
homenaje al maestro del Taller Torres García
HUGO GIOVANETTI SANNA (1919 / 1979)
primera edición web del poemario ganador del Premio Plural
(México, 1982 / jurados: Jorge Boccanera, Alí Chumacero y Mónica Mansour)
en portada: Hugo Giovanetti Sanna retratado por José Gurvich (1953)
TERCERA ENTREGA
15 (El otro)
El Otro es el dolor: extenderse a ignorarlo
como quien exorciza un reflejo deforme.
Pero no renegar por agonías: sólo tu rostro / el peleado
entre mares / sentenciará que un cielo nos espeja.
16 (La muerte)
Plaza de luz lunar: tus hijos y tus muertos brillando
mansamente sobre la grada en sombra.
Y un trasmundo de plata en los ojos del toro.
17 (El cáliz)
Como brindis barrosos que acaban empedrando los riñones
del alma / irreversiblemente
te habitarán los vértices del desencuentro.
Se dividen las vidas.
Y la desgracia filtra su amanecer oscuro entre la primavera
mientras un hombre muere alargando sus húmeros
y el sudario morado irradia una metáfora
que no alcanzan las sondas de la carne / o el cosmos.
18 (El cementerio)
Te asustaban los pinos plantados en el fondo
de aquellas tardes áureas como dulces manzanas
picadas en secreto.
Un monte de serpientes oscurecía la fiesta.
Pero el predicador olvidó que tu vida fue cuajada
en el barro hueco de una mujer
y que no vuelve al polvo lo que ganó el espacio.
Flores son flores: y cipreses cipreses.
19 (El silencio)
Las palabras desoyen las leyes del silencio.
Alguna vez te dije / grabado está en un infancia
como una maravilla jamás cicatrizada / que aquello
era inmortal.
Y no tuve piedad de los sepulcros.
¿Pero cómo explicar que a la orilla de un faro
emergiera mi voz perfectamente viva
por la celeste gruta de un atardecer tierno excavado en tu alma?
Y la usina del mar apagó tu tristeza.
20 (La heredad)
I
Casa de atardecer
donde transita el flujo póstumo de mis aguas.
La bucearás ahogándote como un pez en la luz hueca
de una pecera.
Me jadearás tu amor con burbujas terrestres y volverás al cauce
sobrenadando humosas marejadas de lágrimas.
¿Dónde se ancló la vida?
II
Una grandiosa sed de resistencia: eso queda del viaje
en la estación oscura. / No me preguntes más.
Puse sobrevivir tras un pincel flotante / a ras de los horrores
siendo sencillamente otro hermano que azula
el color del misterio con la razón domada.
Porque no conocemos de la inmortalidad
más que su espantapájaros.
Pero por sobre todo deberás otorgarle / antes de que oscurezca
una mansa mirada fluvial a lo terrestre.
Eso queda del viaje.
III
Dejar más que un recuerdo:
colgar la dulce cumbre de tu cabeza muerta / como un
yelmo de abrigo
para que otros la calcen desesperadamente
cuando el río no sea más que un gran vientre talado y haga falta jadear
sin navegar ni hundirse
en la heredad flotante.
21 (La resurrección)
Me contaron que un guía / nombrado Dersu Uzala
que abrevó en la infusión
sobrehumana del pueblo y la naturaleza
soterraba los bosques con alimento anónimo para quien precisara
beber de la verdad.
¿Recorriendo la casa sobreviene un milagro / esa casualidad
redentora y radiante que unge o escandaliza?
No es la pompa espacial sino la gravidez
de una vida redonda / lo que pesa en el cielo.
1980 / 82
HUGO GIOVANETTI SANNA (1919 / 1979)
primera edición web del poemario ganador del Premio Plural
(México, 1982 / jurados: Jorge Boccanera, Alí Chumacero y Mónica Mansour)
en portada: Hugo Giovanetti Sanna retratado por José Gurvich (1953)
TERCERA ENTREGA
15 (El otro)
El Otro es el dolor: extenderse a ignorarlo
como quien exorciza un reflejo deforme.
Pero no renegar por agonías: sólo tu rostro / el peleado
entre mares / sentenciará que un cielo nos espeja.
16 (La muerte)
Plaza de luz lunar: tus hijos y tus muertos brillando
mansamente sobre la grada en sombra.
Y un trasmundo de plata en los ojos del toro.
17 (El cáliz)
Como brindis barrosos que acaban empedrando los riñones
del alma / irreversiblemente
te habitarán los vértices del desencuentro.
Se dividen las vidas.
Y la desgracia filtra su amanecer oscuro entre la primavera
mientras un hombre muere alargando sus húmeros
y el sudario morado irradia una metáfora
que no alcanzan las sondas de la carne / o el cosmos.
18 (El cementerio)
Te asustaban los pinos plantados en el fondo
de aquellas tardes áureas como dulces manzanas
picadas en secreto.
Un monte de serpientes oscurecía la fiesta.
Pero el predicador olvidó que tu vida fue cuajada
en el barro hueco de una mujer
y que no vuelve al polvo lo que ganó el espacio.
Flores son flores: y cipreses cipreses.
19 (El silencio)
Las palabras desoyen las leyes del silencio.
Alguna vez te dije / grabado está en un infancia
como una maravilla jamás cicatrizada / que aquello
era inmortal.
Y no tuve piedad de los sepulcros.
¿Pero cómo explicar que a la orilla de un faro
emergiera mi voz perfectamente viva
por la celeste gruta de un atardecer tierno excavado en tu alma?
Y la usina del mar apagó tu tristeza.
20 (La heredad)
I
Casa de atardecer
donde transita el flujo póstumo de mis aguas.
La bucearás ahogándote como un pez en la luz hueca
de una pecera.
Me jadearás tu amor con burbujas terrestres y volverás al cauce
sobrenadando humosas marejadas de lágrimas.
¿Dónde se ancló la vida?
II
Una grandiosa sed de resistencia: eso queda del viaje
en la estación oscura. / No me preguntes más.
Puse sobrevivir tras un pincel flotante / a ras de los horrores
siendo sencillamente otro hermano que azula
el color del misterio con la razón domada.
Porque no conocemos de la inmortalidad
más que su espantapájaros.
Pero por sobre todo deberás otorgarle / antes de que oscurezca
una mansa mirada fluvial a lo terrestre.
Eso queda del viaje.
III
Dejar más que un recuerdo:
colgar la dulce cumbre de tu cabeza muerta / como un
yelmo de abrigo
para que otros la calcen desesperadamente
cuando el río no sea más que un gran vientre talado y haga falta jadear
sin navegar ni hundirse
en la heredad flotante.
21 (La resurrección)
Me contaron que un guía / nombrado Dersu Uzala
que abrevó en la infusión
sobrehumana del pueblo y la naturaleza
soterraba los bosques con alimento anónimo para quien precisara
beber de la verdad.
¿Recorriendo la casa sobreviene un milagro / esa casualidad
redentora y radiante que unge o escandaliza?
No es la pompa espacial sino la gravidez
de una vida redonda / lo que pesa en el cielo.
1980 / 82






















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