“CARACAS ES UN CARNAVAL QUE TE ACOMPAÑARÁ SIEMPRE”
Entre el 24 de diciembre de 2012 y el 28 de enero de 2013, el cantautor uruguayo Federico Miralles fue invitado a conocer Venezuela, en el marco de un intercambio que se viene dando hace años con diferentes músicos y escritores de aquel país.
Durante esta primera estadía en Venezuela, Miralles desarrolló contactos y actividades a nivel mundano y profesional, que lo llevaron a conocer tanto el sabor de una actuación pueblerina como el rigor de la grabación en estudios de alta tecnología.
En los próximos meses, seguramente, se enriquecerán estos vínculos que nos permiten hermanarnos hasta lo hondo en el verdadero mestizaje barroco “contraconquistador” (para hablarlo en Lezama Lima) y de signo muy opuesto a los inocuos mecanismos globalizadores stándard, donde los lazos no se viven con el fervor que nos permiten transformarnos en protagonistas válidos del destino refundador que está reclamando América.
Esa misión continental sólo se obtiene de pueblo a pueblo y no entre marquesinas posmodernosas.
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Más acá o más allá de la compleja encrucijada política que se está viviendo a raíz de la enfermedad de Hugo Chávez, ¿sentiste que Venezuela era una fiesta?
Si según Hemingway París era una fiesta, Caracas era un carnaval, alegría en las calles, aires de igualdad, edificios en construcción por toda la capital, derecho humano a la vivienda digna que lleva a cabo la Misión Vivienda impulsada por Chávez, preocupación por la salud, la educación y la alimentación. En 1998 el presupuesto al respecto llegaba a un 3.7% del PBI y en el 2010 pasó al 10 %. Hasta no hace mucho tiempo, previo a Chávez, la gente llegó a comer pastillas para perros; es un poco lo que pasó en Uruguay en el período de Jorge Batlle, cuando los niños llegaron a comer pasto en Artigas. Pude comprobar asimismo la preocupación por el deporte y la salud: los domingos se cortan las calles y se le presta a la gente cientos de bicicletas de primer nivel para mejorar la calidad de vida de la población, también se le facilita la compra de bicicletas a todos los ciudadanos, bicicletas de origen iraní llamadas popularmente las “atómicas”, ya que los medios de comunicación “flechados” hablaron de que Venezuela estaba desarrollando convenios con Irán de carácter de “armas atómicas”. Ojalá otros países siguieran este ejemplo ecológico.
La crítica más importante que puedo realizar a la vida que se lleva en Caracas, es el caos generalizado en el tránsito; no hay reglas y cada uno hace lo que le da la gana, sobre todo los “motorizados”, como llaman a los motoqueros. Es muy difícil cruzar las calles como peatón, ya que no hay respeto en general.
¿Cómo viviste el diálogo cotidiano con la exuberante geografía venezolana?
Vuelvo a citar a Hemingway: “Todas las distancias eran cortas desde que estuvimos en las montañas”. Para un montevideano que ve al Cerro como un Himalaya, esta experiencia continua de tener un Monte Ávila se transforma en un verdadero imán, un “patrón de miradas”, al decir de Mauricio Ubal. Las bufandas de nubes generan un paisaje cambiante y resulta una bendición caraqueña poder admirar esa belleza todos los días. Y lo mismo cuando te trasladás a lo largo de toda la cordillera venezolana.
Dado lo barato del precio de la gasolina (26 litros cuestan 5 bolívares, lo que equivale a 1 dólar), uno puede conocer muchos lugares sin tener grandes costos, e incluso no se cobran peajes en las rutas, lo que me permitió visitar el Estado Lara, la ciudad de Carora, las playas de Morrocoy, Tucacas y Callo Sombrero, también Patanemo y más cerca de Caracas la Guaira y Guarenas.
¿Cuáles fueron las experiencias de intercambio cultural más importantes que viviste durante este viaje?
En el Estado Lara, llamado el estado musical de Venezuela, pude compartir con muchos músicos, así como conocer a luthiers. La ciudad se llama Carora y en ella se realiza el encuentro internacional de guitarra Alirio Díaz, gran guitarrista oriundo de una ciudad próxima a Carora llamada La Candelaria, alumno también -como nuestro Abel Carlevaro- de Andrés Segovia. Alirio cumple 90 años este 2013, y según me comentó el maestro luthier Antonio Navarro ya casi ha perdido la audición. Conocí a los luthiers Navarro, padre e hijo, excelentes artesanos y personas, constructores de cuatros, y luego pude tocar sus guitarras en casa de un gran guitarrista caroreño llamado José Ballesteros. En Guarenas me puse en contacto, además, con el escritor y editor Richard Sabogal, que lleva adelante una Editorial llamada Blanco Negro, y luego en Caracas, gracias a mi amigo el músico y escritor Lázaro Silva González, conocí a los escritores Carlos Torres Bastidas, que me obsequió su libro Ernest Hemingway, la generación perdida y a Álvaro Trujillo, que está vinculado a la “Fundación Editorial el perro y la rana”. Volviendo a la música, mantuve un encuentro con el cantautor José Alejandro Delgado, que me dio un panorama del buen momento que está pasando la canción de autor en Venezuela, intercambiamos nuestros últimos discos. El suyo Rueda libre, se conecta y busca dialogar mucho más con los géneros de la música tradicional de su país. Y finalmente viví la experiencia de grabar en un estudio de Caracas, ante el pedido del productor de videos Miguel Ángel Delgado, que necesitaba una canción para una de sus producciones.
¿La presión del consumismo salvaje a nivel mediático es tan fuerte en Venezuela como en el Uruguay?
En Uruguay algunos políticos hablan de dictadura para referirse al Presidente Chávez, -votado en forma democrática por el 60 por ciento de la población- y ahora puedo asegurar que en Venezuela no hay censura: por la televisión se pueden ver canales con editoriales de oposición, y lo mismo sucede con radios, diarios, etc.
Yo me pregunto cuántos canales tiene el gobierno en Uruguay, y considero que es urgente la concreción de una ley de medios que equilibre un poco la situación; es un poco la misma historia de lo que está pasando en la Argentina.
Para terminar y volviendo al comienzo me gustaría parafrasear el célebre epígrafe utilizado por Hemingway al comienzo de A moveable feast. La intertextualización formularía algo así: “Si tenés la suerte de haber vivido en Caracas cuando joven, luego te acompañará a donde vayas, todo el resto de tu vida, ya que Caracas es un carnaval que te acompañará siempre”.
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