domingo

ATAHUALPA YUPANQUI - EL PAYADOR PERSEGUIDO



QUINTA ENTREGA

Un hombre se me acercó
y me dijo: ¿Qué hace acá?
Viaje pa la gran ciudad
que allá lo van a entender;
áhi tendrá fama, placer
y plata pa regalar.


¡Para qué lo habré escuchao!
¡Si era la voz del mandinga !
Buenos Aires, ciudá gringa,
me tuvo muy apretao.
Tuitos se me hacían a un lao
como cu ... erpo a la jeringa.


Y eso que no vine pobre
pues traiba alpargatas nuevas.
Las viejas ... pa cuando llueva
en la alforja las metí;
un pantalón color gris
y un saco tirando a leva.


Saltando de radio en radio
anduve, figuresé.
Cuatro meses me pasé
en partidas malogradas;
naide aseguraba nada,
y sin plata me quedé.


Vendí mis lindas alforjas.
Mi guitarra, ¡la vendi!
En mi pobreza, ay de mí,
me hubiera gustao guardarla.
¡Tanto me ha costao comprarla
Pero, en fin ... todo perdí !


¡Vihuela, dónde andarás,
qué manos te están tocando.
Noches eternas pensando
siquiera como consuelo,
que sea un canto de este suelo
lo que te están arrancando...!


Cuando el máiz está en barbecho
luce un color brillantón;
las hebras, como un nailón
presumen con sus lindezas.
Pero agachan la cabeza
si las agarra el carbón.
Igual me pasaba a mí
en aquellos tiempos idos;
joven, fuerte, presumido,
y cuando se acabó el queso,
volví en un triste regreso
poblada l' alma de olvidos.


Cosas de la juventud...
¡Malhaya, dónde andarás...!
Aura que estoy bataraz
de tanto cambiar el pelo,
recuerdo aquellos desvelos
pero no miro p'atras.


Me volví pal Tucumán
nuevamente a padecer.
Y en eso de andar y ver
se pasarón muchos años
entre penas, desengaños,
esperanzas y placer.


Mas, no jué tiempo perdido,
asegún lo ví después.
Porque supe bien cómo es
la vida de los paisanos.
De todos me sentí hermano,
del derecho y del revés.


Siempre recuerdo los tiempos
en que guapiando pasé,
los cerros que atravesé
buscando lo que no hallaba,
y hasta a veces me quedaba
por esos campos de a pie.


La vida me fue enseñando
lo que vale una guitarra;
por ella anduve en las farras
tal vez hecho un estropicio,
y casi me agarra el vicio
con sus invisibles garras.


Menos mal que llevo adentro
lo que la tierra me dio.
Patria, raza o que sé yo,
pero que me iba salvando,
y así, seguí caminando
por los caminos de Dios.


La cosa estaba en pensar
que al pulsar un instrumento,
hay que dar con sentimiento
toda la fuerza campera.
Pero nadie larga afuera
si no tiene adentro...


La guitarra es palo hueco,
y pa tocar algo bueno,
el hombre debe estar lleno
de claridades internas.
¡Pa sembrar coplas eternas
la vida es un buen terreno...!

Si el rezar brinda consuelos
al que consuelo precisa,
igual que cristiano en misa
o matrero en medio'el monte,
yo rezo en los horizontes
cuando la tarde agoniza.


Queda callada la pampa
cuando se ausenta la luz.
El chajá y el avestruz
van buscando la espesura,
y se agranda en la llanura
la soledad del ombú.


Entonces, igual que un poncho
a uno lo envuelve la tierra.
Desde el llano hasta la sierra
se va una sombra extendiendo,
y el alma va comprendiendo
las cosas que el mundo encierra.


Ahí está el justo momento
de pensar en el destino.
Si el hombre es un peregrino,
si busca amor o querencia,
o si cumple la sentencia
de morir en los caminos. 

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