Las canciones tributarias del folclore
Como se ha dicho antes, la vinculación de Gardel con el mundo de los
payadores era inevitable. En muchos de los ámbitos donde se ensayó en sus
comienzos de cantor, como cafetines y comités políticos, los payadores eran
bien recibidos y normalmente eran intérpretes apreciados por el gusto popular
de ese momento. Pero, además, Gardel desarrolló un particular afecto por esas
canciones que él reconoció como “criollas”, dándoles esa denominación que en su
concepto expresaban la raigambre con el suelo rioplatense gauchesco de las dos
orillas.
Por eso, más allá de las interpretaciones del dúo Gardel-Razzano, él mismo,
cuando la fama lo catapulta a ser cantor sostenido por guitarras, no deja de
cantar esos temas, que aparecen en sus películas entretejidos con tangos y
otras formas menos reiteradas pero presentes (jotas, especies tributarias del
jazz como el “shimmy” y hasta fados portugueses).
En esta vertiente cantos estilos, milongas, tonadas, zambas y cifras. Es
provechoso examinar sus interpretaciones, cotejando las de distintas fechas, de
una misma canción. Por ejemplo, el estilo “El tirador plateado”. El estilo es
una especie folclórica que se canta tanto en Argentina como en Uruguay, sobre
la base de un texto que responde a la forma de la décima; diez versos
octosílabos. Musicalmente, comprende el “punteo”, especie de preludio a cargo
de la guitarra, mientras que la parte cantada se divide en tres partes que
cubren los diez versos. El Allegro inicial que consta de dos frases musicales,
una reiteración de la otra, con las cuales se cantan cuatro versos, el Cielito,
que cambia su compás de binario a ternario, valsea, con el cual se cantan
cuatro versos más y el retorno del Allegro inicial, que esta vez sin repetirse
canta los dos versos finales de la estrofa. De modo que, desde el punto de
vista de la décima, la música del estilo canta tres grupos de versos que son:
cuatro, cuatro y dos finales.
En la versión de 1917 que Gardel canta acompañado por la guitarra de José
Ricardo, se advierte que el cantor respeta el modo folclórico al cantar cada
sílaba del texto contra una sola nota. También es claro el registro agudo, de tenor,
el “portamento” sobre las palabras “sos el… tirador plateado”, que prolonga el
artículo “el” en una nota alta. A lo largo de la interpretación esas notas sostenidas
recaen en las reiteraciones de la melodía que, de acuerdo con la fórmula
popular, es la misma para cada estrofa del texto. Así se escuchan las notas
sostenidas con el portamento en los pasajes que hablan “de mi arriador”, “potranca
criada gaucha”, “vaina de mi puñal” y demás que, sujetas a la regularidad que
es exigencia de la forma poética, no dejan de poner su énfasis en la numeración
de méritos que son todas figuras del amor que el hermoso texto convierte en una
cadena de metáforas.
En la versión de este estilo grabada en 1933, el acompañamiento es el de
las guitarras de Barbieri, Riverol, Vivas y Pettorosi, pero lo realmente
importante, además de la mejora evidente de la calidad sonora del registro y de
los guitarristas, sucede en la voz de Gardel. La versión se beneficia de su
registro de barítono, el “tempo” es más sereno y los “portamenti” más medidos.
Gardel grabó cuatro veces el estilo “La mariposa”, con el texto que
pertenece a Andrés Cepeda. En el primer registro de 1917 la guitarra
acompañante es de José Ricardo. El cantor respeta el modelo folclórico, cantando
sílaba contra nota, con lo cual se advierte que evita los adornos de la línea
melódica en su voz, como “mordente” o “grupetto”, aunque en pocas y excepcionales
ocasiones se permite adornar.
Si se coteja la versión de 1917 con la que apareció en 1930, aunque grabado
en diciembre del año 1929, se advierte prácticamente la misma manera. Sin duda
que la calidad de la toma de sonido y los guitarristas Guillermo Barbieri y José
María Aguilar de mejores recursos, otorgan otra jerarquía a esta versión del
hermoso estilo.
Sin embargo, el patrón interpretativo es prácticamente el mismo: sílaba
contra nota, articulación rítmica sobre las consonantes y economía en los adornos.
Quizá la mayor diferencia estriba en la más clara distinción de los valores
dinámicos. Gardel comienza cada versión en el nivel “forte”, es visible en los
versos “Tiene muy lindo color / la mariposa liviana” que inicia el estilo. Otro
tanto en los que siguen: “Perfume tiene la flor” con su acento que adopta la
función de un pivote en la letra “p”. En “dulces gorjeos de las aves” la
melodía le obliga a sostener la sílaba “dul”. El verso “todos tienen ilusiones”
con el ceñido y discreto adorno que concierne a la última palabra (“ilusiones”).
Se cierra la estrofa con el verso “yo sólo tengo tristezas” que se carga de la
expresividad y el “diminuendo” elocuente.
Puede decirse que las sucesivas estrofas que comprende el estilo se cantan
con este modelo que adopta el aire de un patrón o norma. Es lógico que así sea
en la medida que Gardel practica un severo y riguroso respeto por las formas
tributarias del folclore, como se ha dicho. Así canta las cifras, tonadas,
gatos, chacareras y milongas camperas, no las milongas tributarias del universo
tango, como “Tortazos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario