1º edición WEB: elMontevideano Laboratorio de Artes /
2019
II / Psicosis
Perfiles
actuales de la clínica psicoanalítica (2)
Nosotros, que suponemos
al recién nacido en unión con el Todo, pensamos que esta unión se hace a
expensas de un narcisismo ilimitado (3) y lo llamamos narcisismo del Ser.
Laplanche y Pontalis
(**********) han objetado a Freud que se no se ve bien qué es lo que inviste
este narcisismo originario. Nosotros hemos encontrado la respuesta a esta
objeción, sosteniendo que este narcisismo inviste al Cosmos, tomado como
objeto, constituyendo la instancia del Ser, con la cual nacemos.
Es interesante señalar
que Freud (***) mismo había concebido esta instancia sin nombrarla al señalar
que nacemos con un “sentimiento oceánico” ilimitado que nos une al Todo,
concepción que los psicoanalistas post-freudianos han dejado de lado, sin saber
qué hacer con ella, y por considerar que nacemos con un esbozo de yo, olvidando
la frecuencia con que los pacientes psicóticos o fronterizos graves se
desprenden de su yo, lo que sin duda concuerda mejor con la idea de un esbozo
de yo adquirido y no innato.
Nuestro punto de vista es
que esta unión con el Todo, de que nos habla Freud, es la expresión de la
energía narcisista del Ser.
También en el mito de
Narciso, se halla una referencia implícita al narcisismo del Ser.
Nuestra concepción de la
instancia del Ser nos ha llevado a otorgarle al Cosmos, objeto de investigación
de los astrónomos y los físicos, un estatuto psicoanalítico. Con ello creemos
haber abierto una nueva frontera para la ciencia psicoanalítica.
Si en la neurosis, el
conflicto es entre el Yo y el Ello, es decir, entre diferentes instancias de un
aparato psíquico constituido, en las patologías narcisistas graves, donde nos
encontramos con un aparato psíquico abierto, el conflicto es entre las
diferentes dimensiones espacio-temporales del Yo y el Ser, provistos de
diferentes narcisismos.
En estas patologías
graves se desorganiza el aparato psíquico, perdiendo, por consiguiente, su
ordenamiento en diferentes sistemas bien diferenciados y estables.
Se regresa entonces a la
condición existente en los primeros meses de vida, antes que la formación del
yo instancia segregue el mundo exterior y otorgue límites al aparato psíquico.
Hemos introducido la
instancia del yo-Ser para referirnos a esa continuidad originaria entre el
psiquismo y el mundo exterior. (4)
Los seres humanos,
nacidos del vientre materno, donde flotamos en un medio líquido -vestigios del
origen de la vida en el océano- y en un espacio limitado por las paredes
uterinas, caemos en un espacio sin límites, un “vacío nuevo de flotar sin
líquido”, al decir de Anzieu, y sin tener aun vivencia corporal, sólo
pre-sentimiento de ser, en un tiempo eterno y un espacio infinito, momento
verdaderamente paradisíaco de la existencia.
Muy pronto el vínculo con
la madre aportará al psiquismo un espacio bidimensional, dando lugar a ese yo
de superficie que para nosotros es un yo corporal con límite abierto que
llamamos yo-Ser. (5)
No puede hablarse de representaciones
hasta que la vida psíquica no haya adquirido la tercera dimensión y posea un
continente capaz de albergar contenidos. Hasta entonces el psiquismo no puede
registrar otra cosa que huellas mnémicas, que hoy sabemos por la holografía que
consisten en ondas que se interceptan de infinitas maneras.
Hasta entonces sólo
tenemos presentaciones y el registro de ondas consiguientes.
Es decir, que las
percepciones del infante, tanto del mundo exterior como de sus propios órganos
son sólo presentaciones sin representación.
Pero lo que nos interesa
destacar especialmente son las presentaciones de los símbolos cósmicos. El
yo-Ser, provisto de un narcisismo volcado sobre el universo, que, por
consiguiente, aun no ha segregado el mundo exterior ni menos aun constituido un
yo desarrollado, está en inmejorables condiciones para percibir los símbolos
universales. (6)
Así, un lactante se
calmaba contemplando el blanco en la pared, con el cual se confunde en un
espacio bidimensional con límite indefinido o una niña autista percibe las
espirales en el humo de un cigarrillo con los cuales identifica su propio cuerpo
evanescente.
Estos mismos símbolos
universales son los que reaparecen en las formaciones delirantes de los psicóticos
o en los sueños de los fronterizos.
La instalación de un
régimen multidimensional espacio-temporal propio del aparato psíquico abierto
origina manifestaciones clínicas proteiformes, muchas veces paradojales y
extravagantes. Esto se comprende si se piensa que el sujeto, o mejor, lo que
queda de él, se ve enfrentado a diferentes espacios y tiempos transitados por
un narcisismo diferente, lo que determina que experimente sensaciones y efectos
contradictorios, por lo que no nos deben extrañar sus manifestaciones muchas
veces discordantes.
Nosotros podemos concebir
esos otros mundos, estos pacientes los viven. Comprenderlos es procurar entrar
imaginariamente, junto con ellos, en esas otras realidades.
Notas
(5) No creemos, como sostiene
André Green, que el psiquismo se origine en las representaciones.
(6) Jung (*********)
llamó arquetipos a estas imágenes originales y consideró que eran innatas.
Nosotros, en cambio, pensamos que se originan en forma similar a las
protofantasías freudianas, por el encuentro de proto-símbolos innatos con las
formaciones simbólicas del cosmos.
Bibliografía
(**********) LAPLANCHE y
PONTALIS: Vocabulaire de la psychanalyse. Press Universitaires de
France.
(***) FREUD. Sigmund: Conferencias
de introducción al psicoanálisis. Obras completas.
(*********) JUNG, Carl
G.: Los arquetipos y el inconsciente colestivo.
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