión en la granja (Animal Farm, 1945)
Esta es una de las
obras más reconocidas de George Orwell. En ella ilustra una alegoría del
régimen soviético de Iosef Stalin, que corrompe el socialismo que el escritor
defendía como orientación política. Además el argumento construye una hipótesis
sobre el peso que tiene la corrupción en las sociedades y lo fácil que es que
cualquiera se vea seducido por el poder.
La novela fue
escrita en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial y en realidad no fue
conocida por el público hasta cinco años después de su publicación, en 1950. El argumento de la
novela distópica comienza cuando los
animales de la Granja Solariega, alentados un día por el Viejo Mayor, un cerdo
que antes de morir les explicó a todos sus ideas, llevan a cabo una revolución
en la que consiguen expulsar al granjero Howard Jones y crear sus propias
reglas, llamados los Siete Mandamientos, que escriben en una pared:
1.
Todo lo que camina sobre dos pies es un
enemigo.
2.
Todo lo que camina sobre cuatro patas,
nade, o tenga alas, es amigo.
3.
Ningún animal usará ropa.
4.
Ningún animal dormirá en una cama.
5.
Ningún animal beberá alcohol.
6.
Ningún animal matará a otro animal.
7.
Todos los animales son iguales.
1984 (Nineteen eighty-four,
1949)
Esta obra fue el
broche de oro que colocó a George Orwell como el rey de la distopía, pero
también le dio un toque de profeta. No por nada fue éste uno de los libros más
leídos después de que Donald Trump asumió la presidencia estadounidense.
Orwell la escribió
entre 1947 y 1948 (aunque los esbozos existen desde el ‘44), pero fue publicada
hasta 8 de junio de 1949. Mientras la escribía, el escritor pasaba por la fase
más grave de la tuberculosis que padecía y fue la última obra que publicó
antes de su muerte el 21 de enero de 1950.
El concepto de
vigilancia social del Gran Hermano llegó con esta obra al imaginario colectivo
y se ha convertido, en uno de los conceptos literarios más retomados en la
cultura pop y urbana, pues constantemente nos vemos sumergidos en una realidad
muy parecida a la que el escritor describe.
El hilo de la novela lo lleva Winston Smith, que
trabaja en el Ministerio de la Verdad. Su tarea es, nada más y nada menos,
reescribir la historia para que no contradiga al presente. Poco a poco,
Smith se empieza a dar cuenta que su trabajo es sólo una de las muchas
artimañas que tiene el gobierno para engañar y someter a la gente. En su ansia
de evadir la omnipresente vigilancia del Gran Hermano, que invade hasta las
casas, se encuentra con una joven rebelde llamada Julia, también
desencantada del sistema político. Ambos encarnan una resistencia de dos contra
una sociedad que se vigila a sí misma.
(GATOPARDO / 21-1-2019)
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