Uno de los tangos más
hermosos que crearon el letrista y el músico-cantor es “Volvió una noche”. La
letra de Le Pera cuenta con tres estrofas. La primera y la última poseen ocho
versos que se articulan en dos cuartetas. La estrofa central contiene diez
versos que se dividen en dos partes cada una con cinco versos.
Gardel crea una melodía
para esa letra que se divide en dos frases musicales. La primera frase canta la
primera estrofa desde “Volvió una noche, no la esperaba” hasta “su felonía y su
crueldad”. Esa frase musical se repite para servir los cuatro versos que
cierran la primera estrofa desde “me dijo humilde: si me perdonas” hasta “verás
que todo no sonreirá”.
La segunda frase de la
melodía se apoya en la estrofa central que comienza “Mentira, mentira, yo quise
decirle”, hasta “que ya no se puede recuperar”. La frase de la melodía se
repite para la segunda estrofa desde “Callé mi amargura y tuve piedad” hasta
“me dijo: Es la vida, y no la vi más”.
Vuelve entonces la
primera frase musical que inició el tango y sostiene a los versos “Volvió esa
noche, nunca lo olvido”, hasta “que también ella tuvo piedad”.
Adviértase la simetría de
la letra y la melodía, la correspondencia de las estrofas con la división de la
música, que parece adoptar la estructura bimembre para reflejar que ese es el
patrón literario del texto. Y la redondez con que se cierra la letra cuando
vuelve a la formulación del comienzo: el “volvió una noche” se transforma en
volvió esa noche” y la anotación primera “no la esperaba” es ahora “nunca la
olvido”. La fórmula A-B-A, sirve una vez más, perfectamente a todos los
parámetros del tango: letra, música, sentido expresivo del texto.
“Mi Buenos Aires querido”
es una creación que encarna todos los parámetros que conciernen a Gardel: la
ciudad que lo albergó y que él amó profundamente, las resonancias típicas del
mundo del arrabal, el amor de las “pibas” y “pebetas” que es uno con el de la
gran ciudad. Todo ello está en este tango que la letra de Le Pera sintetizó
para siempre.
El tango tiene una
estructura musical poco común porque se ciñe a la letra que también es poco
tradicional. El texto comienza con un terceto de versos que operan como un
preludio. “Mi Buenos Aires querido, / cuando yo te vuelva a ver / no habrá más
penas ni olvido”. El tango propiamente dicho comienza a partir de ese momento,
con la estrofa que va de “El farolito de la calle en que nací” hasta “dentro
del pecho pide rienda el corazón”. Por lo tanto Gardel crea dos temas: un
primero que cubre el terceto inicial que es una amplia y emocionante frase, de
bella curva melódica, que suena realmente como una invocación sagrada, que
encierra además la aspiración sobreentendida del regreso de alguien lejos de su
Buenos Aires. Sigue la segunda melodía, más tradicional en la medida que se
ciñe a las palabras de la primera estrofa, articulada en dos partes que sirven
a “El farolito de mi calle de arrabal” y a los versos siguientes, “Hoy que la
suerte quiere que te vuelva a ver” hasta “dentro del pecho pide rienda el corazón”,
La melodía se cierra sobre los versos finales “y oigo la queja / de un
bandoneón / dentro del pecho pide rienda el corazón”. Fiel reflejo sonoro con
los descansos armónicos y rítmicos en “queja” y “bandoneón”.
Un nuevo tema melódico
dividido en dos frases se ocupa de “Mi Buenos Aires / tierra florida” hasta “se
olvida el dolor”. La segunda frase sirve a “En caravana / los recuerdos pasan”
hasta “se van las penas / del corazón”.
Con la estrofa que
comienza “La ventanita de mi calle de arrabal” vuelve la melodía
correspondiente a “El farolito de la calle en que nací”, hasta “aquellos ojos
que acarician al mirar” con su repetición a partir de “En la cortada más maleva
una canción” hasta “borró una lágrima de pena aquel cantar”.
El tango se cierra con la
música y la letra del comienzo, esa invocación de “Mi Buenos Aires querido”,
que culmina, redondeándolo una pieza admirable por la letra y la música.
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