domingo

CÁNTICO ESPIRITUAL (23) - SAN JUAN DE LA CRUZ


CANCIÓN 10.ª

Apaga mis enojos,
pues que ninguno viene a deshacellos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre de ellos
y sólo para ti quiero tenellos.

1 / Prosigue, pues, en la presente canción pidiendo al Amado quiera ya poner término a sus ansias y penas, pues no hay otro que baste para hacerlo sino sólo él, y que sea de manera que le puedan ver los ojos de su alma, pues sólo él es la luz en que ellos miran, y ella no los quiere emplear en otra cosa sino sólo en él, diciendo:

Apaga mis enojos.

2 / Tiene una propiedad la concupiscencia de el amor, como queda dicho, que todo lo que no hace o dice y conviene con aquello que ama la voluntad, la cansa, fatiga y enoja y la pone desabrida, no viendo cumplirse lo que ella quiere. Y a esto y a las fatigas que tiene por ver a Dios llama aquí “enojos”, los cuales ninguna cosa basta para deshacerlos, sino la posesión de el Amado. Por lo cual dice que los “apague” él con su presencia, refrigerándolos como hace el agua fresca al que está fatigado de el calor; que por eso usa aquí de este vocablo: “apaga”, para dar a entender que ella está padeciendo con fuego de amor.

Pues que ninguno basta a deshacellos.

3 / Para mover y persuadir más el alma a que cumpla su petición el Amado dice: que pues otro ninguno sino él basta a satisfacer su necesidad, que sea él el que apague sus enojos. Donde es de notar que entonces está Dios bien presto para consolar a la alma y satisfacer en sus necesidades y penas, cuando ella no tiene ni pretende otra satisfacción y consuelo fuera de Él. Y así, el alma que no tiene cosa que la entretenga fuera de Dios, no puede estar mucho sin visitación de el Amado.

Y véante mis ojos.

4 / Esto es, véate yo cara a cara, con los ojos de mi alma.

pues eres lumbre de ellos.

5 / Allende de que Dios es lumbre sobrenatural de los ojos de el alma, sin la cual está en tinieblas, llámale aquí también el alma por afición “lumbre de sus ojos”, al modo que el amante suele llamar al que ama, para significar el amor que le tiene, lumbre de sus ojos. Y así es como si dijera en los dos versos sobredichos: pues los ojos míos no tienen otra lumbre ni por naturaleza ni por amor, “véante mis ojos”, “pues” de todas maneras “eres lumbre de ellos”. Esta lumbre echaba de menos David cuando con lástima decía: “Lumen oculorum meorun, et ipsum non est mecum”; que quiere decir: “La lumbre de mis ojos aun esa no está conmigo (Ps. 37,11).

Y sólo para ti quiero tenellos.

6 / En el verso pasado ha dado a entender el alma cómo sus ojos estarán en tinieblas no viendo a su Amado, pues sólo él es lumbre de ellos, en que le obliga a darle esta lumbre de gloria, y en el presente verso le quiere más obligar, diciendo que no los quiere tener para otra alguna cosa que para él. Porque, así como justamente es privada de esta divina lumbre el alma que quiere poner los ojos de su voluntad en otra su lumbre de propiedad de alguna cosa fuera de Dios -por cuanto pone impedimentos para recibirla-, ansí también congruamente merece que se le dé al alma que a todas las cosas cierra los dichos sus ojos, para abrirlos sólo a su Dios.

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