EL PERDEDOR
Hombre que supo ser capacitau pa perder las cosas,
aura que dice, Piripicho Vitrino, que a las hermanas la gente se les paraba
adelante pa mirarlas porque eran las vitrinas.
Aquel hombre tenía tanta
facilidá pa perder las cosas, que un día perdió el caballo. Lindo flete sin dispreciar,
mala cara, pero buen animalito. Una tarde salió a recorrer el campo, se abajó
pa atender una oveja abichada, y cuando quiso acordar había perdido el caballo.
La mujer se lo reprochó:
-¡Vos lo que tenés es que
sos una desgracia, eso es lo que tenés vos, y así no vas a ganar pa caballo.
¿Cómo hiciste pa perderlo, hombre de Dios!
-¡Se me perdió y
sanseacabó! -pensó en decirle Piripicho, pero como la mujer era dura de
entendederas se fue a preparar el amargo.
Cuando perdió el quinto
caballo, se resolvió a andar en bote. Salía nada más que con mucha humedá, o
con lluvia. Un bote de lo más bonito, con dos remos, uno de cada lau, y del lau
de atrás una popa.
Un día fue a cruzar el
arroyo. Salió con el bote de esta orilla, y cuando llegó a la orilla de allá,
llegó a nado.
Cuando la mujer se enteró
que había perdido el bote, le dijo de todo menos que era simpático.
-¿Querés qaue te diga lo
que sos? -le dijo-; sos una disgracia Piripicho Vitrino… eso es lo que sos! Y
lo único que lamento es que no me perdás a mí… ¡eso es lo único que lamento, pa
que sepás!
El hombre muy preocupau,
se la quedó mirando un ratito, y después la señaló con el dedo y le dijo:
-¡Últimamente vos… vos…
sabés una cosa? Mirá… últimamente vos sabés qué…?
-Últimamente, ¿qué? -le
escupió ella.
-Nada… perdí el hilo de
lo que iba a decirte.
-¡Como pa no perder el
hilo, si perdiste cinco caballos y un bote!
Tristón el hombre, salió
a visitar a unos parientes, pero como perdió el rumbo, embocó en el boliche El
Resorte.
Tomando unos vinitos
suavetones, taban la Duvija, el tape Olmedo, el Pardo Santiago, Transitorio
Cortina, Palán Palán Novato y el Pastilla Fornaro que andaba de paso. En
aquella punta del mostrador, durmiendo a pata suelta, el barcino.
Cuando lo vieron tan
preocupau, la Duvija se le acercó pa preguntarle qué le andaba pasando, y el
hombre contó todito. El pardo Santiago se le arrimó y le dijo:
-Sírvase un vino.
Sin arrimarse ni dejar de
hacerle punta a un palito, el tape Olmedo le aconsejó:
Mire mi amigo -le dijo-;
si perdió caballo y bote, lo que tiene que comprar es carro, pa probar, porque
el hombre no puede andar de a pie, salvo que también quiera perder tiempo, que
usté es dueño.
Ahí saltó el pardo
Santiago:
-Pa comprar casa con
rueda, en tal caso compre ferrocarril, que es cosa de tamaño. Usté se va a una
estación de ferrocarril, averigua horario de ferrocarril, y cuando llega el
ferrocarril, usté compra ferrocarril, y después me dice.
El hombre volvió por el
boliche a la semana. Cuando lo vieron llegar de a pie y muy preocupau, ni le
quisieron preguntar. Se acodó al mostrador, acarició al barcino, se quedó
mirando al suelo, y de cabeza gacha, con una vergüenza que le coloreaba la voz,
les dijo a todos:
-Sí señores, es verdá. Lo
perdí. El ferrocarril pasaba a las ocho y yo llegué a las ocho y media. ¡Lo
perdí y sanseacabó! ¡No me miren así!
No hay comentarios:
Publicar un comentario