DIECISÉIS: LA LUCHA DEL HOMBRE
¿Por qué no le vas hablando al espectador que contempla el monumento?
Lo primero que notará el espectador que se aproxima caminando por la plaza es una forma circular llena de contorsiones y una estrella en la parte alta. Todo esto recortado sobre el mar y el cielo, que son parte del simbolismo de la obra. Y a medida que se acerca captará que el gran círculo está formado por un hombre (a la izquierda) y un elemento en realidad desconocido pero que podemos imaginar como una especie de ola-monstruo marino. Lo cierto es que todos intuimos, más allá de las interpretaciones personales, que se trata de algo que pertenece al mundo de la naturaleza. Y yo lo llamo simplemente el origen del hombre. Porque si observamos bien la base de la escultura veremos que el hombre que está unido a este elemento no tiene piernas ni pies. Él simplemente nace.
Lo que nos ofrece un primer significado de mundo en gestación.
A este mundo en gestación yo prefiero llamarlo el círculo urobórico, donde el principio y el fin se conectan circularmente. La mórula embrionaria. Pero enseguida notaremos que este hombre está en actitud activa, luchando a brazo partido y con uno de sus puños sobresaliendo y penetrando en el espacio, mientras el otro poderoso brazo se aferra marcantemente a la ola para empujar y separar, es decir, que aquí se trata de discriminarse de la naturaleza primigenia, lo que en otro plano de valoración representaría al ego discriminándose del inconsciente.
Aparece la polaridad.
Aparece la polaridad y el mismísimo drama de la individuación, con el hombre en crecimiento (nótense las costillas y los músculos resaltados por la tensión y los brazos luchando más que nada por ser ellos mismos).
¿Y el ojo del hombre?
El ojo es como un sol, que representa sin duda la conciencia incipiente que mira su propio interior con expresión de inocencia o asombro. Y el puño que se incrusta en el cielo recuerda al ego heroico, fálico y guerrero que se despega y sale buscando más allá. Eso nos hace comprender que el inconsciente sólo puede expresarse a través de esa forma sofisticada de la naturaleza que es el gesto consciente.
Pero el elemento natural también parece tener facciones.
Yo diría que es una curvatura más serena que la humana, de gran expresividad y vitalidad y llena de huellas uterinas, lunares, de esa memoria que se supone es el origen de los arquetipos y la base de la estructuración de la psique. Y aunque pueda parecer un poco traído de los pelos, también podríamos detectar aquí a la época matriarcal, con sus reglas de la creación, su lógica propia y lo patriarcal emergente.
Hacia la estrella de cinco puntas.
Que es el número del espíritu, así como el cuatro lo es de la materia. La estrella nace de la lucha entre las dos fuerzas y su hueco central ya no es el círculo urobórico sino el del sí-mismo. Tiene un reborde que se abre como una flor o un sol, y esta especie de indicador espiritual se conecta a través de una punta-eje con las polaridades del símbolo que ahora ya podemos identificar claramente con el inconsciente y el ego.
Se trataría de un sí-mismo que corona la lucha.
Sí. Nuestros viciosos esquemas históricos seguramente lo colocarían abajo pero aquí está arriba.
Algo así como la famosa América del Sur invertida de Torres García.
Algo así. Y lo que me parece más sugestivo es que lo espiritual nazca del hueco, aparentemente de la nada aunque eso no es la nada sino una dimensión del ser desprovista de toda materialidad, temporalidad o limitación. Quiere decir que la intención anecdótica de la obra es la lucha del hombre por dominar la naturaleza. Pero a nivel arquetípico, lo que se plantea es la lucha por lograr niveles superiores de conciencia y a la vez el desapego hacia lo que debe ser dejado atrás.
Quiere decir que ascendemos o nos hundimos.
Eso nos lo recuerda precisamente el mar tan cercano, que dramatiza la situación y pone al desnudo nuestro apremiante destino: si no luchamos por ascender podemos ser tomados por el agua del inconsciente, ser presa de sus fuerzas destructivas y actuar el mal. No se trata en absoluto de matar a la naturaleza sino de comprender y asumir el papel que nos corresponde jugar dentro de ella para completarnos y completarla. Como en todo mito del héroe, entonces, aquí hay muerte y resurrección. Por lo que el monumento implica a la vez un recordatorio, un estímulo y una promesa: la recuperación consciente del paraíso original.
Lucha
-Cómo creció este tilo. Está el doble de grande -me comenta la esposa del vecino-jardinero una noche muy clara, cuando vuelve de sacar al perro.
-Pepe dice que es por las raíces podridas que quedaron enterradas -señalo uno de los muñones sobrevivientes del gomero.
Pero ella mira el balde que llevo en la mano y sonríe:
-No. Casi nunca crecen así. Lo que pasa es que usted lo regó con amor.
¿Por qué no le vas hablando al espectador que contempla el monumento?
Lo primero que notará el espectador que se aproxima caminando por la plaza es una forma circular llena de contorsiones y una estrella en la parte alta. Todo esto recortado sobre el mar y el cielo, que son parte del simbolismo de la obra. Y a medida que se acerca captará que el gran círculo está formado por un hombre (a la izquierda) y un elemento en realidad desconocido pero que podemos imaginar como una especie de ola-monstruo marino. Lo cierto es que todos intuimos, más allá de las interpretaciones personales, que se trata de algo que pertenece al mundo de la naturaleza. Y yo lo llamo simplemente el origen del hombre. Porque si observamos bien la base de la escultura veremos que el hombre que está unido a este elemento no tiene piernas ni pies. Él simplemente nace.
Lo que nos ofrece un primer significado de mundo en gestación.
A este mundo en gestación yo prefiero llamarlo el círculo urobórico, donde el principio y el fin se conectan circularmente. La mórula embrionaria. Pero enseguida notaremos que este hombre está en actitud activa, luchando a brazo partido y con uno de sus puños sobresaliendo y penetrando en el espacio, mientras el otro poderoso brazo se aferra marcantemente a la ola para empujar y separar, es decir, que aquí se trata de discriminarse de la naturaleza primigenia, lo que en otro plano de valoración representaría al ego discriminándose del inconsciente.
Aparece la polaridad.
Aparece la polaridad y el mismísimo drama de la individuación, con el hombre en crecimiento (nótense las costillas y los músculos resaltados por la tensión y los brazos luchando más que nada por ser ellos mismos).
¿Y el ojo del hombre?
El ojo es como un sol, que representa sin duda la conciencia incipiente que mira su propio interior con expresión de inocencia o asombro. Y el puño que se incrusta en el cielo recuerda al ego heroico, fálico y guerrero que se despega y sale buscando más allá. Eso nos hace comprender que el inconsciente sólo puede expresarse a través de esa forma sofisticada de la naturaleza que es el gesto consciente.
Pero el elemento natural también parece tener facciones.
Yo diría que es una curvatura más serena que la humana, de gran expresividad y vitalidad y llena de huellas uterinas, lunares, de esa memoria que se supone es el origen de los arquetipos y la base de la estructuración de la psique. Y aunque pueda parecer un poco traído de los pelos, también podríamos detectar aquí a la época matriarcal, con sus reglas de la creación, su lógica propia y lo patriarcal emergente.
Hacia la estrella de cinco puntas.
Que es el número del espíritu, así como el cuatro lo es de la materia. La estrella nace de la lucha entre las dos fuerzas y su hueco central ya no es el círculo urobórico sino el del sí-mismo. Tiene un reborde que se abre como una flor o un sol, y esta especie de indicador espiritual se conecta a través de una punta-eje con las polaridades del símbolo que ahora ya podemos identificar claramente con el inconsciente y el ego.
Se trataría de un sí-mismo que corona la lucha.
Sí. Nuestros viciosos esquemas históricos seguramente lo colocarían abajo pero aquí está arriba.
Algo así como la famosa América del Sur invertida de Torres García.
Algo así. Y lo que me parece más sugestivo es que lo espiritual nazca del hueco, aparentemente de la nada aunque eso no es la nada sino una dimensión del ser desprovista de toda materialidad, temporalidad o limitación. Quiere decir que la intención anecdótica de la obra es la lucha del hombre por dominar la naturaleza. Pero a nivel arquetípico, lo que se plantea es la lucha por lograr niveles superiores de conciencia y a la vez el desapego hacia lo que debe ser dejado atrás.
Quiere decir que ascendemos o nos hundimos.
Eso nos lo recuerda precisamente el mar tan cercano, que dramatiza la situación y pone al desnudo nuestro apremiante destino: si no luchamos por ascender podemos ser tomados por el agua del inconsciente, ser presa de sus fuerzas destructivas y actuar el mal. No se trata en absoluto de matar a la naturaleza sino de comprender y asumir el papel que nos corresponde jugar dentro de ella para completarnos y completarla. Como en todo mito del héroe, entonces, aquí hay muerte y resurrección. Por lo que el monumento implica a la vez un recordatorio, un estímulo y una promesa: la recuperación consciente del paraíso original.
Lucha
-Cómo creció este tilo. Está el doble de grande -me comenta la esposa del vecino-jardinero una noche muy clara, cuando vuelve de sacar al perro.
-Pepe dice que es por las raíces podridas que quedaron enterradas -señalo uno de los muñones sobrevivientes del gomero.
Pero ella mira el balde que llevo en la mano y sonríe:
-No. Casi nunca crecen así. Lo que pasa es que usted lo regó con amor.
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Glosario de términos junguianos
(Se sugiere al lector interesado en abordar las obras de C.G. Jung, comenzar por el último y más didáctico de sus libros, El hombre y sus símbolos, que actualmente circula en diversas ediciones sencillas o ilustradas. Otro texto global angular es la summa autobiográfica titulada Recuerdos, sueños, pensamientos. También es recomendable al respecto la biografía de Gerhard Wehr (Edit. Paidós, 1991). El presente glosario ha sido tomado de La Experiencia Junguiana / Análisis e individuación, de James A. Hall, M.D., Edit. Cuatro Vientos, Santiago de Chile, 1995.)
ÁNIMA (latín, “alma”). El lado femenino inconsciente de la personalidad del hombre, Está personificada en los sueños por imágenes de mujeres que van desde la prostituta y seductora hasta la guía espiritual (Sabiduría). Ella es el principio de eros, por lo que el desarrollo del ánima de un hombre se refleja en cómo se relaciona él con las mujeres. La identificación con el ánima puede aparecer como temperamento caprichoso, afeminamiento e hipersensibilidad. Jung llama al ánima el arquetipo de la vida misma.
ÁNIMUS (latín, “espíritu”). El lado masculino inconsciente de la personalidad de una mujer. Personifica el principio de logos. La identificación con el ánimus puede hacer que una mujer sea rígida, testaruda en sus opiniones y discutidora. En forma más positiva, es el hombre interior que actúa como puente entre el ego de la mujer y sus propios recursos creativos en el inconsciente.
ARQUETIPO. Flujo espontáneo de pensamientos e imágenes interconectados alrededor de una idea específica, determinada por conexiones inconscientes.
COMPLEJO. Grupo de ideas o emociones cargado emocionalmente. En el “centro” de un complejo hay un arquetipo o imagen arquetípica.
CONSTELAR. Cada vez que hay una fuerte reacción emocional ante una persona o situación, se ha constelado (activado) un complejo. Un ego fuerte puede relacionarse objetivamente con contenidos activados del inconsciente (es decir, con otros complejos) más que identificarse con ellos, lo que aparece como un estado de posesión.
FUNCIÓN TRASCENDENTE. El “tercero” conciliador que surge del inconsciente (en forma de un símbolo o de una nueva actitud) después que los opuestos en conflicto han sido conscientemente diferenciados, y la tensión entre ellos contenida.
INDIVIDUACIÓN. La realización consciente de nuestra singular realidad psicológica, incluyendo fortalezas y limitaciones. Conduce a la experiencia del Sí Mismo como regulador de la psique.
INFLACIÓN. Estado en el que se tiene un sentido irrealmente alto o bajo (inflación negativa) de la propia identidad. Indica una regresión de la conciencia hacia la inconsciencia, lo que generalmente sucede cuando el ego asume demasiados contenidos inconscientes y pierde la facultad de discriminación.
INTUICIÓN. Uno de las cuatro funciones psíquicas. Es la función irracional que nos expresa las posibilidades inherentes en el presente. En contraste con la sensación (la función que percibe la realidad inmediata a través de los sentidos físicos), la intuición percibe por intermedio del inconsciente, por ejemplo, destellos de insight de origen desconocido.
PARTICIPATION MYSTIQUE. Término tomado del antropólogo Lévy-Bruhl, que denota una conexión psicológica primitiva con objetos, o entre personas, resultando en un fuerte vínculo inconsciente.
PERSONA. (latín, “máscara de actor”). Nuestro rol social derivado de las expectativas de la sociedad y de un entrenamiento precoz. Un ego fuerte se relaciona con el mundo exterior a través de una persona flexible: la identificación con una persona específica (médico, erudito, artista, etc.) inhibe el desarrollo psicológico.
PROYECCIÓN. Proceso mediante el cual una característica o cualidad inconsciente de uno es percibida y reflejada en un objeto o persona exterior. La proyección del ánima o ánimus en una mujer u hombre real se vivencia como enamoramiento. Las expectativas frustradas indican la necesidad de retirar las proyecciones, a fin de relacionarse con la realidad de otros individuos.
PUER ETERNUS (latín, “niño eterno”). Indica cierto tipo de hombre que permanece demasiado tiempo en la psicología adolescente, asociado generalmente con un fuerte apego inconsciente a la madre (real o simbólica). Los rasgos positivos son espontaneidad y apertura a los cambios. Su contraparte femenina es la puella, una “niña eterna” con el correspondiente apego al mundo del padre.
SENEX (latín, “anciano”). Se asocia con actitudes que vienen con la vejez. En su forma negativa, esto puede significar cinismo, rigidez y conservatismo extremo: sus rasgos positivos son la responsabilidad, el orden y la autodisciplina. Una personalidad bien equilibrada funciona adecuadamente dentro de la polaridad puersenex.
SENTIMIENTO. Una de las cuatro funciones psíquicas. Es una función racional que evalúa el valor de las relaciones y situaciones. El sentimiento debe distinguirse de la emoción, la cual se debe a un complejo activado.
SÍMBOLO. La mejor expresión posible para algo esencialmente desconocido. El pensamiento simbólico es no-lineal, orientado hacia el cerebro derecho: es complementario al pensamiento lógico y lineal del cerebro izquierdo.
SÍ MISMO. El arquetipo de la totalidad y centro regulador de la personalidad. Se experimenta como un poder transpersonal que trasciende al ego, por ejemplo, Dios.
SOMBRA. Parte inconsciente de la personalidad que se caracteriza por rasgos y actitudes, sean negativos o positivos, que el ego consciente tiende a rechazar o ignorar. Está personificada en los sueños por personas del mismo sexo que el soñante. La asimilación consciente de nuestra sombra por lo general resulta de un aumento de la energía.
TRANSFERENCIA Y CONTRATRANSFERENCIA. Casos particulares de proyección, usados comúnmente para describir los vínculos emocionales inconscientes que surgen entre dos personas en la relación analítica o terapéutica.
UROBORO. Serpiente o dragón mítico que se come su propia cola. Usado como símbolo de la individuación -como proceso circular autocontenido- y de la autoabsorción narcisista.
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