UN LANZAZO INTERNACIONAL
POR LA REPATRIACIÓN DE VAIMACA PIRÚ
En 1999, el periódico barrial Noticias -que editaba nuestro colaborador Ricardo Arocena- dio a conocer en forma exclusiva el texto completo del discurso pronunciado por el periodista y dirigente del I.N.D.I.A (Integrador Nacional de los Indígenas Americanos) Rodolfo Martínez Barbosa (1951-2006), en el Cuarto Congreso Mundial de Arqueología (WAC4), realizado en la Universidad de Cape Town (Sudáfrica). Frente a académicos de 70 países reclamó el retorno de Vaimaca Pirú a su tierra natal, siendo la primera vez que el tema fuera tratado a nivel internacional, antes de su consumación en 2002. Participó también una nutrida delegación de estudiantes universitarios uruguayos, los que jugaron un importante papel haciendo respetar en el evento nuestro idioma, “una de las primeras formas de identidad de una nación”. (Los subtítulos son de la redacción.)
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I am grateful to you all for being here, and I am grateful to WAC for making it possible for me to participate.
(Agradezco a todos ustedes por estar aquí, y agradezco al WAC por hacer posible mi participación.)
En Uruguay hablamos castellano, pero todos los rincones del país siguen conservando aquel lenguaje legado por sus primeros habitantes.
Mi país tiene nombre indígena, y sus arroyos, sus ríos, su flora y su fauna conservan el idioma de nuestros indios.
Este es un instante particular, especialmente significativo, pues por primera vez en la historia, desde que ocurrieron los hechos hasta el presente, exponemos en un foro internacional el caso de Vaimaca Pirú, un viejo familiar de la gente de mi región cuyos restos permanecen en el país donde su vida corrió una triste suerte; donde tuvo un doloroso final y permanece recluido siglo y medio después de su muerte. En mis palabras estará ausente la formalidad de quienes en correcta forma académica reclaman lo que nosotros hacemos con el fundamento de la razón que nos asiste y la pasión que del fondo del alma nos acompaña. Traigo a vuestra consideración y conocimiento el caso de un viejo abuelo de los uruguayos, que como premio a la rectitud de su proceder recibió la incomprensión, el desprecio y el destierro. Pero téngase en cuenta que no venimos a buscar ni a señalar culpabilidades. Sólo esperamos recibir la comprensión y el apoyo que, en aquel tiempo, estos abuelos nuestros no tuvieron.
Y permítaseme una precisión que, a fuer de honesto, debo exponer desde el principio. No soy indio, soy un mestizo, muy orgulloso de mis ancestros, indígenas americanos. Los orgullosos mestizos del Uruguay también tenemos raíces en Europa y África. En mi caso particular sabido es que nunca olvido tampoco a mi parte negra ni a mi parte caucásica. Vengo a solicitar vuestra atención, empinado en la satisfacción de mi carácter mestizo, para recordar parte de las palabras que fueron conservadas como susurros por generaciones, y que asumimos el papel de transmitirlas, porque nuestros indios ya no pueden hacerlo. Los descendientes de indígenas del Uruguay exaltamos con orgullo y respeto nuestras raíces, evitando que esto pueda asimilarse a una actitud excluyente o confundirse con un reclamo étnico, que no lo es.
Sin renegar de ninguna parte de mi ser, hace ya tiempo que enaltecemos nuestra parte de familia indígena porque durante mucho tiempo, demasiado tiempo, fue la postergada, la olvidada, la incomprendida. Vengo de un país donde las Ciencias Antropológicas se estudian académicamente hace tan sólo 18 años, lo que en buen romance significa que en Uruguay el Hombre se estudia en forma sistemática hace muy pero muy poco tiempo, pero debo destacar -con particular alegría- que no es casual que en este WAC4 la delegación de estudiantes uruguayos sea la más numerosa y entusiasta, lo que evidencia que en Uruguay está naciendo ahora el verdadero amor por el suelo natal y su gente, que se expresa a través de la búsqueda de un mayor conocimiento de ellos.
VAIMACA PIRÚ
He sido invitado para hablarles de este viejo abuelo que se llamaba Vaimaca Pirú. Vaimaca Pirú era lo que identificamos con el vocablo cacique; un hombre principal del grupo humano al que generalmente se le asigna la denominación de “Charrúas”. Era 1790 cuando Vaimaca nació en el territorio denominado Banda Oriental, parte de la cual ocupa la República Oriental del Uruguay. Sobre él se escribió que “era honrado, sabía hacer justicia y la confianza en su fuerza le fue abriendo el camino que pronto lo llevaría al cacicazgo de la tribu a la que pertenecía. Se produjo esto cuando apenas tenía 30 años de edad, contando con la simpatía general. Llegó a ser poderoso, no como acaudalado porque ningún indígena de nuestro suelo gozó de opulencia, sino por sus estimables condiciones expuestas en defensa de su tribu y del terruño…”
Este antiguo abuelo de algunos uruguayos fue uno de los tantos indígenas que lucharon por la independencia de mi país, todos ellos herederos de un pasado donde se mezclaron la altivez y la hospitalidad. Y debemos destacar que los indígenas de Uruguay tuvieron una activa participación en la formación de la actual República. Fueron indios los que con sus manos y su esfuerzo construyeron el primer nucleamiento urbano de nuestro territorio, Colonia del Sacramento, cuyo centro histórico ha sido declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. También fueron indios los que levantaron las murallas y realizaron las primeras construcciones de Montevideo, actual capital. Fueron la base forjadora del primer ejército patriota y fundadores de la marinería uruguaya bajo el mando del “gaucho irlandés” Pedro Campbell. Tuvieron destacado papel no sólo en la defensa de la soberanía de nuestro territorio sino que también fue fundamental su participación en todo el período artiguista y en las batallas por la independencia. Uruguay hoy es una República con individualidad indiscutida, sin duda por la impronta que dejaron sus primeros habitantes. Es a ellos que debemos la identidad que nos caracteriza ante el mundo, ellos, en este caso los guaraníes, nos heredaron esto que a todos ustedes ha sorprendido y que caracteriza al nacido en mi país: el mate.
Podría en este momento recurrir a un sinnúmero de tratados, normas internacionales y declaraciones de intención, pero dije que quiero apelar a la razón y al sentimiento. Las normas escritas la mayoría de las veces no son acatadas y eso solamente se constituye en desacuerdos sin penalización, pero cuando no se atiende a la justicia que se expresa desde lo profundo del espíritu, la sanción es inevitable porque viajará cada instante con cada uno como una calamidad. (*)
Antes de llegar hasta aquí, en mi propio país, me advirtieron sobre lo sensible de este tema, indicándonos que íbamos a encontrar una cerrada resistencia no sólo por parte de los responsables del Museo que posee los restos de Vaimaca Pirú, sino también de todos aquellos que representan centros o países que guardan restos humanos de otras naciones como piezas de exhibición.
También hubo quienes ciegamente nos acusaron de intentar atentar contra las relaciones entre Uruguay y Francia, porque en su ignorancia creen que las repatriaciones deben responder sólo a la voluntad de gobernantes. Creencia muy cercana al totalitarismo más abyecto, que puede llevar a confundir los conceptos éticos con el oportunismo político.
Sería muy doloroso que cualquier investigador, cualquier científico interpretara que mis palabras pueden ser molestas. Les pido simplemente que comprendan el reclamo humanitario que efectuamos, que si se transforma en un reclamo reivindicativo no es por nosotros sino por errores, incomprensiones e intolerancias de un pasado que hoy tenemos la posibilidad de corregir.
En este caso -estamos seguros- los propios hechos tienen, sin duda, más fuerza de reclamo que cualquier norma generada en afán de justicia.
“Hombre principal de su pueblo”
Detengámonos para saber un poco quién era, personalmente, Vaimaca Pirú.
Hombre principal de su pueblo, estuvo al servicio del prócer máximo de mi país, don José Artigas, con quien luchó dando siempre ejemplo de valentía, rectitud y fidelidad. Cuando Artigas fue derrotado, Vaimaca siguió poniéndose al servicio de las armas de la patria. Así, tanto Vaimaca como toda su gente, son los responsables de recuperar las Misiones Orientales bajo el mando del Gral. Fructuoso Rivera, acción militar que aceleró la concreción final de la independencia de la actual República Oriental del Uruguay.
Tanto amor por su suelo y tanta lealtad a los propósitos de la defensa del mismo, actuará dramáticamente cuando respondan a una convocatoria que le efectúa su antiguo jefe. Con el fin “de volver a luchar al servicio de la patria” se les llama a reunirse en las cercanías de un arroyo que hasta el día de hoy se llama “Salsipuedes”. Aquellos leales patriotas indígenas descubren que se trata de un engaño ya demasiado tarde, porque era una emboscada que pretendía exterminar a todo aquel grupo humano: hombres, mujeres y niños. Si Uruguay hubiese desarrollado la industria cinematográfica todos conoceríamos este dramático suceso, comparable en sus consecuencias al “Wounded Knee” de los Lakotas norteamericanos, pero en este caso los masacrados fueron personas que habían sido citadas a luchar por la patria, de la misma forma que lo habían hecho antes.
En aquella masacre Vaimaca Pirú sobrevive porque, es un hecho casual, tiene la posibilidad de llegar cerca de Rivera, que comandaba la emboscada sobre estos hombres desarmados, e ingenuamente le informa: “…tus soldados están matando amigos”. Ese momento es el que salva la vida de Vaimaca, que no llega a comprender que es precisamente ése, su antiguo jefe, el que comanda la intención de exterminio. Esto debe haber despertado un instante de compasión en el entonces presidente constitucional hacia aquel hombre que antes había sido su compañero de armas.
El episodio de Salsipuedes es tan doloroso y avergonzante que recién ahora comienza a enseñársele a los niños de las escuelas de mi país, y es por ello que los descendientes de indígenas conmemoramos el “DÍA DEL INDIO” el 11 de abril y jamás aceptaremos que se utilice otra fecha, porque cambiar la recordación sería que nosotros mismos nos transformáramos en cómplices del ocultamiento que desde hace tiempo se pretende realizar sobre aquel tristísimo suceso.
Los pocos sobrevivientes, las mujeres y los niños, son posteriormente repartidos como esclavos entre las familias criollas que se debían comprometer a someterlos a la religión e impedirles que hablaran su propio idioma. No hay ejemplo más claro de etnocidio que el que en ese momento se practicó.
Vaimaca es un hombre derrotado que vaga por las calles de la amurallada Montevideo, viviendo de la caridad de sus habitantes, cuando llega a la ciudad un hombre que había visto frustrados sus propósitos de transformarse en supuesto académico de Buenos Aires, de donde debió marcharse al haber sido enjuiciado por esas intenciones. Pretende hacer lo mismo en Montevideo y, fuera por las razones que fuera, tampoco lo logra, mas utilizando el aura de intelectualidad que le daba su nacionalidad francesa comienza a elevar notas al gobierno solicitando le sean otorgados algunos indios para llevarlos a Francia.
No me detendré a analizar la personalidad ni las intenciones de François De Curel, creo que así se llamaba quien solicita llevarse algunos indios, según expresa en su primera nota al gobierno de fecha 25 de noviembre de 1832, “con el objeto de presentárselos a S.M. el Rey de Francia, a las sociedades científicas y a otras personas de distinción e ilustración”.
Para resumir hechos anecdóticos sólo expondremos parte de esas notas que François de Curel intercambia con el gobierno uruguayo de la época, para que quede claro que solicitamos que hoy se cumpla con lo que hace tanto tiempo se prometió y nunca se cumplió.
El 14 de febrero de 1833 De Curel escribe: “que no permitiendo las Leyes Francesas disponer de ningún individuo sin su previo consentimiento sería preciso que el Gobierno se sirviera mandar recibir una declaración en debida forma por la que conste que los indios charrúas que le fueron otorgados son gustosos en seguirle y permanecer a su lado por dos años, con condición que se les suministre durante aquel tiempo cuanto necesiten: proporcionándoles después medios de sustento para su vida, sea en Europa o en cualquier lugar que eligieren…”
Es el propio solicitante que establece que, para cumplir con las Leyes Francesas, se debía contar con el consentimiento de quienes fueran a ser trasladados, y se compromete luego de dos años a proporcionarles medios donde ellos lo determinasen. Nada de esto se cumplió. En ningún momento el grupo de indígenas fue consultado ni mucho menos otorgó consentimiento para ser trasladado, dándose la situación que uno de ellos (Laureano Tacuavé Martínez) debió ser llevado encadenado hasta el barco que los transportaría.
“Cuatro indígenas zarpan…”
El 25 de febrero de 1833 cuatro indígenas zarpan, contra su voluntad, en el buque “Faicon”, llegando a Saint Maló el 7 de mayo: Vaimacá Pirú, Senaqué, María Micaela Guyunusa (que se encontraba embarazada de cinco meses) y Laureano Tacuavé Martínez.
Un significativo elemento respecto a que De Curel no tenía siquiera intención de cumplir con lo prometido está documentado por el científico Pierre Marie Alexander Dumotier, quien narra que Vaimaca Pirú en cierta ocasión pidió entrevistarse con el Rey de Francia Luis Felipe -al único que reconoció jerarquía suficiente para compararse a su autoridad- para que le facilitara un barco y cuarenta hombres con el fin de regresar a Uruguay “a vengar el honor de su tribu destruida”. Demás está decir que jamás se le permitió verlo.
A partir del 13 de junio de 1833 el grupo indígena es expuesto, en medio de una recreación tonta de un supuesto ambiente típico de los montes orientales, cobrándose al principio una entrada de 5 francos por persona debiendo prestamente ser rebajada a 2 francos, dado que no constituían el atractivo que De Curel había imaginado. En ese lapso se les obligaba a comer carne cruda, para simularles un salvajismo que ese grupo ya no poseía por estar hacía tiempo en contacto con la sociedad criolla, de la cual había adoptado varias de sus costumbres y prácticas.
Necesitaríamos un extenso tiempo para detallarles la forma en que fueron tratados por De Curel, al cual la propia prensa de la época denomina “especulador”, y que provoca pronunciamientos públicos en contra por parte de personalidades como Heine, George Sand, Federico Chopin y el músico Cherubini, que observaron in situ la situación.
Resumamos informándoles que el 26 de julio de 1833 muere en París Senaqué, el mayor del grupo, compañero inseparable de Vaimaca. La razón de su muerte: “consunción”, es decir enflaquecimiento excesivo y extenuación. Y el 13 de setiembre muere Vaimaca Pirú por las mismas razones. Las críticas por parte de la opinión pública francesa, con el espíritu humanitario que le caracterizaba, arrecian entonces de tal manera que la Justicia determina que los sobrevivientes fueran ubicados y retornados a su país natal. Es cuando De Curel cambia el nombre a los sobrevivientes (Laureano Tacuavé Martínez y María Micaela Guyunusa) y “los pasa a la clandestinidad” para poder venderlos a un circo con la condición que los saque de París. El circo elude los cercos policiales y llega a Lyon donde muere Guyunusa, que había dado a luz una niña una semana después de la muerte de Vaimaca.
¿Por qué sólo reclamamos atención sobre los restos de Vaimaca Pirú? Porque son los únicos que se encuentran en el Museo del Hombre. ¿Qué pasó con los demás? Los restos de Senaqué se habrían echado a perder como consecuencia de las filtraciones que se produjeron por los bombardeos de la llama Segunda Guerra Mundial. Los restos de Guyunusa estarían sepultados en una fosa común en Lyon, sin identificar. Tacuavé y la niña (cuyo nombre verdadero se desconoce) huyeron y se les perdió el rastro, y es lógico pensar que sus organismos también serían afectados con la misma severidad que el trato y el clima actuó con los demás.
He expuesto estos hechos incontestables, limitando conscientemente todo cargo afectivo que atentara contra la objetividad. Es lo ocurrido, que lo relato para que se sepa concretamente sobre qué estamos hablando.
Nos referimos a personas que fueron introducidas en territorio francés sin haber cumplido con los requisitos legales que se imponían en la época, que fueron llevados contra su voluntad, que fueron sometidos a un tratamiento degradante que provocó la reacción de la opinión pública y la justicia de aquel país.
En nombre de aquellos seres maltratados y en particular de Vaimaca Pirú, que aun se encuentra prisionero en territorio de Francia, vengo a reclamar de todos Uds. ayuda y comprensión. A los ciudadanos de Francia, en particular, autoridades y técnicos, buena voluntad. Es cierto que pasaron 166 años de aquellos acontecimientos a nuestros días, pero estamos a tiempo de cumplir con la palabra empeñada y concretar un acto de justicia.
Podría mencionar muchísimos ejemplos de repatriaciones o restituciones ya concretadas, todas ellas evidenciando que muchas veces no importa el paso del tiempo para obrar con ecuanimidad. Pero expuse que no pretendo imponer sino convencer, no busco exigir sino persuadir. Pero, por favor que esta solicitud no se interprete como expresión de flaqueza; sólo sucede que lo que solicitamos es tan claro, está tan impregnado de suficiente razón que altamente ofenderíamos nuestra inteligencia y la sensibilidad en particular del Museo del Hombre de París si actuáramos de otra manera.
Sabemos que en el mundo hay quienes, utilizando la misma lógica de los profanadores no entienden que unos huesos sean objetos de derecho, pero si estamos apelando a la comprensión de las autoridades y los científicos franceses para que colaboren en este gesto humanitario es porque fueron los grandes pensadores de ese país quienes enseñaron a la Humanidad que no había que mezclar los actos de justicia con los de simple interés político.
El retorno de Vaimaca Pirú a su suelo natal permitirá concretar un gesto de justicia histórica con aquellos seres que todo lo tenían y a quienes todo les fue arrebatado; colaboremos cada uno de nosotros para que por lo menos le sea retribuida la dignidad de su recuerdo, se cumpla con la postergada justicia que en su tiempo reclamaron las propias autoridades francesas y se nos reconozca el derecho a la identidad como parte fundamental del patrimonio de los pueblos, aun tratándose de minorías.
Ayudamos para que por los menos los restos de Vaimaca, injustamente desterrado, puedan volver a su suelo natal, y poder cumplir de alguna forma con la voluntad del pueblo y la justicia francesa, también extendida a los otros desterrados. Este reclamo sólo busca que los derechos no cumplidos en el pasado con estas personas, por lo menos se cumplan ahora en la memoria de los restos de Vaimaca, inexplicablemente alojados en un museo.
Amigos del mundo académico, quisiéramos contar con vuestro respaldo a nuestro reclamo de este cuerpo, solicitando una declaración específica a propósito del mismo.
We are not looking for revange, we would like justice for our fourfathers according also to the old French ideal of justice. Please, help us.
(Nosotros no reclamamos revancha, sólo buscamos justicia para nuestros ancestros de acuerdo con los viejos ideales franceses de justicia. Por favor, ayúdennos.)
Agradezco a la Dra. María Luz Endere, por toda la colaboración y por intentar la traducción de mis palabras y particularmente a toda la delegación de estudiantes uruguayos, a quienes públicamente felicito por haber hecho respetar en este Congreso nuestro lenguaje, que es una de las primeras formas de la identidad de una nación.
Thank you.
(*) Este párrafo provocó la expresión Oh, my God de parte de la doctora Endere, al percibir la posibilidad de trasladar la idea al inglés; lo cual motivó la hilaridad de todos los presentes que dedujeron la situación.
Bibliografía general utilizada para esta presentación
* De Curel, François - Arrive en France de quatre sauvages Charrúas, par le brick française Phaeton de Saint Malo, Castro y Cia, Paris, 1833.
* Rivet, Paul - Les derniers Charrúas, Revista Histórica Nacional.
* Maruca Sosa, Rodolfo - La Nación Charrúa, Editorial Letras, 1957.
* Figueira, J. J. - El Cacique Charrúa Vaimaca Pirú fue soldado de Artigas, en Diario “Acción” (18.06.64), Montevideo.
* Acosta y Lara, Eduardo - La guerra de los Charrúas (Tomo II, Período Patrio), Linardi y Risso, Montevideo, 1989.
* Martínez Barbosa, Rodolfo - El último Charrúa (De Salsipuedes a la actualidad), Rosebud Ediciones, Montevideo, 1966.
POR LA REPATRIACIÓN DE VAIMACA PIRÚ
En 1999, el periódico barrial Noticias -que editaba nuestro colaborador Ricardo Arocena- dio a conocer en forma exclusiva el texto completo del discurso pronunciado por el periodista y dirigente del I.N.D.I.A (Integrador Nacional de los Indígenas Americanos) Rodolfo Martínez Barbosa (1951-2006), en el Cuarto Congreso Mundial de Arqueología (WAC4), realizado en la Universidad de Cape Town (Sudáfrica). Frente a académicos de 70 países reclamó el retorno de Vaimaca Pirú a su tierra natal, siendo la primera vez que el tema fuera tratado a nivel internacional, antes de su consumación en 2002. Participó también una nutrida delegación de estudiantes universitarios uruguayos, los que jugaron un importante papel haciendo respetar en el evento nuestro idioma, “una de las primeras formas de identidad de una nación”. (Los subtítulos son de la redacción.)
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I am grateful to you all for being here, and I am grateful to WAC for making it possible for me to participate.
(Agradezco a todos ustedes por estar aquí, y agradezco al WAC por hacer posible mi participación.)
En Uruguay hablamos castellano, pero todos los rincones del país siguen conservando aquel lenguaje legado por sus primeros habitantes.
Mi país tiene nombre indígena, y sus arroyos, sus ríos, su flora y su fauna conservan el idioma de nuestros indios.
Este es un instante particular, especialmente significativo, pues por primera vez en la historia, desde que ocurrieron los hechos hasta el presente, exponemos en un foro internacional el caso de Vaimaca Pirú, un viejo familiar de la gente de mi región cuyos restos permanecen en el país donde su vida corrió una triste suerte; donde tuvo un doloroso final y permanece recluido siglo y medio después de su muerte. En mis palabras estará ausente la formalidad de quienes en correcta forma académica reclaman lo que nosotros hacemos con el fundamento de la razón que nos asiste y la pasión que del fondo del alma nos acompaña. Traigo a vuestra consideración y conocimiento el caso de un viejo abuelo de los uruguayos, que como premio a la rectitud de su proceder recibió la incomprensión, el desprecio y el destierro. Pero téngase en cuenta que no venimos a buscar ni a señalar culpabilidades. Sólo esperamos recibir la comprensión y el apoyo que, en aquel tiempo, estos abuelos nuestros no tuvieron.
Y permítaseme una precisión que, a fuer de honesto, debo exponer desde el principio. No soy indio, soy un mestizo, muy orgulloso de mis ancestros, indígenas americanos. Los orgullosos mestizos del Uruguay también tenemos raíces en Europa y África. En mi caso particular sabido es que nunca olvido tampoco a mi parte negra ni a mi parte caucásica. Vengo a solicitar vuestra atención, empinado en la satisfacción de mi carácter mestizo, para recordar parte de las palabras que fueron conservadas como susurros por generaciones, y que asumimos el papel de transmitirlas, porque nuestros indios ya no pueden hacerlo. Los descendientes de indígenas del Uruguay exaltamos con orgullo y respeto nuestras raíces, evitando que esto pueda asimilarse a una actitud excluyente o confundirse con un reclamo étnico, que no lo es.
Sin renegar de ninguna parte de mi ser, hace ya tiempo que enaltecemos nuestra parte de familia indígena porque durante mucho tiempo, demasiado tiempo, fue la postergada, la olvidada, la incomprendida. Vengo de un país donde las Ciencias Antropológicas se estudian académicamente hace tan sólo 18 años, lo que en buen romance significa que en Uruguay el Hombre se estudia en forma sistemática hace muy pero muy poco tiempo, pero debo destacar -con particular alegría- que no es casual que en este WAC4 la delegación de estudiantes uruguayos sea la más numerosa y entusiasta, lo que evidencia que en Uruguay está naciendo ahora el verdadero amor por el suelo natal y su gente, que se expresa a través de la búsqueda de un mayor conocimiento de ellos.
VAIMACA PIRÚ
He sido invitado para hablarles de este viejo abuelo que se llamaba Vaimaca Pirú. Vaimaca Pirú era lo que identificamos con el vocablo cacique; un hombre principal del grupo humano al que generalmente se le asigna la denominación de “Charrúas”. Era 1790 cuando Vaimaca nació en el territorio denominado Banda Oriental, parte de la cual ocupa la República Oriental del Uruguay. Sobre él se escribió que “era honrado, sabía hacer justicia y la confianza en su fuerza le fue abriendo el camino que pronto lo llevaría al cacicazgo de la tribu a la que pertenecía. Se produjo esto cuando apenas tenía 30 años de edad, contando con la simpatía general. Llegó a ser poderoso, no como acaudalado porque ningún indígena de nuestro suelo gozó de opulencia, sino por sus estimables condiciones expuestas en defensa de su tribu y del terruño…”
Este antiguo abuelo de algunos uruguayos fue uno de los tantos indígenas que lucharon por la independencia de mi país, todos ellos herederos de un pasado donde se mezclaron la altivez y la hospitalidad. Y debemos destacar que los indígenas de Uruguay tuvieron una activa participación en la formación de la actual República. Fueron indios los que con sus manos y su esfuerzo construyeron el primer nucleamiento urbano de nuestro territorio, Colonia del Sacramento, cuyo centro histórico ha sido declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. También fueron indios los que levantaron las murallas y realizaron las primeras construcciones de Montevideo, actual capital. Fueron la base forjadora del primer ejército patriota y fundadores de la marinería uruguaya bajo el mando del “gaucho irlandés” Pedro Campbell. Tuvieron destacado papel no sólo en la defensa de la soberanía de nuestro territorio sino que también fue fundamental su participación en todo el período artiguista y en las batallas por la independencia. Uruguay hoy es una República con individualidad indiscutida, sin duda por la impronta que dejaron sus primeros habitantes. Es a ellos que debemos la identidad que nos caracteriza ante el mundo, ellos, en este caso los guaraníes, nos heredaron esto que a todos ustedes ha sorprendido y que caracteriza al nacido en mi país: el mate.
Podría en este momento recurrir a un sinnúmero de tratados, normas internacionales y declaraciones de intención, pero dije que quiero apelar a la razón y al sentimiento. Las normas escritas la mayoría de las veces no son acatadas y eso solamente se constituye en desacuerdos sin penalización, pero cuando no se atiende a la justicia que se expresa desde lo profundo del espíritu, la sanción es inevitable porque viajará cada instante con cada uno como una calamidad. (*)
Antes de llegar hasta aquí, en mi propio país, me advirtieron sobre lo sensible de este tema, indicándonos que íbamos a encontrar una cerrada resistencia no sólo por parte de los responsables del Museo que posee los restos de Vaimaca Pirú, sino también de todos aquellos que representan centros o países que guardan restos humanos de otras naciones como piezas de exhibición.
También hubo quienes ciegamente nos acusaron de intentar atentar contra las relaciones entre Uruguay y Francia, porque en su ignorancia creen que las repatriaciones deben responder sólo a la voluntad de gobernantes. Creencia muy cercana al totalitarismo más abyecto, que puede llevar a confundir los conceptos éticos con el oportunismo político.
Sería muy doloroso que cualquier investigador, cualquier científico interpretara que mis palabras pueden ser molestas. Les pido simplemente que comprendan el reclamo humanitario que efectuamos, que si se transforma en un reclamo reivindicativo no es por nosotros sino por errores, incomprensiones e intolerancias de un pasado que hoy tenemos la posibilidad de corregir.
En este caso -estamos seguros- los propios hechos tienen, sin duda, más fuerza de reclamo que cualquier norma generada en afán de justicia.
“Hombre principal de su pueblo”
Detengámonos para saber un poco quién era, personalmente, Vaimaca Pirú.
Hombre principal de su pueblo, estuvo al servicio del prócer máximo de mi país, don José Artigas, con quien luchó dando siempre ejemplo de valentía, rectitud y fidelidad. Cuando Artigas fue derrotado, Vaimaca siguió poniéndose al servicio de las armas de la patria. Así, tanto Vaimaca como toda su gente, son los responsables de recuperar las Misiones Orientales bajo el mando del Gral. Fructuoso Rivera, acción militar que aceleró la concreción final de la independencia de la actual República Oriental del Uruguay.
Tanto amor por su suelo y tanta lealtad a los propósitos de la defensa del mismo, actuará dramáticamente cuando respondan a una convocatoria que le efectúa su antiguo jefe. Con el fin “de volver a luchar al servicio de la patria” se les llama a reunirse en las cercanías de un arroyo que hasta el día de hoy se llama “Salsipuedes”. Aquellos leales patriotas indígenas descubren que se trata de un engaño ya demasiado tarde, porque era una emboscada que pretendía exterminar a todo aquel grupo humano: hombres, mujeres y niños. Si Uruguay hubiese desarrollado la industria cinematográfica todos conoceríamos este dramático suceso, comparable en sus consecuencias al “Wounded Knee” de los Lakotas norteamericanos, pero en este caso los masacrados fueron personas que habían sido citadas a luchar por la patria, de la misma forma que lo habían hecho antes.
En aquella masacre Vaimaca Pirú sobrevive porque, es un hecho casual, tiene la posibilidad de llegar cerca de Rivera, que comandaba la emboscada sobre estos hombres desarmados, e ingenuamente le informa: “…tus soldados están matando amigos”. Ese momento es el que salva la vida de Vaimaca, que no llega a comprender que es precisamente ése, su antiguo jefe, el que comanda la intención de exterminio. Esto debe haber despertado un instante de compasión en el entonces presidente constitucional hacia aquel hombre que antes había sido su compañero de armas.
El episodio de Salsipuedes es tan doloroso y avergonzante que recién ahora comienza a enseñársele a los niños de las escuelas de mi país, y es por ello que los descendientes de indígenas conmemoramos el “DÍA DEL INDIO” el 11 de abril y jamás aceptaremos que se utilice otra fecha, porque cambiar la recordación sería que nosotros mismos nos transformáramos en cómplices del ocultamiento que desde hace tiempo se pretende realizar sobre aquel tristísimo suceso.
Los pocos sobrevivientes, las mujeres y los niños, son posteriormente repartidos como esclavos entre las familias criollas que se debían comprometer a someterlos a la religión e impedirles que hablaran su propio idioma. No hay ejemplo más claro de etnocidio que el que en ese momento se practicó.
Vaimaca es un hombre derrotado que vaga por las calles de la amurallada Montevideo, viviendo de la caridad de sus habitantes, cuando llega a la ciudad un hombre que había visto frustrados sus propósitos de transformarse en supuesto académico de Buenos Aires, de donde debió marcharse al haber sido enjuiciado por esas intenciones. Pretende hacer lo mismo en Montevideo y, fuera por las razones que fuera, tampoco lo logra, mas utilizando el aura de intelectualidad que le daba su nacionalidad francesa comienza a elevar notas al gobierno solicitando le sean otorgados algunos indios para llevarlos a Francia.
No me detendré a analizar la personalidad ni las intenciones de François De Curel, creo que así se llamaba quien solicita llevarse algunos indios, según expresa en su primera nota al gobierno de fecha 25 de noviembre de 1832, “con el objeto de presentárselos a S.M. el Rey de Francia, a las sociedades científicas y a otras personas de distinción e ilustración”.
Para resumir hechos anecdóticos sólo expondremos parte de esas notas que François de Curel intercambia con el gobierno uruguayo de la época, para que quede claro que solicitamos que hoy se cumpla con lo que hace tanto tiempo se prometió y nunca se cumplió.
El 14 de febrero de 1833 De Curel escribe: “que no permitiendo las Leyes Francesas disponer de ningún individuo sin su previo consentimiento sería preciso que el Gobierno se sirviera mandar recibir una declaración en debida forma por la que conste que los indios charrúas que le fueron otorgados son gustosos en seguirle y permanecer a su lado por dos años, con condición que se les suministre durante aquel tiempo cuanto necesiten: proporcionándoles después medios de sustento para su vida, sea en Europa o en cualquier lugar que eligieren…”
Es el propio solicitante que establece que, para cumplir con las Leyes Francesas, se debía contar con el consentimiento de quienes fueran a ser trasladados, y se compromete luego de dos años a proporcionarles medios donde ellos lo determinasen. Nada de esto se cumplió. En ningún momento el grupo de indígenas fue consultado ni mucho menos otorgó consentimiento para ser trasladado, dándose la situación que uno de ellos (Laureano Tacuavé Martínez) debió ser llevado encadenado hasta el barco que los transportaría.
“Cuatro indígenas zarpan…”
El 25 de febrero de 1833 cuatro indígenas zarpan, contra su voluntad, en el buque “Faicon”, llegando a Saint Maló el 7 de mayo: Vaimacá Pirú, Senaqué, María Micaela Guyunusa (que se encontraba embarazada de cinco meses) y Laureano Tacuavé Martínez.
Un significativo elemento respecto a que De Curel no tenía siquiera intención de cumplir con lo prometido está documentado por el científico Pierre Marie Alexander Dumotier, quien narra que Vaimaca Pirú en cierta ocasión pidió entrevistarse con el Rey de Francia Luis Felipe -al único que reconoció jerarquía suficiente para compararse a su autoridad- para que le facilitara un barco y cuarenta hombres con el fin de regresar a Uruguay “a vengar el honor de su tribu destruida”. Demás está decir que jamás se le permitió verlo.
A partir del 13 de junio de 1833 el grupo indígena es expuesto, en medio de una recreación tonta de un supuesto ambiente típico de los montes orientales, cobrándose al principio una entrada de 5 francos por persona debiendo prestamente ser rebajada a 2 francos, dado que no constituían el atractivo que De Curel había imaginado. En ese lapso se les obligaba a comer carne cruda, para simularles un salvajismo que ese grupo ya no poseía por estar hacía tiempo en contacto con la sociedad criolla, de la cual había adoptado varias de sus costumbres y prácticas.
Necesitaríamos un extenso tiempo para detallarles la forma en que fueron tratados por De Curel, al cual la propia prensa de la época denomina “especulador”, y que provoca pronunciamientos públicos en contra por parte de personalidades como Heine, George Sand, Federico Chopin y el músico Cherubini, que observaron in situ la situación.
Resumamos informándoles que el 26 de julio de 1833 muere en París Senaqué, el mayor del grupo, compañero inseparable de Vaimaca. La razón de su muerte: “consunción”, es decir enflaquecimiento excesivo y extenuación. Y el 13 de setiembre muere Vaimaca Pirú por las mismas razones. Las críticas por parte de la opinión pública francesa, con el espíritu humanitario que le caracterizaba, arrecian entonces de tal manera que la Justicia determina que los sobrevivientes fueran ubicados y retornados a su país natal. Es cuando De Curel cambia el nombre a los sobrevivientes (Laureano Tacuavé Martínez y María Micaela Guyunusa) y “los pasa a la clandestinidad” para poder venderlos a un circo con la condición que los saque de París. El circo elude los cercos policiales y llega a Lyon donde muere Guyunusa, que había dado a luz una niña una semana después de la muerte de Vaimaca.
¿Por qué sólo reclamamos atención sobre los restos de Vaimaca Pirú? Porque son los únicos que se encuentran en el Museo del Hombre. ¿Qué pasó con los demás? Los restos de Senaqué se habrían echado a perder como consecuencia de las filtraciones que se produjeron por los bombardeos de la llama Segunda Guerra Mundial. Los restos de Guyunusa estarían sepultados en una fosa común en Lyon, sin identificar. Tacuavé y la niña (cuyo nombre verdadero se desconoce) huyeron y se les perdió el rastro, y es lógico pensar que sus organismos también serían afectados con la misma severidad que el trato y el clima actuó con los demás.
He expuesto estos hechos incontestables, limitando conscientemente todo cargo afectivo que atentara contra la objetividad. Es lo ocurrido, que lo relato para que se sepa concretamente sobre qué estamos hablando.
Nos referimos a personas que fueron introducidas en territorio francés sin haber cumplido con los requisitos legales que se imponían en la época, que fueron llevados contra su voluntad, que fueron sometidos a un tratamiento degradante que provocó la reacción de la opinión pública y la justicia de aquel país.
En nombre de aquellos seres maltratados y en particular de Vaimaca Pirú, que aun se encuentra prisionero en territorio de Francia, vengo a reclamar de todos Uds. ayuda y comprensión. A los ciudadanos de Francia, en particular, autoridades y técnicos, buena voluntad. Es cierto que pasaron 166 años de aquellos acontecimientos a nuestros días, pero estamos a tiempo de cumplir con la palabra empeñada y concretar un acto de justicia.
Podría mencionar muchísimos ejemplos de repatriaciones o restituciones ya concretadas, todas ellas evidenciando que muchas veces no importa el paso del tiempo para obrar con ecuanimidad. Pero expuse que no pretendo imponer sino convencer, no busco exigir sino persuadir. Pero, por favor que esta solicitud no se interprete como expresión de flaqueza; sólo sucede que lo que solicitamos es tan claro, está tan impregnado de suficiente razón que altamente ofenderíamos nuestra inteligencia y la sensibilidad en particular del Museo del Hombre de París si actuáramos de otra manera.
Sabemos que en el mundo hay quienes, utilizando la misma lógica de los profanadores no entienden que unos huesos sean objetos de derecho, pero si estamos apelando a la comprensión de las autoridades y los científicos franceses para que colaboren en este gesto humanitario es porque fueron los grandes pensadores de ese país quienes enseñaron a la Humanidad que no había que mezclar los actos de justicia con los de simple interés político.
El retorno de Vaimaca Pirú a su suelo natal permitirá concretar un gesto de justicia histórica con aquellos seres que todo lo tenían y a quienes todo les fue arrebatado; colaboremos cada uno de nosotros para que por lo menos le sea retribuida la dignidad de su recuerdo, se cumpla con la postergada justicia que en su tiempo reclamaron las propias autoridades francesas y se nos reconozca el derecho a la identidad como parte fundamental del patrimonio de los pueblos, aun tratándose de minorías.
Ayudamos para que por los menos los restos de Vaimaca, injustamente desterrado, puedan volver a su suelo natal, y poder cumplir de alguna forma con la voluntad del pueblo y la justicia francesa, también extendida a los otros desterrados. Este reclamo sólo busca que los derechos no cumplidos en el pasado con estas personas, por lo menos se cumplan ahora en la memoria de los restos de Vaimaca, inexplicablemente alojados en un museo.
Amigos del mundo académico, quisiéramos contar con vuestro respaldo a nuestro reclamo de este cuerpo, solicitando una declaración específica a propósito del mismo.
We are not looking for revange, we would like justice for our fourfathers according also to the old French ideal of justice. Please, help us.
(Nosotros no reclamamos revancha, sólo buscamos justicia para nuestros ancestros de acuerdo con los viejos ideales franceses de justicia. Por favor, ayúdennos.)
Agradezco a la Dra. María Luz Endere, por toda la colaboración y por intentar la traducción de mis palabras y particularmente a toda la delegación de estudiantes uruguayos, a quienes públicamente felicito por haber hecho respetar en este Congreso nuestro lenguaje, que es una de las primeras formas de la identidad de una nación.
Thank you.
(*) Este párrafo provocó la expresión Oh, my God de parte de la doctora Endere, al percibir la posibilidad de trasladar la idea al inglés; lo cual motivó la hilaridad de todos los presentes que dedujeron la situación.
Bibliografía general utilizada para esta presentación
* De Curel, François - Arrive en France de quatre sauvages Charrúas, par le brick française Phaeton de Saint Malo, Castro y Cia, Paris, 1833.
* Rivet, Paul - Les derniers Charrúas, Revista Histórica Nacional.
* Maruca Sosa, Rodolfo - La Nación Charrúa, Editorial Letras, 1957.
* Figueira, J. J. - El Cacique Charrúa Vaimaca Pirú fue soldado de Artigas, en Diario “Acción” (18.06.64), Montevideo.
* Acosta y Lara, Eduardo - La guerra de los Charrúas (Tomo II, Período Patrio), Linardi y Risso, Montevideo, 1989.
* Martínez Barbosa, Rodolfo - El último Charrúa (De Salsipuedes a la actualidad), Rosebud Ediciones, Montevideo, 1966.
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