Y EL URUGUAY DE LAS CONTRADICCIONES
por Carina Novarese
(reportajes recuperados - Suplemento Dominical de El País - 20 / 2 / 2005)
Jaime Roos dice que está contento. Tiene varias canciones -letra y música de su autoría- prontas para grabar, luego de cinco años sin discos que se niega a reconocer como retiro voluntario, porque en ellos se sacó “las ganas” de hacer todo lo que tenía ganas de hacer.
En un período de su vida que el artista que el artista reconocer plagado de creatividad, Jaime Roos se confiesa en todos los temas y opina, sin artilugios, sobre la política, el nuevo gobierno, las verdades que nunca reconoció la izquierda uruguaya y los dolores de una sociedad que supo superar una gran crisis pero que, desde su punto de vista, sigue sin encontrar la solución para “un país dividido en muchas naciones”. El mismo Roos que logró que alguna de sus canciones haya sido tarareada al menos una vez por cualquier uruguayo, es el que se dice dolido por el egoísmo de las clases altas uruguayas y el esnobismo de las medias que buscan vivir en la costa a toda costa. Y el mismo Roos es el que dice apostar a que el nuevo gobierno -al que no votó- pueda comenzar un juego nuevo muy diferente al que, en su opinión, jugaron hasta ahora los partidos tradicionales y que está “caduco”.
Con tantos éxitos sobre sus espaldas, el cantautor uruguayo dice que estos no le pesan porque nunca piensa en ellos a la hora de componer o sacar un disco y porque nunca pensó que tantas personas de tantas edades diferentes quisieran escuchar su música. Este año, cuando comience el invierno, se meterá en el estudio de grabación para darle rienda suelta a su música y sus palabras, pero también a su reconocida obsesión por la excelencia. Mientras tanto, sus éxitos siguen resonando. Y esperan a los nuevos hits.
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por Carina Novarese
(reportajes recuperados - Suplemento Dominical de El País - 20 / 2 / 2005)
Jaime Roos dice que está contento. Tiene varias canciones -letra y música de su autoría- prontas para grabar, luego de cinco años sin discos que se niega a reconocer como retiro voluntario, porque en ellos se sacó “las ganas” de hacer todo lo que tenía ganas de hacer.
En un período de su vida que el artista que el artista reconocer plagado de creatividad, Jaime Roos se confiesa en todos los temas y opina, sin artilugios, sobre la política, el nuevo gobierno, las verdades que nunca reconoció la izquierda uruguaya y los dolores de una sociedad que supo superar una gran crisis pero que, desde su punto de vista, sigue sin encontrar la solución para “un país dividido en muchas naciones”. El mismo Roos que logró que alguna de sus canciones haya sido tarareada al menos una vez por cualquier uruguayo, es el que se dice dolido por el egoísmo de las clases altas uruguayas y el esnobismo de las medias que buscan vivir en la costa a toda costa. Y el mismo Roos es el que dice apostar a que el nuevo gobierno -al que no votó- pueda comenzar un juego nuevo muy diferente al que, en su opinión, jugaron hasta ahora los partidos tradicionales y que está “caduco”.
Con tantos éxitos sobre sus espaldas, el cantautor uruguayo dice que estos no le pesan porque nunca piensa en ellos a la hora de componer o sacar un disco y porque nunca pensó que tantas personas de tantas edades diferentes quisieran escuchar su música. Este año, cuando comience el invierno, se meterá en el estudio de grabación para darle rienda suelta a su música y sus palabras, pero también a su reconocida obsesión por la excelencia. Mientras tanto, sus éxitos siguen resonando. Y esperan a los nuevos hits.
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¿En qué etapa de desarrollo está su nuevo disco?
Estoy en medio de la composición. Ya tengo varios temas prontos con letra y música y estoy contento. Espero comenzar a grabar en el invierno. Pretendí terminar la etapa de composición el año pasado pero no logré porque se me amontonaron muchas cosas difíciles de transmitir.
En los años 80 y 90 llegó a editar casi un disco por año. Ahora desde el 2000 no salió ningún álbum nuevo de Roos. ¿Estos cinco años años fueron un período sin discos que buscó a propósito o así se dieron las cosas?
Las cosas no funcionan como parecen. Desde 1997 a esta parte le di mucha importancia a mis videos, que me llevan 500 horas de trabajo cada uno. Además hice la música para cuatro películas, música para teatro en Uruguay y Argentina, produje álbumes de otros artistas que para mí han sido muy importantes. Entonces lo que pasó fue que me saqué las ganas de hacer un montón de cosas. Por eso postergué el disco hecho con canciones todas mías. Ahora sí tengo la necesidad imperiosa de sacar para afuera una cantidad de cosas en forma de canción.
¿Qué son los grandes éxitos para usted: buenos recuerdos, incentivos o presiones para alcanzar nuevos grandes hits?
No quiero parecer soberbio pero la verdad es que nunca le presté atención a una fórmula de éxitos ni nunca tuve una competencia conmigo mismo en relación a ellos. Mi primer gran éxito lo escribí en 1976, la Cometa de la farola, y en el año 2000 grabamos Amor profundo. Son 25 años haciendo éxitos. Para muchos artistas los hits son una espada de Damocles bastante insoportable. En mi caso no funciona así. No me interesa el éxito; me interesa hacer un buen disco. Nunca imaginé que cantando como canto y con el estilo que tengo, diferentes edades de gente iban a querer escucharme.
¿Cuándo se dio cuenta de que su música era popular?
De golpe, cuando salió el disco Brindis por Pierrot. Pasé de vender álbumes que llegaban a un disco de oro a álbumes que llegaban a un cuádruple platino. Eso significa multiplicar por 10 a tu público. Por suerte a esa altura ya tenía varios años en el oficio y creo que lo llevé bien.
¿El éxito no es indefectiblemente desestabilizante?
Para muchos lo es, sea porque se la crean o sea porque se asustan. Depende de cómo estén puestos los tornillos en el motor.
CRISIS Y NUEVO GOBIERNO
¿Cómo vio al Uruguay en estos últimos cinco años, sobre todo en los momentos de una de las peores crisis de las que se tenga memoria?
Pensé que esta crisis se iba a venir 10 años antes. Por eso siempre fui tildado de apocalíptico por mis amigos uruguayos y argentinos. Igualmente la viví con una inmensa angustia; llega un momento en que uno ya no se angustia por uno sino por cada persona que uno conoce. Creo que el Uruguay -y esto no es una novedad, lo han dicho varios-, resistió el embate del huracán con una firmeza y sabiduría que debe enorgullecernos.
¿Esperaba esta reacción?
Cuando comenzó la crisis, no. Pensé que iba a ser un terremoto mucho más grave. Por un lado fue un mérito del gobierno -quizás el mérito mayor que puede mostrar- y por otro del pueblo uruguayo, que demostró una capacidad de reacción, de solidaridad y de urgencia, que impidió que nos muriéramos de hambre y de frío.
En poco más de una semana asume el primer gobierno de izquierda. ¿Cómo vive usted este cambio: como tantos uruguayos que piensan que será una ocasión única o como cualquier otra toma de mando, tales como la de Sanguinetti o Lacalle?
Ni una cosa ni la otra. Para mí esto no es un modelo continuista sino que estamos entrando en un gobierno que promete un cambio concreto y profundo, y cuando se dice cambio significa jugar de una manera diferente a lo que hemos hecho en los últimos años. Ante todo creo que era impostergable un gobierno de la izquierda en Uruguay.
¿Impostergable por lo que necesita el Uruguay o porque era una tendencia que se veía venir en los resultados electorales de los últimos tiempos?
Por lo que necesita el Uruguay. La forma de hacer política de los gobiernos tradicionales está caduca. Quedó demostrado que hay que jugar a otra cosa. Desde este punto de vista este cambio de gobierno es especial, histórico para nuestro país. Vamos a jugar a otra cosa, aparentemente. Y como digo una cosa digo la otra: abro un compás de espera y de esperanza con respecto a que vamos a mejorar. Si terminado este gobierno, en cinco años, estamos un 20% mejor de lo que estamos hoy, yo voy a votar a este gobierno para que continúe.
¿Votó el Encuentro Progresista en las últimas elecciones?
No lo voté porque no hubo segunda ronda. Yo voté al Partido Independiente. En una segunda ronda entre Vázquez y Larrañaga, por descarte hubiera votado a Vázquez.
LA CABEZA
¿Es posible hacer otro “juego”, considerando que la realidad estructural y las exigencias internacionales son las mismas que tuvieron otros gobiernos?
Sí que es posible. Hay que respetar las reglas de tránsito y hay poco margen de movimiento a nivel macroeconómico. Eso lo tenemos casi todos claro y el nuevo gobierno ha sido muy responsable al designar a Danilo Astori como ministro de Economía. Pero hay otras cosas que no son las macroeconómicas que determinan la vida de nuestros pueblos. Desde hace muchos años vengo escuchando por todos lados que el Uruguay tiene un problema de cabeza. Todos tenemos claro que los políticos no son los culpables de lo que nos pasa, somos nosotros. Ellos no vienen de un meteorito, ellos emergen de nosotros. Estoy convencido de que tanto el Partido Nacional como el Colorado se dan cuenta que así como han funcionado, no va más.
¿Para usted el problema del Uruguay es “de cabeza”?
Yo viví en un país que se llama Holanda donde no hay niños que piden dinero por la calle y donde los pobres tienen una casa con calefacción. Ahora, ¿esto les pasa porque los holandeses son una raza superior? Para nada. Son socialmente más sabios. Y para ser socialmente más sabios no se precisa mucho; sólo se precisa aplicar aquello de “no le hagas al otro lo que no quieras que te hagan a vos”. Además en esos países las clases altas manejan más profundamente el concepto de nación. Veo en Uruguay un país que se fragmenta en diferentes naciones y no veo a la “aristocracia” uruguaya comprometida con el bienestar del pueblo. ¿Por qué? Porque vive en otro país.
¿Por qué sucede esto?
No creo en la maldad intrínseca de la gente. Sí creo en la venda sobre los ojos, una venda que es parte de una educación con raíces históricas, que se desarrolla en todos estos países latinoamericanos desde hace siglos. No hago culpable de todos los males a la clase alta uruguaya, pero creo que a veces los cambios deben venir de quienes tienen más poder para hacerlos. Yo creo en la economía de mercado, en la libre empresa, pero también en los preceptos socialistas de un Estado que debe ocuparse de algunas cosas. En ese esquema no pretendo que los que son ricos entreguen sus fortunas; pretendo que quienes tienen más poder y mayor posibilidad material e intelectual de llevar adelante cambios y reformas para su país, sean menos egoístas.
EL ARTISTA
¿En esa realidad que describe, dónde está usted? ¿Qué influencia puede tener sobre la gente?
Yo no soy influyente en la gente debido a la supuesta admiración que me tengan. En todo caso estoy en el lugar de los artistas que pretenden poner un poco de orden en el caos universal a través de esos pedacitos de belleza que uno anda rastreando las 24 horas, con la esperanza de una vez agarrar una mariposa con la mano y dársela a la gente. Pero, ¿vos te creés que una canción puede cambiar algo a nivel económico o sociológico? Tal vez haya logrado que ciertas clases media y alta se hayan dado cuenta de que hay una identidad uruguaya, que el candombe y la murga por más que vengan de los barrios bajos de la ciudad son cosas de las que debemos enorgullecernos. Y eso es una forma de acercarnos. Pero también cambiaron otras cosas: desde los años 80 hasta ahora están los que viven al norte de Avenida Italia y los que viven al sur, y la escuela pública está hecha pedazos, y el barrio no es lo que era antes y en Pocitos viven 350.000 personas, unas arriba de las otras porque todas quieren pertenecer a un lugar donde se vive como en la televisión. La clase media-media se fue a sumergir a los ghettos de la costa, tal vez porque se sienten más seguros pero al mismo tiempo como una forma de “yuppismo” social. ¿Qué hace una canción contra todo eso? ¿Qué hago yo ante todo eso? Trato de no bajar la bandera.
LOS HÉROES
¿A fines de de los 60 sus héroes fueron los mismos que los de tantos jóvenes o la política no se le pasaba por la cabeza?
Claro que se me pasaba por la cabeza. En aquella época mis héroes, además de los Beatles, eran el Che -pero no Fidel-, eran Marx -pero no Stalin. Con el tiempo mis héroes fueron desapareciendo. Los Beatles quedaron. En la política mis héroes desaparecieron de una forma drástica.
¿Cómo veía a los tupamaros?
Al principio como los Robin Hood. Pero creía que estaban condenados a estrellarse contra la pared. Nunca pensé que esa revolución se pudiera ganar. También cuando me fui a Europa empecé a enterarme de una cantidad de noticias que acá no llegaban y que si llegaban, estaban teñidas por la sospecha de que fueran producidas por la CIA. Era la información que traía la gente que venía de detrás de la cortina de hierro. Hoy sabemos que en la Unión Soviética hubo 20 millones de muertos y no por una bomba atómica; fueron masacradas. Pero acá esas informaciones no se tenían en cuenta. Si habrá sido poderosa la propaganda estalinista -para mí lo fue mucho más que la de Goebbels- que hoy por hoy sigue dando resultado en el Uruguay.
¿Resultado sobre quién?
No veo acá nadie que haga hincapié sobre lo que pasó en la Unión Soviética.
¿Eso fue lo que lo llevó a no votar al Encuentro Progresista?
Influyó ver la contradicción del discurso y que en varios sectores de la izquierda uruguaya se escondían estas cosas. En estos mismos sectores yo notaba que no había una verdadera vocación democrática. Esta vocación democrática existe en gran parte de la izquierda uruguaya y yo me considero una persona de izquierda porque creo en valores socialistas que para mí son el ABC. Ahora, yo no puedo creer que aquí durante 30 años se hagan campañas enormes en contra de la violación de los Derechos Humanos y se apoye al régimen de Fidel Castro en Cuba. Yo estuve en Cuba…
¿En su opinión el nuevo gobierno continuará con la actitud que usted describe o cambiará?
Tengo la esperanza de que cambie. Por decantación debe cambiar porque no puede ser que las nuevas generaciones uruguayas se pongan ese otro tipo de venda. Pero es un fenómeno que habría que ponerlo como desafío en las cátedras de Sociología en las distintas universidades del mundo. Estudiar qué pasa en Uruguay donde hay todo un sector de la población que se niega a aceptar una verdad. Dicho todo esto, quiero aclarar algo. Creo que el triunfo del Frente Amplio no tiene nada que ver con esto. Y sigo creyendo que ese triunfo era impostergable.
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