domingo

OTROS ESCRITOS (509) - HORACIO QUIROGA


El eterno traidor (*) (2)

Ningún escritor lo ignora. Y ninguno -sin excepción- recuerda al traducir en verso o en prosa que la sustitución de una frase, un giro, un verbo, un simple adjetivo, es una absurda tarea para el arte, mezquina para la honradez del traductor, y criminal con el autor falsificado. Los poetas que traducen, al verse a su vez traducidos, conocen perfectamente esto.

Ignórase hasta hoy qué razones de peso para excusar esta tarea de miseria, dan los traductores de versos. ¿Qué puede quedar de un verso -obra por excelencia de concisión-, si tachamos cuidadosamente el par de verbos que lo exaltan, para reemplazarlos por pobres sucedáneos que el traductor considera las más de las veces superiores a los del original!

Corre por todas las manos una antología traducida de poetas franceses, donde campean estas excelencias que hemos apuntado. Por tratarse de poemas conocidísimos, transcribiremos algunos para edificación de los lectores.

La primera estrofa de “El albatros” de Baudelaire, está así traducida:

Souvent, pour s’amuser, les hommes d’equipage
prennent des albatros, vastes oiseaux des mers,
qui suivent, indolents compagnons de voyage,
le navire glissant sur les gouffres amers.

*  *  *

La gente marinera, con “crueldad salvaje”,
suele cazar albatros, grandes aves marinas
que siguen a los barcos, compañeros de viaje,
“blanqueando en los aires como blancas neblinas”.

Baudelaire no habla de la crueldad salvaje de los marineros. Quien conozca al poeta medianamente, sabe que en su espíritu, y para esta situación, no cabía tal grito de condolencia. Tampoco nos habla nada de que los albatros blanquearan el aire como blancas neblinas. De los cuatro versos de la estrofa, la mitad del primero y el cuarto en su totalidad, pertenecen al numen propio del traductor. Y con tales cambios, supresiones y rellenos, no se concibe cómo Baudelaire hubiera llegado a reconocer su célebre soneto.

De la canción décimo tercera de “Serres Chaudes”, de Maeterlinck, queda lo siguiente:

J’ai cherché trente ans, mes soeurs
où est-il-caché!
J’ai marche trente ans, mes soeurs,
sans m’en rapprocher…

J’ai marche trente ans, mes soeurs,
et mes pieds sont las,
il était partout, mes soeurs
et n’existe pas!...

L’heure est triste enfin, mes soeurs,
otez mes sandales,
le soir meurt aussi, mes soeurs,
et mon âme a mal…

Vous avez seize ans, mes souers,
allez loin d’ici,
prenes mon bourdon, mes soeurs,
et cherchez aussi…

*  *  *

Yo busqué treinta años, hermanas,
¿sabéis dónde está?
Caminé treinta años, hermanas,
sin poder llegar…

Caminé treinta años, hermanas,
y no puedo más,
dondequiera hallábase, hermanas,
y no existe ya…

Mis sandalias quitad, hermanas,
la hora triste está,
ya agoniza la tarde, hermanas,
y me siento mal…

Id lejos, diez y seis años
ajustásteis ya;
empuñad mi báculo, hermanas,
y también buscad…

Las canciones de Maeterlinck son apenas traducibles en prosa. Ni aun haciéndolo por palabra; de tales elementos sutiles, y exclusivamente de la lengua francesa, están formados esos poemas. Véase lo que queda de Maeterlinck  en la transcripta traducción. “Sans m’en rapprocher” está tan lejos de “Sin poder llegar”, como “Vous avez seize ans”, de “Ya ajustaréis diez y seis años.” En fin…

“Los conquistadores”, de Heredia, ofrecen ejemplos más definitivos:

Comme un vol de garfauts hors du charnier natal,
fatigués de porter leurs misères bautaines,
de Palos de Moguer, routiers et capitaines
portaient, ivres d’un rêve héroïque et brutal.

Ils allaient conquérir le fabuleux métal,
que Cipango mûrit dans ses mines lontaines,
et les vents alizés inclinaient leur antennes
avec bord mistérieux du monde Occidental.

Chaque soir, espérant des lendemains épiques,
l’azur phosphorescent de la mer des Tropiques
enchantaint leur sommeil d’un mirage doré;

ou penchés à l’avant des blanches caravelles,
ils regardaient monter en un ciel ignore
du fond de l’Océan, des étoiles nouvelles.

*  *  *

Cual “bandada” de halcones la alcádara “feudal”,
a Palos de Moguer, “hartos” de altivas penas,
“dejaban” capitanes y “labradores, llenas
las “almas” de un ensueño “hazañoso” y brutal.

A conquistar “salían” el “mítico” metal
que “corre” de Cipango por las “fecundas venas”,
y los vientos alisios “llevaban” sus antenas
al borde misterioso del mundo occidental.

Cada noche esperando “crepúsculos utópicos”,
el azul “chispeante” de la mar en los trópicos
encantaba su sueño con un “matiz” dorado;

o a “proa”, de sus naves “viendo” las “blancas huellas”
“atónitos” miraban por un cielo ignorado
del fondo del océano subir nuevas estrellas.

En este soneto, todas las expresiones entre comillas son ajenas a Heredia. Natal ha sido sustituido por feudal; miserias, en el caso algo más que penas; partían ha sido reemplazado por dejaban; soldado, por labrador; ebrio, por alma llena; heroico, por hazañoso; salían, por iban; fabuloso, por mítico; madurar, por correr; minas lejanas, por venas fecundas; inclinaban, por llevaban; épico, por utópico; fosforecente, por chispeante; mirage, por matiz.

El traductor ha sustituido “penchés à l’avant des blanches caravelles”, por “a proa de sus naves viendo sus blancas huellas”. Toda el ansia de la conquista está en el verso de Heredia. Los conquistadores del traductor, en cambio, se solazaban mirando desde la proa las blanca huellas que dejaban las carabelas. Esta vez, ni el sentido del poema se ha salvado.

Cabe suponer, con todo lo anterior, que las traducciones en prosa, de la prosa, se ajustarán honestamente al original. Veremos otro día que no es así.


(*) Publicado en Caras y Caretas, Bs. As., nº 1422, 12 de mayo de 1926.

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