domingo

ENCUENTRO CON LA SOMBRA (El poder del lado oscuro de la naturaleza humana) - 169


NOVENA PARTE

EL TRABAJO CON LA SOMBRA: CÓMO ILUMINAR LA OSCURIDAD
MEDIANTE LA TERAPIA, LOS RELATOS Y LOS SUEÑOS

38: EL TRABAJO CON LOS SUEÑOS DE LAS MUJERES

Karen Signell (4)

Veamos, a continuación, el sueño de Carolyn:

Fantasmas. Parece que estoy sentada en un cine contemplando una película. La escena transcurre de noche en una plaza en la que aparece una niña mala, manchada de sangre, y varios cuerpos acuchillados.

Estoy sentada cerca de una puerta abierta -un servicio- y me levanto apresuradamente a cerrarla. Pero junto a mí hay una mujer joven, llamada “Verité”, que me ordena que abra nuevamente la puerta. Comenzamos a discutir y tengo que pelear con ella para mantener la puerta cerrada. Luego nos reconciliamos y nos abrazamos.

Escucho una voz que dice: “Estás luchando para guardar el secreto de una mujer”. Pronto la playa se llena de gente, parecen muertos, zombis que nos miran amenazadoramente. Les arrojo un líquido espeso que adormece a algunos pero no puedo impedir que otros sigan acercándose peligrosamente. Necesito algo más para desembarazarme de ellos.

La primera asociación de Carolyn fue que “la niña mala” era ella. Recordó entonces un sueño que había tenido el mes anterior:

Las Madres no Recuerdan las Cosas Desagradables. Mi madre está mirando una película de terror y esconde su rostro para no ver lo que ocurre mientras dice: “No quiero recordar las cosas desagradables”. Pero su hija, mirándola, sabe que su madre sí recuerda. Pareciera como si ambas recordaran vagamente algo terrible que ocurrió en su infancia.

Así es como los niños perciben la proyección de la maldad arquetípica. Cuando una familia mantiene algún secreto inconfesable los niños se sienten culpables. Carolyn decía: “Cada noche, cuando me iba a dormir, me acosaban los fantasmas”.

Pero ¿cuál era el secreto? La respuesta se halla en el sueño de los Zombis. La lucha con Verité -la verdad- con la que trataba de mantener la puerta cerrada a una espantoso secreto sobre una mujer, parecía expresar la necesidad inconsciente de Carolyn de seguir creyendo que su madre fue buena y sentirse segura, pero lo que estaba evidenciando, en realidad, era la prohibición materna a hablar de ciertos temas -en este caso, los malos tratos a un niño- para mantener intacto el “inconsciente familiar”. Verité luchaba para revelarle una verdad que todavía no estaba en condiciones de escuchar.

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