miércoles

ESPACIO Y TIEMPO EN LAS PATOLOGÍAS MENTALES (10) - HÉCTOR GARBARINO


1ra edición: Editorial Roca Viva / Julio 1996
1º edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes / 2019

II / Psicosis

Perfiles actuales de la clínica psicoanalítica (2)


Nosotros, que suponemos al recién nacido en unión con el Todo, pensamos que esta unión se hace a expensas de un narcisismo ilimitado (3) y lo llamamos narcisismo del Ser.

Laplanche y Pontalis (**********) han objetado a Freud que se no se ve bien qué es lo que inviste este narcisismo originario. Nosotros hemos encontrado la respuesta a esta objeción, sosteniendo que este narcisismo inviste al Cosmos, tomado como objeto, constituyendo la instancia del Ser, con la cual nacemos.

Es interesante señalar que Freud (***) mismo había concebido esta instancia sin nombrarla al señalar que nacemos con un “sentimiento oceánico” ilimitado que nos une al Todo, concepción que los psicoanalistas post-freudianos han dejado de lado, sin saber qué hacer con ella, y por considerar que nacemos con un esbozo de yo, olvidando la frecuencia con que los pacientes psicóticos o fronterizos graves se desprenden de su yo, lo que sin duda concuerda mejor con la idea de un esbozo de yo adquirido y no innato.

Nuestro punto de vista es que esta unión con el Todo, de que nos habla Freud, es la expresión de la energía narcisista del Ser.

También en el mito de Narciso, se halla una referencia implícita al narcisismo del Ser.

Nuestra concepción de la instancia del Ser nos ha llevado a otorgarle al Cosmos, objeto de investigación de los astrónomos y los físicos, un estatuto psicoanalítico. Con ello creemos haber abierto una nueva frontera para la ciencia psicoanalítica.

Si en la neurosis, el conflicto es entre el Yo y el Ello, es decir, entre diferentes instancias de un aparato psíquico constituido, en las patologías narcisistas graves, donde nos encontramos con un aparato psíquico abierto, el conflicto es entre las diferentes dimensiones espacio-temporales del Yo y el Ser, provistos de diferentes narcisismos.

En estas patologías graves se desorganiza el aparato psíquico, perdiendo, por consiguiente, su ordenamiento en diferentes sistemas bien diferenciados y estables.

Se regresa entonces a la condición existente en los primeros meses de vida, antes que la formación del yo instancia segregue el mundo exterior y otorgue límites al aparato psíquico.

Hemos introducido la instancia del yo-Ser para referirnos a esa continuidad originaria entre el psiquismo y el mundo exterior. (4)

Los seres humanos, nacidos del vientre materno, donde flotamos en un medio líquido -vestigios del origen de la vida en el océano- y en un espacio limitado por las paredes uterinas, caemos en un espacio sin límites, un “vacío nuevo de flotar sin líquido”, al decir de Anzieu, y sin tener aun vivencia corporal, sólo pre-sentimiento de ser, en un tiempo eterno y un espacio infinito, momento verdaderamente paradisíaco de la existencia.

Muy pronto el vínculo con la madre aportará al psiquismo un espacio bidimensional, dando lugar a ese yo de superficie que para nosotros es un yo corporal con límite abierto que llamamos yo-Ser. (5)

No puede hablarse de representaciones hasta que la vida psíquica no haya adquirido la tercera dimensión y posea un continente capaz de albergar contenidos. Hasta entonces el psiquismo no puede registrar otra cosa que huellas mnémicas, que hoy sabemos por la holografía que consisten en ondas que se interceptan de infinitas maneras.

Hasta entonces sólo tenemos presentaciones y el registro de ondas consiguientes.

Es decir, que las percepciones del infante, tanto del mundo exterior como de sus propios órganos son sólo presentaciones sin representación.

Pero lo que nos interesa destacar especialmente son las presentaciones de los símbolos cósmicos. El yo-Ser, provisto de un narcisismo volcado sobre el universo, que, por consiguiente, aun no ha segregado el mundo exterior ni menos aun constituido un yo desarrollado, está en inmejorables condiciones para percibir los símbolos universales. (6)

Así, un lactante se calmaba contemplando el blanco en la pared, con el cual se confunde en un espacio bidimensional con límite indefinido o una niña autista percibe las espirales en el humo de un cigarrillo con los cuales identifica su propio cuerpo evanescente.

Estos mismos símbolos universales son los que reaparecen en las formaciones delirantes de los psicóticos o en los sueños de los fronterizos.

La instalación de un régimen multidimensional espacio-temporal propio del aparato psíquico abierto origina manifestaciones clínicas proteiformes, muchas veces paradojales y extravagantes. Esto se comprende si se piensa que el sujeto, o mejor, lo que queda de él, se ve enfrentado a diferentes espacios y tiempos transitados por un narcisismo diferente, lo que determina que experimente sensaciones y efectos contradictorios, por lo que no nos deben extrañar sus manifestaciones muchas veces discordantes.

Nosotros podemos concebir esos otros mundos, estos pacientes los viven. Comprenderlos es procurar entrar imaginariamente, junto con ellos, en esas otras realidades.


Notas

(5) No creemos, como sostiene André Green, que el psiquismo se origine en las representaciones.

(6) Jung (*********) llamó arquetipos a estas imágenes originales y consideró que eran innatas. Nosotros, en cambio, pensamos que se originan en forma similar a las protofantasías freudianas, por el encuentro de proto-símbolos innatos con las formaciones simbólicas del cosmos.


Bibliografía

(**********) LAPLANCHE y PONTALIS: Vocabulaire de la psychanalyse. Press Universitaires de France.

(***) FREUD. Sigmund: Conferencias de introducción al psicoanálisis. Obras completas.

(*********) JUNG, Carl G.: Los arquetipos y el inconsciente colestivo.

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