domingo

CUENTO DE TARDEBUENA - Hugo Giovanetti Viola


                                                                                       para Emilia Herrera Giovanetti y Jazmín Fernández


Emilia y Jazmín estaban sentadas sobre una alfombra de pétalos de jacarandá, esperando que llegara el gato-ángel que siempre les traía noticias de Jesús.

-Mirá -señalaron al mismo tiempo la cúpula de la parroquia las dos niñas que eran compañeras de clase en el colegio Santa Rita. -Allá viene.

Y se pusieron a saltar levantando los brazos hacia una especie de estrella-flor donde ya se podían distinguir los ojazos de Felipe.

-Hola, peques adivinadoras -sonrió el gato muy blanco mientras estacionaba su nave bajo el árbol completamente florecido.

-No me digas que Jesús nos volvió a mandar una de esas adivinanzas dificilísimas -se alisó el pelo color tronco de pino Emilia. -Otra vez no se vale.

-Sí -se puso a masticar un pétalo como si fuera un chicle Jazmín. -La última fue muy salada.

-Pero esta vez Jesús me pidió que antes de hacerles la adivinanza les regalara el pedacito de poema más precioso que escribió el divino Julio -le empezó a fosforecer doradamente la ternura a Felipe. -Escuchen bien. El aire es de terciopelo. / Por el camino violeta / cual a través de una grieta / se ve cómo piensa el cielo. ¿Les gustó? Es un regalo de Navidad que les llega desde las estrellas.

Ahora las almas verdeazuladas de Emi y Jaz sonrieron contemplando la cúpula de la parroquia y murmuraron al unísono:

-Está demás.

-¿Son ricos esos pétalos? -estiró las patas el gato.

-Yo siento que tienen gusto a cielo -carcajeó la niña muy rubia.

Entonces Felipe se puso a lamer uno y de golpe anunció:

-Bueno, aquí va la adivinanza. ¿En dónde empieza el cielo? Yo me voy a dar una vuelta por la plaza y las dejo pensar tranquilas.

Y volvió cuando Venus ya flotaba en el atardecer muy rojizo y encontró a las peques tristes.

-Nos rendimos -suspiró Emilia. -Jesús nos pide cosas demasiado difíciles.

-Pero igual decile que nos encantó el pedacito de poema del divino Julio -levantó un dedo Jazmín. -Nada que ver con los regalos que nos traía Papá Noel: esos se podían comprar en todos los supermercados.

-Es verdad -lengüeteó otro pétalo el gato. -Y además no se olviden que lo que le importa a Jesús es que la gente aprenda a sentir cómo piensa el cielo y además pueda saborear ese amor. ¿O ustedes no están preparándose para tomar la comunión?

-Sí -se apoyó el mentón en el puño Emilia. -Y nosotras tenemos fe para caminar por arriba de las tormentas.

-Tal cual -sonrió Felipe. -Y por eso una de las cosas que nos enseñan las flores caídas del jacarandá es que el cielo empieza en el suelo. Sólo que hay que aprender a verlo.

Y aquella Nochebuena las peques deben haber sentido que la verdadera luz del mundo no tiene nada que ver con las explosiones de los fuegos artificiales

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+