viernes

LA ALEGRÍA DE QUERER / JAIRO ANÍBAL NIÑO



QUINTA ENTREGA


Pasaste

Pasaste
cuando me estaba comiendo una sandía
y estabas tan linda como un Lotus fórmula 1
y te veías tan feliz
como un piloto estrenando avión.
Pasaste
cuando me estaba comiendo una sandía
y mi corazón se escurrió dulcemente
por largo rato
entre las comisuras de mis labios.
Pasaste
cuando me estaba comiendo una sandía.


Me dijiste

Me dijiste
que no irías
a mi fiesta de cumpleaños
y saliste corriendo
por en medio del patio.
Yo me quedé
pegado a la ventana
mirándote,
mirando
cómo tu cola de caballo
espantaba una a una
las moscas de mis sentimientos.


Cómo no me vas a querer

Cómo no me vas a querer
si soy un bombero heroico
que acaba de salvar a un gato
al que se le incendiaban
seis de sus siete vidas.
Cómo no me vas a querer
si soy el capitán de la nave
que se posa suavemente
en una América del Sur
de un planeta lejano.
Cómo no me vas a querer
si acabo de ganar
-por amplio margen
la vuelta a Colombia en bicicleta
y el Tour de Francia.
Y definitivamente
cómo no me vas a querer
si soy capaz de soñar todos los sueños,
incluso el más lindo de todos:
soñar que tú me amas.


Vas a enfrentar la ira

Vas a enfrentar la ira
del profesor de historia antigua.
Y por primera vez
siento un temor que me obliga
a darte una madeja de hilo
de las que uso en la clase
de trabajos manuales.
No sé si lo hago
porque te quiero
o porque me llamo Ariadna.


Ayer en la clase de física

Ayer en la clase de física casi grito EUREKA,
al serme revelado todo lo que tiene que ver
con la teoría de los vasos comunicantes.
Fue en el momento en que, oculta a toda mirada,
mi mano estrechó la tuya largamente.


Sobre el campo de fútbol

Sobre el campo de fútbol vuela un pájaro
y es tan sonoro su vuelo
que parece que llevara en el pico
el gusano del canto.
Sobre mi cuaderno abierto
aparece tu imagen
y te veo saltar uno a uno
los alambres tensos de los renglones.
La voz fría del profesor de matemáticas
se alza en el aire del aula
y entonces el vuelo del pájaro desaparece
y tú quedas convertida en el número 6.


Como algo especial

Como algo especial
-ya que estamos en vacaciones
hoy nos fue servida la cena
al aire libre, en el patio,
bajo la noche estrellada.
Te has sentado frente a mí
y siento que la noche
está hecha de viento negro
y de jazmines.
Pelo una naranja
como si fuera un lucero fugaz
al que le estoy quitando la camisa.
Me quedo inmóvil
porque siento que soy una paloma
parada en el borde de la luna.
Me quedo inmóvil
y callada.
De pronto tiemblo
como cuando me dieron las fiebres,
cuando te digo con el pensamiento:
te regalo esta estrella
que ha caído en mi sopa.


Por ti

Por ti,
me he convertido en delincuente,
en un ratero,
en un amigo de lo ajeno
que será perseguido por todos,
incluyendo al policía de la esquina,
al profesor de moral
y al prefecto de disciplina.
Por ti,
ayer en la tarde,
me convertí en un ladrón de flores.


Estaba lloviendo

Estaba lloviendo
y mientras esperaba el bus
unas gotas de lluvia
permanecieron intactas
en la manga de mi saco
como si fueran ojos de vidrio.

Estaba lloviendo
y parecía que la tarde
se hubiera echado de cabeza
desde el trampolín del trueno
y hubiera caído a tierra
como un nadador húmedo
del tamaño del mundo.

Estaba lloviendo
y encontré en mi bolsillo
un olvidado caramelo de fresa.
Cuando lo llevé a la boca,
sentí que junto al dulce
habían aparecido tres gotas de sabor.
Dos eran de lluvia,
y la tercera
el recuerdo
de cuando pasaste al tablero
y me miraste
y hablaste como si cantaras
de las monocotiledóneas.


Cuando me miro al espejo

Cuando me miro al espejo
veo una imagen de niña
alta y flaca.
Con aspecto de pájaro
que se alimenta únicamente
con las frutas de la lluvia.

Soy tan joven
que pienso que mi corazón
es una muñeca de trapo
que tiene por corazón
a una niña alta y flaca
con aspecto de pájaro
que se alimenta únicamente
con las frutas de la lluvia.
Pero a veces,
me siento muy antigua,
como aquel día
en que el profesor de historia sagrada
nos habló del paraíso terrenal
y contemplé tu cara pecosa
y tu mechón sobre la frente,
y cuando volteaste la cabeza
y me sonreíste
la piel se me puso de manzana.

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